El expresidente Donald Trump defendió firmemente su riqueza y sus negocios el lunes, enfrascándose en un forcejeo desde el estrado con el juez que preside su juicio civil por fraude y denunciando que una demanda que lo acusa de inflar drásticamente su patrimonio es una “cacería de brujas política”.

El largamente esperado testimonio de Trump sobre la valuación de sus propiedades y estados financieros estuvo repleto de ataques personales hacia el juez Arthur Engoron que, según dijo el exmandatario, tiene algo en su contra, y hacia la fiscal general de Nueva York, Letitia James, a la que se refirió como una “política de poca monta”. Se jactó de su negocio de bienes raíces —”valgo miles de millones de dólares más que los estados financieros”— y refutó las afirmaciones de que engañó a bancos y aseguradoras.

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“Esto es lo opuesto a un fraude”, declaró. Al referirse a James, cuya oficina interpuso la demanda, subrayó: “Ella es el fraude”.

Los enconados intercambios, y las frecuentes amonestaciones del juez, pusieron de relieve la poca disposición de Trump para adaptar su famoso estilo retórico espontáneo al ambiente formal de un tribunal regido por las reglas de la evidencia y el protocolo legal.

Aunque su presencia en el estrado fue un claro recordatorio de los problemas jurídicos que enfrenta mientras intenta volver a la Casa Blanca en 2024, también sirvió como una plataforma de campaña para que el expresidente y favorito entre los aspirantes a la candidatura presidencial republicana pudiera volver a plantearles a sus simpatizantes el escenario de ser víctima de una persecución política a manos de los abogados y jueces del gobierno.

“La gente está harta de lo que está sucediendo. Creo que este es un día muy triste para Estados Unidos”, dijo Trump a los reporteros reunidos afuera de la sala luego de su testimonio de casi tres horas y media.

El testimonio de Trump tuvo un inicio contencioso el lunes después de que Engoron le reprendió para que mantuviera sus respuestas concisas y le recordó que “este no es un mitin político”.

Dirigiéndose al abogado de Trump en un momento dado, el juez declaró: “Le suplico que lo controle si puede. Si usted no puede, lo haré yo”.

El juicio civil es uno de varios procesos jurídicos que Trump enfrenta, los cuales incluyen cargos federales y estatales en los que se le acusa de delitos como posesión ilegal de documentos secretos y de tratar de anular el resultado de las elecciones presidenciales de 2020. Sus estrategias jurídicas y políticas se han entrelazado totalmente ahora, mientras pasa de actos de campaña a comparecencias judiciales, un calendario que se intensificará una vez que comiencen sus juicios penales.

Aunque el caso de fraude no conlleva la posibilidad de pasar tiempo en prisión, a diferencia de los procesos penales, sus acusaciones de irregularidades corporativas atentan contra la imagen que Trump ha cultivado durante décadas, de un exitoso empresario de bienes raíces. El exmandatario considera un insulto personal las insinuaciones de que su patrimonio vale menos de lo que él ha dicho.

“Yo valgo miles de millones más de lo que dicen los estados financieros”, expresó en cierto momento, diciéndole a uno de los abogados del gobierno: “Usted lo que hace es tratar de desprestigiarme y tratar de lastimarme, probablemente por razones políticas”.

El tribunal ubicado en el número 60 de Centre Street se ha convertido en un destino conocido para Trump. Durante el último mes ha pasado varias horas sentado en el banquillo de los acusados y siguiendo de cerca el procedimiento de forma voluntaria. Subió previamente a declarar, de forma inesperada y breve, después de que fue acusado de violar una orden mordaza que le impuso el juez. Negó haber infringido las reglas, pero Engoron no estuvo de acuerdo y de todas formas le impuso una multa.