Highland Park, Illinois. El individuo que atacó a tiros un desfile del Día de la Independencia cerca de Chicago disparó más de 70 balas e inicialmente evadió a la policía al hacerse pasar por uno de los participantes en los festejos, informó la policía este martes.

Agentes del FBI hurgaban entre basureros y sábanas de pícnics, en su intento de investigar el tiroteo en que murieron por lo menos seis personas.

Robert E. Crimo III, sospechoso del tiroteo.
Robert E. Crimo III, sospechoso del tiroteo. (Agencia EFE)

Los disparos inicialmente fueron confundidos con fuegos artificiales en medio del desfile por el feriado nacional en Highland Park, un suburbio de Chicago a orillas del Lago Michigan donde suelen ir ricos e incluso algunos famosos.

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Dentro del perímetro policial abundaban artefactos ordinarios como coches para bebés y sillas de jardín, abandonados por los vecinos aterrados cuando estallaros los tiros. Algunas personas se acercaban en las afueras para recoger las pertenencias que habían dejado.

Las autoridades detuvieron a un sospechoso el lunes por la noche, tras realizar una parada de tránsito que degeneró en una breve persecución policial. Inicialmente, se dijo que el individuo era solo una persona de interés, pero este martes un vocero policial confirmó que ahora es considerado sospechoso.

Los cargos serán anunciados en breve, dijo la vocera de la fiscalía del condado Lake, Sara Avalos.

Las autoridades de momento no han revelado qué motivo habría tenido el agresor. El tiroteo en un 4 de julio se suma a otros acontecimientos que han hecho añicos los rituales de vida de los estadounidenses.

En los últimos meses, escuelas, iglesias, tiendas de comestibles y, ahora, desfiles de la comunidad se han convertido en escenarios de masacres. En esta ocasión, el derramamiento de sangre se produce cuando la nación trata de encontrar un motivo para celebrar su fundación y los lazos que aún la mantienen unida.

Las personas que disfrutaban de la parada en Highland Park, Illinois, dejaron sus pertenencias a lo largo de la acera al percatarse de los disparos, que inicialmente confundieron con pirotecnia.

“Definitivamente, te golpea mucho más duro cuando no solo es tu ciudad natal, sino también ocurre justo delante de ti”, dijo el residente Ron Tuazon mientras él y un amigo regresaban a la ruta del desfile el lunes por la noche para recoger sillas, mantas y una bicicleta para niños que él y su familia abandonaron cuando comenzaron los disparos.

“Ahora ya es habitual”, dijo Tuazon de lo que llamó otra atrocidad estadounidense más. “Ya ni pestañeamos. Hasta que las leyes no cambien, va a ser más de lo mismo”.

Los disparos se registraron en un punto de la ruta del desfile en el que muchos residentes se habían colocado a primera hora del día para tener una vista privilegiada de la celebración anual.

Entre ellos estaba la familia de Nicolás Toledo, quien tenía unos 70 años y estaba de visita desde México cuando recibió un balazo. Murió en el lugar, dijo su nieta, Xochil Toledo, al Chicago Sun-Times. También falleció Jacki Sundheim, una miembro de la cercana sinagoga North Shore Congregation Israel, que anunció su fallecimiento en su website.

A su paso dejaron un sendero de objetos abandonados que mostraban la vida cotidiana que se vio interrumpida de forma repentina y violenta: una bolsa de papas fritas a medio comer; una caja de galletas de chocolate esparcidas sobre el pasto; una gorra infantil del equipo de béisbol Cachorros de Chicago.

“No hay ningún lugar seguro”, dijo Barbara Harte, de 73 años, residente de Highland Park, quien por temor a un tiroteo masivo se había mantenido alejada del desfile, pero luego se aventuró a salir de su casa.

El jefe de policía de Highland Park, Lou Jogmen, dijo que un agente obligó a Robert E. Crimo III a detenerse mientras conducía a unos 8 kilómetros (5 millas) al norte de donde ocurrió el tiroteo, varias horas después de que la policía divulgara la fotografía del hombre y una imagen de su Honda Fit plateado, y le advirtiera al público que probablemente estaba armado y era peligroso. En un principio, las autoridades dijeron que tenía 22 años, pero en un boletín del FBI y las redes sociales de Crimo se afirmaba que tenía 21.

La forense del condado Lake, Jennifer Banek, dijo que cinco de las víctimas fatales eran adultos, pero no tenía información de la sexta.

La policía no ha dado detalles sobre las víctimas, pero la nieta de Toledo le dijo al Sun-Times que su abuelo había vivido la mayor parte de su vida en Morelos, México.

Xochil Toledo recordó ver a su abuelo al momento que la banda desfilaba enfrente de él en el desfilaba.

“Estaba tan feliz, feliz de vivir ese momento”, relató la nieta.