Caguas. Mía Verónica Cintrón Rodríguez se apoyaba en su bastón y deslizaba sus manitas sobre los letreros en braille. Leía en voz alta los nombres de las plantas para luego palparlas y sentir su aroma.

Una fina llovizna acariciaba el rostro de la niña de 11 años, residente de Bayamón, mientras recorría junto a otros no videntes el Jardín Sensorial para Ciegos Doña Tinita, una iniciativa única en Puerto Rico, que es parte desde hace unas semanas, del Jardín Botánico y Cultural, William Miranda, de Caguas.

Romero, menta, mirto, gardenia, cariaquillo, mussainda y jazmín estrellado, son algunas de las plantas aromáticas que se encuentran en el jardín sensorial, donde, además del oxígeno de los árboles gigantes y el verdor del césped, el sonido del agua que brota de una enorme fuente en cerámica salpica sobre el pequeño pulmón verde para complementar el ambiente de relajación.

“Fue una buena idea hacer esto, es un bonito parque. Pude tocar las plantas aromáticas y siento que me mojé un poco cerca de la fuente… Eso es lo que me gustó más”, expresó entre risas Mía Verónica, quien padece del síndrome de retinitis pigmentosa, una condición genética progresiva. La acompañaban su madre, su hermano y su abuela.

Mía Verónica Cintrón Rodríguez explora el Jardín Sensorial para Ciegos Doña Tinita, que abrió recientemente en el Jardín Botánico y Cultural, William Miranda, de Caguas.
Mía Verónica Cintrón Rodríguez explora el Jardín Sensorial para Ciegos Doña Tinita, que abrió recientemente en el Jardín Botánico y Cultural, William Miranda, de Caguas. (Ramon "Tonito" Zayas)

Al igual que Mía Verónica, Raysa Rondón Avilés, de 22 años, residente de San Juan y otros miembros de la Federación Puertorriqueña de Deportistas Ciegos, elogiaban el novel proyecto que los mantiene en contacto con la naturaleza y les ayuda a interactuar.

“Creo que es una experiencia que también nos integra a nosotros porque no había otro lugar en el que pudiéramos tocar las plantas y con letreros en braille para que podamos saber qué plantas son exactamente, que podamos olfatearlas y tocarlas”, expresó Raysa.

La joven, con un padecimiento de hipertensión intracraneal idiopática, manifestó que oler y tocar las cosas “es muy importante para nosotros, es como nuestra vista, es nuestro otro sentido porque algunos de nosotros tienen residuo visual y otros son ciegos totales y es importante desarrollar otros sentidos”.

Sostuvo, además, que les ayuda la tranquilidad del parque, el respirar la naturaleza y el oxígeno (de los árboles). “No hay espacios así para nosotros”, subrayó Rondón Avilés, quien dijo que ha informado a otros jóvenes no videntes sobre el recién inaugurado proyecto.

A las hermanas Mariely y Marairis Pérez Zayas el jardín sensorial les pareció “espectacular” y aseguraron que volverán. Las jóvenes de 18 y 21 años, que estaban con su progenitora, sufren de distrofia en la retina, una condición congénita con la que se va perdiendo visión paulatinamente.

Rubén Ocasio Díaz, quien llegó acompañado de su perrita de servicio, Ateira, dijo que el concepto debe ser replicado en otros lugares.

“Esto es una magnífica idea y Caguas, en eso, ha tirado a’lante. Creo que esto es algo que se debe emular en otros lugares como la Universidad de Puerto Rico (UPR), museos, centros comerciales”, indicó Ocasio Díaz, quien estudia un doctorado en tecnología educativa en la UPR y destacó que hay muy pocos servicios educativos y actividades de entretenimiento para la población no vidente.

Compartió que ha perdido su visión a consecuencia de la retinopatía diabética. “Un día me levanté y no veía. No jueguen con el azúcar”, alertó el hombre, natural de Ciales y residente de Río Piedras, miembro de la Asociación de Ciegos de Puerto Rico.

“A mí me ha gustado el hecho de que no haya barreras y que uno pueda tocar las plantas. Yo nunca había sentido el olor del romero. Lo he utilizado en la cocina, pero como es seco, no es lo mismo”, expresó Maritza Escobar Rivera, una enfermera retirada residente de Juncos, paciente de degeneración macular y retinopatía diabética, también parte de la Asociación.

La iniciativa es del Club de Leones

El proyecto, que ubica cerca del edificio de administración del Jardín Botánico de Caguas, es una iniciativa del Club de Leones cagüeño, con la colaboración del Municipio Autónomo de Caguas y donativos privados.

“Hemos hecho realidad un espacio de equidad e inclusión para los ciegos y sus familias. Está diseñado para el disfrute de toda la comunidad, pero muy en especial de los ciegos y ciegas que desean recrearse en este Jardín Botánico”, indicó la presidenta del Club de Leones de Caguas, Nina Valedón, quien inauguró el jardín sensorial.

Valedón dijo que el proyecto lleva el nombre de Saturnina (Doña Tinita) Velázquez Rivera, una fenecida líder comunitaria del barrio Bairoa de Caguas, reconocida por su cuidado y atención a los necesitados, y por su apoyo a las nuevas generaciones.

“Este espacio, jardín sensorial, estimula al menos tres sentidos. Cuenta con una fuente para que su relajante sonido pueda estimular la audición de sus visitantes. Las plantas aromáticas que se presentan podrán ser percibidas por los visitantes tanto por su delicioso aroma como por su interesante textura”, detalló.

Valedón estimó en alrededor de $10 mil el costo líquido de restaurar y habilitar el área del jardín. Dijo que están en espera de un banquito para continuar adornando el espacio verde que fue diseñado por el agrónomo Rudy Santos, su empresa RS Landscaping y su estudiante Luis X. Reyes.

“Igualmente, personal del Jardín Botánico y Cultural William Miranda Marín y del Municipio Autónomo de Caguas realizaron mejoras al área”, añadió.

“Vamos a darle continuidad a este proyecto y vamos a seguir dándole promoción para que la gente venga y lo conozca”, sostuvo Valedón.