El 10 de febrero de 2001, Yeritza Aponte Soto salió de su casa en la comunidad Luciana en Juana Díaz para ir a unas piscinas en el barrio Collores del pueblo, pero nunca regresó. Tenía 17 años y desde ese día, su familia la llora. Hoy, la jovencita tendría 38 años.

El inmenso dolor que significó la desaparición de Yeritza y el no saber qué le ocurrió, forzó a su madre y a sus hermanas a mudarse fuera de Puerto Rico. Lejos de la isla, el capítulo que nunca esta familia ha podido cerrar se reabrió la semana pasada, tan pronto supo que Amílcar Matías Torres pisaba suelo boricua para extinguir unos 35 años en probatoria por cargos de pederastia.

El hombre figuraba en los récords policiales como sospechoso de la desaparición de Yeritza y de otras dos adolescentes, -Cristina Esther Ruiz, de 13 años, quien el 21 de mayo de 2006, desapareció de su residencia en Guayanilla y, Kamile Stephanie Burgos, de 12 años, desparecida el 8 de julio de 2006, de su hogar, en San Lorenzo.

Sin embargo, Matías Torres nunca fue procesado por estos crímenes, por alegada falta de evidencia. La condena que se le impuso en el foro federal de 20 años de cárcel y 35 en libertad supervisada, fue porque el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) lo interceptó por acercamientos sexuales a cuatro menores de edad en la Internet.

En el caso de Yeritza, lo incriminaba una bolsa con fotografías de jovencitas, entre ellas, de la adolescente juanadina, que apareció enterrada en el patio de la residencia del hombre en la urbanización Las Delicias en Ponce.

“Ella era una niña muy callada, reservada, era una niña que no le gustaban las fotos, que no le gustaba ponerse traje de baño. Esa fue otra sorpresa para nosotros porque cuando encontraron las fotos de ella enterradas estaba en traje de baño. Las poses en que la pusieron eran horribles y en su carita se le veía como que era forzada”, narró su hermana Lourdes Arrocho Soto, en entrevista vía telefónica desde Estados Unidos con Primera Hora.

Arrocho Soto recordó que las fotografías de su hermana fueron encontradas hace alrededor de 10 años cuando Matías Torres estaba en prisión en Estados Unidos. El hallazgo se produjo cuando supuestamente un sobrino del convicto hacía un hoyo para enterrar un gato y encontró la bolsa con las fotos.

Igual que la familia de la también desaparecida niña, Kamile Stephanie Burgos, la hermana de Yeritza dijo que su familia no fue notificada por las autoridades de que Matías Torres retornaba a la isla para cumplir en probatoria.

“Nos enteramos porque alguien nos informó, el agente que tiene el caso de ella no nos informó, sino que nos enteramos por otro lado… Nosotros no queremos que otras familias pasen por lo que nosotros pasamos. No queremos que otra familia sufra todo lo que nosotros hemos sufrido porque son 21 años y ella sigue estando presente entre nosotros. Todos los días la mencionamos, todos los días pasa algo que nos recuerde a ella”, indicó Arrocho Soto, quien es la mayor de las cinco hermanas. Las demás son: Inés Yajaira, Gysel y Merry Luz.

Sostuvo que no saber con exactitud qué fue lo que pasó “eso es algo que nunca se supera”. Dijo que su madre tuvo que irse a Estados Unidos para recibir ayuda psicológica porque no comía, ni dormía. “Solamente tengo un sobrino que vive donde nosotros vivíamos… Mi mamá sigue con la esperanza de que Yeritza esté viva, pero yo soy consciente de los años que han pasado. Ojalá y mi hermana estuviera viva”, exclamó.

“En estos últimos día, mi mamá ha estado malísima, con estas noticias. Ella está al tanto de la salida (de Matías Torres). Yo se le digo para que no venga alguien y se lo suelte de sopetón”, dijo para agregar que su progenitora reside con ella en Estados Unidos.

¿La Policía e investigadores nunca les han dado alguna conclusión, les han dicho qué ocurrió?, preguntó Primera Hora.

“No. Hace unos meses atrás llamó un agente nuevo que tiene el caso pidiendo fotos de nosotros para hacer un retrato de cómo mi hermana se vería con la edad que tiene ahora. El agente, de la Interpol de Puerto Rico, se comunicó con la familia. Iban a hacer el retrato con las características que yo les dije, con las fotos que les envié de mi mamá, de mis hermanas, de las dos hermanas de ella, que son de madre y padre, pero la foto que la persona hizo no tenía nada que ver con Yertiza”, indicó Arrocho Soto.

Relató que años atrás le hicieron pruebas de ADN a su mamá porque “creo que encontraron unos huesos”, pero nunca le dijeron si hubo resultados. “Todo quedó en nada. Han pasado los años, seguimos reviviendo todo y queda en nada. Es algo muy duro. Cuando se muere una madre, uno es huérfano, pero para un hermano, para una hermana, ¿cómo uno lo dice?, recriminó.

-¿Qué esperas de la nueva investigación?, preguntamos.

“Solamente le pido a Dios que se apiade y tenga compasión de nosotras y podamos saber dónde está mi hermana para nosotros poder cerrar no un capítulo, porque eso nunca se va a superar, pero por los menos saber a dónde llevarle sus flores, a dónde ir a llorarla, a dónde mi mamá pueda decir, ‘mi hija está aquí’ y para que se le haga justicia a ella y a las otras niñas (desaparecidas) también porque sabemos que ella no es la única”, expresó.

Arrocho Soto dijo que Yeritza conoció a Matías Torres a través de una señora, que no identificó. “Ella es la que tiene que saber qué es lo que pasó ahí, pero cada vez que la llaman a declarar lleva una carta del psiquiatra y no pueden hacer nada”, reclamó.

-¿Confías en el sistema de justicia?, inquirimos.

“Sinceramente no… Son muchos años. Se siguen pasando la batuta y no llegamos a nada. De qué vale que sigan pasando el caso de agente en agente si no van a llegar a una conclusión.

Aconsejó a madres y padres a que siempre estén al tanto del acceso que tienen sus hijos al mundo de la Internet y a que siempre sepan con quién los chicos salen de la casa, aunque hayan llegado a la mayoría de edad.

“Mi niña siempre me decía por qué yo no la dejaba salir tanto con sus amigas o ir a casa de sus amigas. Siempre me preguntaba eso y lo único que yo le decía es que no quería que le pasara lo que le pasó a su tía. Todo el mundo no es malo, pero uno tiene que cuidar a los hijos de uno. Si uno no los cuida, ¿quién se los va a cuidar? Mi niña ya tiene 26 años y cada vez que sale le digo: ‘no le aceptes tragos a nadie’, ‘mira con quién te juntas’, ‘está pendiente’, no te alejes de tu bebida”, expresó la madre de 45 años, incapacitada por una condición crónica de salud.

“Lo que me levanta todos los días es mi nieto”, agregó.