Baba se movía inquieta, deseosa de demostrar que puede olfatear cualquier celular que haya sido introducido ilegalmente en una cárcel.

La perrita participó en una demostración del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) donde el secretario Eduardo Rivera Juanatey anunció a “los nuevos oficiales de la familia correccional canina”, que ya suman 49, en las seis instituciones penales.

Baba rápidamente fue hasta el podio donde se colocó estratégicamente el celular e hizo su asignación: se movió rápidamente, lo identificó y se quedó quieta frente al aparato hasta que su manejador lo recogió.

Ella forma parte del grupo de los 11 perros que se unirán a la Unidad Canina K-9 del DCR, adiestrados para combatir el crimen en las cárceles.

“Antes de la llegada de estos 11 compañeros contábamos con 38 canes: 31 en la búsqueda de sustancias controladas; seis para la identificación de teléfonos celulares y uno para la búsqueda de armas de fuego”.

De los nuevos “oficiales”, seis son especialistas en identificación de drogas; cuatro en reconocimiento de celulares y uno, Kalimero, con función dual, reconocimiento de drogas y búsqueda de prófugos.

Según Rivera, entre enero y octubre de este año, se incautaron en las cárceles unos 1,469 celulares y hubo 72 arrestos. 

Mientras, el valor estimado por la incautación de drogas y material ilícito es de $447,937.

El 90% de este material fue detectado por los canes en las instituciones, y el otro 10% en operativos de otras agencias, estatales y federales, en los que colaboró Corrección.

“Estos canes son fieles compañeros de 49 mujeres y hombres, oficiales de custodia, que día a día destinan todo su esfuerzo para combatir el trasiego de sustancias controladas y material ilícito en las instituciones”, expresó el funcionario. 

Y para lograr la conexión tan necesaria entre el nuevo can y su manejador, desde la semana pasada estos se encuentran en la casa de los oficiales para establecer lazos de amistad con todos los miembros de la familia.

Ya una vez el perro logre la unión con el oficial, tiene que cumplir con 160 horas contactos -mínimo- para ser certificado e ir a las cárceles.

Los canes también reciben adiestramientos constantes.

“Llevaba dos meses trabajando con todos y hay un bonding con ellos, una química increíble, pero cuando me dijeron que era Lucky me puse bien contento, porque ya habíamos hecho una buena relación”, dijo emocionado el manejador Ismael Torres, sobre el can que le fue asignado. 

Sin embargo, para Norman Santiago la actividad fue un momento agridulce y es que la perrita que manejaba, llamada Yasmin, fue dada de baja porque está enferma.

La can de siete años y dedicada a sustancias controladas está en su hogar para recibir “calidad de vida”.

Confesó que la experiencia con Yasmin “fue única, pasó a ser parte de la familia. Todos están sufriendo”.

Mientras, a Govany Montalvo también se le aguaron los ojos cuando recibió las cenizas de Micky, de cuatro años y medio.

De la noche a la mañana cayó enfermo y al poco tiempo murió.

“Me las llevo a casa (las cenizas); tengo nenes pequeños y todos estaban bien contentos. Fue un amigo, un compañero, estaba conmigo en todos sitios”, recordó mientras sostenía la placa que le dieron por ser un “manejador extraordinario”. 

De otro lado, el secretario del DCR dijo que para lidiar con el problema del contrabando, reforzó la vigilancia y las medidas de seguridad en los perímetros y entradas de las cárceles y anticipó que para principios de año sumará a los 3,600 oficiales de custodia, 500 que se graduarán de la academia.