Trump rompe lazos con Marjorie Taylor Greene, quien fuera una de sus más fieras defensora
La semana pasada, Greene dijo que Trump debe centrarse en el alza de los precios y no en asuntos exteriores.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, rompió públicamente con una de sus más firmes defensoras en el mundo MAGA, calificó a la representante de Georgia, Marjorie Taylor Greene, como “Marjorie la Chiflada” y dijo que respaldaría a su posible rival en las elecciones de mitad de legislatura del año que viene “si se postula la persona adecuada”.
El rechazo a Greene —que en su día fue el epítome del movimiento “Hagamos grande a Estados Unidos de nuevo”, luciendo su característica gorra roja durante el discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden en 2024 y que actuó como intermediaria entre Trump y otros republicanos del Capitolio— parecía ser la ruptura definitiva en una disputa que llevaba meses gestándose, coincidiendo con la aparente moderación de la republicana. Greene, en su tercer periodo en la Cámara de Representantes, se ha distanciado cada vez más de los líderes de su partido: los atacó durante el reciente cierre del gobierno federal y dijo que necesitan un plan para ayudar a quienes perderán las ayudas para pagar las pólizas del seguro de salud.
Acusando a la republicana de Georgia de irse “muy a la izquierda”, Trump escribió que todo lo que había presenciado de Greene en los últimos meses era “¡QUEJARSE, QUEJARSE, QUEJARSE!”, y, acerca del supuesto malestar de Greene porque no le devuelve las llamadas, añadió que “No puedo atender todos los días las llamadas de una lunática iracunda”.
En su respuesta en X, Greene escribió el viernes que Trump la “atacó y mintió sobre mí”. Y añadió una captura de pantalla de un mensaje de texto que dijo haber enviado al mandatario antes en el día sobre la publicación de los archivos de Jeffrey Epstein, lo cual, según ella, “es lo que lo llevó al límite”.
Greene tachó de “realmente sorprendente lo mucho que está luchando para evitar que los archivos de Epstein salgan a la luz, hasta el punto de llegar a este nivel”, en referencia a la votación prevista en la Cámara de Representantes federal la próxima semana sobre la publicación de los archivos.
Luego de afirmar que había apoyado a Trump “con demasiado de mi valioso tiempo, demasiado de mi propio dinero, y luchado más duro por él incluso cuando casi todos los demás republicanos le dieron la espalda y lo denunciaron”, Greene añadió: “No adoro ni sirvo a Donald Trump”.
El mensaje publicado por Trump parecía poner el broche final a las fisuras que se ampliaron tras las elecciones extraordinarias de este mes, en las que los votantes en los comicios a gobernador de Nueva Jersey y Virginia respaldaron en masa a los candidatos demócratas en gran parte por la preocupación por el alza en el costo de la vida.
La semana pasada, Greene dijo en declaraciones a la televisora NBC News que “ver a los líderes extranjeros llegar a la Casa Blanca a través de una puerta giratoria no ayuda a los estadounidenses” y señaló que Trump debe centrarse en el alza de los precios y no en asuntos exteriores, como últimamente. Trump respondió afirmando que Greene había “perdido el rumbo”.
Preguntado por los comentarios de Greene mientras volaba de Washington a Florida antes en el día, Trump reiteró que sentía que “algo le pasó en el último mes o dos” y apuntó que, si no hubiera ido a reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, habría habido repercusiones negativas para los empleos en Georgia y otros lugares porque Beijing habría mantenido sus restricciones a las exportaciones de imanes.
El mandatario apuntó también que recibió llamadas de gente que quería cuestionar a Greene y dijo que “Ha perdido una maravillosa reputación conservadora”.
El descontento de Greene se remonta al menos a mayo, cuando anunció que no se postularía para el Senado contra el demócrata Jon Ossoff, que tiene el escaño, al tiempo que atacaba a los donantes y consultores del Partido Republicano que temían que no pudiera ganar. En junio, se puso públicamente del lado de Tucker Carlson después de que Trump lo calificara de “chiflado” en plena escisión entre los partidarios de MAGA y los defensores de la seguridad nacional sobre los posibles esfuerzos de Washington para un cambio de régimen en Irán.
La situación se agravó en julio, cuando Greene dijo que no se presentaría al puesto de gobernadora. Luego, atacó a un sistema político de “viejos amigos”, alegando que estaba poniendo en peligro el control republicano del estado. En las últimas semanas, Greene ha emprendido una campaña de acercamiento, con entrevistas y apariciones en medios dirigidos a personas que no son seguidores acérrimas de Trump. Cuando en el podcast del comediante Tim Dillon se le preguntó en octubre si quería postularse a la Casa Blanca en 2028, Greene dijo: “Odio tanto la política”, añadiendo que solo quería “resolver problemas”, pero no dio una respuesta definitiva.
Su gira culminó con una aparición en el programa “Real Time” de Bill Maher en HBO, seguida, días después, por su presencia en “The View” de ABC el 4 de noviembre. Algunos observadores comenzaron a calificar a Greene de razonable por sus críticas al presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, de Luisiana, por no llamar a los republicanos de regreso a Washington y no proponer un plan de atención médica.
“Siento que estoy sentada junto a una Marjorie Taylor Greene completamente diferente”, dijo Sunny Hostin, copresentadora de “The View”.
“Tal vez deberías convertirte en demócrata, Marjorie”, apuntó Joy Behar, otra de las conductoras.
“No soy demócrata”, respondió Greene. “Creo que ambos partidos han fallado”.

