Familiares de una embarazada que fue ingresada con una enfermedad severa de COVID-19 hace 44 días en el Hospital Universitario en Centro Médico, en Río Piedras, -donde permanece conectada a un ventilador en una unidad de cuidado intensivo- denuncian un trato hostil, insensible y poco empático por parte de un médico que atiende a la paciente desde el lunes.

Así lo expresaron a Primera Hora la pareja y hermana de Tamara Alvez Rodríguez, una joven madre a la que hubo que hacerle una cesárea de emergencia el pasado 20 de agosto, cinco días después de haber llegado al hospital con fiebre, dificultad respiratoria y un dolor “insoportable” en su espalda (pulmones). La paciente comenzó a sentirse mal el 6 de agosto y para el día 9 de ese mismo mes fue que confirmó que se había contagiado con el virus.

Según dijo Esteban Carrasquillo, la gestante no estaba vacunada contra el COVID-19 “pues estaba esperando una certificación de su ginecólogo para ponerse la vacuna”.

El resto de la familia -Carrasquillo, hermanos y padres de la paciente- están inoculados.

Ese día que llegamos al hospital a ella le faltaba oxígeno y estaba bastante comprometida. Así que decidí llevarla al Centro Médico y allí se quedaron con ella... al segundo día la intubaron y al cuarto día le tuvieron que hacer la cesárea para poder administrarle medicamentos que no se podían aplicar teniendo al bebé adentro”, explicó el joven sobre la fémina que cumplió 24 años el pasado 17 de septiembre.

Según Carrasquillo, afortunadamente la bebé, a la que nombraron Tamirielys Aihnara y nació prematuramente a los siete meses de gestación, está evolucionando muy bien. El hombre, que tuvo que renunciar a un trabajo en el momento en que le otorgarían la permanencia, está a cargo de su cuidado y de otros dos niños, de cuatro y tres años de edad, que tiene junto a Tamara.

La paciente lleva 44 días entubada.
La paciente lleva 44 días entubada. (Suministrada)

La estadía de Tamara en el hospital ha tenido sus altas y bajas dentro de su condición crítica. “Inicialmente estaba consciente y hasta me hizo llamadas por Facetime. Pero luego de eso nos mandaron a llamar que le tuvieron que quitar el teléfono porque la puso ansiosa y de ahí para alante no volví a tener comunicación con ella”, lamentó.

Explicó que durante el periodo de infección se les prohibió visitar a Tamara al hospital, una dinámica que cambió hace tres semanas cuando se les informó que podían verla los lunes, miércoles y viernes en un horario determinado.

“En todo este tiempo estuvimos bien informados por los médicos. El doctor Santiago, que era supervisor, y otros dos médicos de apellido Soto nos trataron muy bien y nos explicaban todo lo que pasaba con ella que, dentro de su condición crítica, estuvo estable en los últimos días. Sin embargo, estos médicos, que repito eran excelentes y respetuosos y hasta uno de ellos me dio un abrazo el viernes, nos explicaron que ya ellos no estarían con Tamara porque el grupo de médicos residentes rota y venía uno nuevo. Este nuevo proceso empezó el lunes y ahí también empezó nuestra pesadilla”, dijo Carrasquillo.

Narró que la incomodidad comienza durante la visita el pasado lunes, cuando el médico a cargo de Tamara en el área de intensivo los recibió a él y a su suegra con un planteamiento inesperado. El médico es de apellido Feliciano.

“Él (médico) llega al cuarto e intenta cuestionarme diciéndome que qué pienso sobre Tamara. Y yo le explico que estoy claro por lo que me han dicho los médicos que ella está en una situación crítica por las secuelas del COVID, pero que está estable. De hecho, le dije que lo último que me habían dicho los médicos era que Tamara había orinado 300ml el sábado y 500ml el domingo y eso era un gran logro porque ella está recibiendo diálisis debido a su condición. Entonces, él me dice: ‘yo te voy a decir que ella está bien malita. Se puede ir ahora mismo, mañana, pasado mañana... ese ventilador está completo’. Después me dice: ‘mi cuñada pasó por lo mismo, perdió su bebé y estaba conectada y la familia decidió desconectarla para que descansara en paz’. El doctor me dijo que me recomendaba que hiciera lo mismo para que la deje descansar en paz y que no la lastime más. Que nos reunamos como familia y tomemos la decisión. Y todo esto en un tono que no era el adecuado y mezclando su situación personal con lo laboral”, denunció Carrasquillo al asegurar que las declaraciones, de índole confidencial, se hicieron frente a familiares de otros pacientes, personal de mantenimiento y profesionales de enfermería.

Alegó que los testigos de lo que ocurrió no salían de su asombro ante lo que escuchaban, al tiempo que él y la mamá de Tamara se mostraron afectados emocionalmente.

“Después me dijo que lo único que salvaba a mi esposa es un trasplante de pulmón y me dijo: ‘y te digo la verdad, esos trasplantes no se hacen en Puerto Rico... ustedes tienen que tomar una decisión’”, instándolo nuevamente a que abandonara cualquier esperanza de recuperación de la paciente.

“Pero es el tono en el que lo dijo, con molestia y poca empatía... además, hasta con poca ética”, denunció.

“Pero eso no queda ahí... a Tamara le terminaron de dar la diálisis y empezaron a sonar las máquinas. Las enfermeras preocupadas fueron a buscarlo al área donde ellos cogen el ‘lunch’ y la respuesta de él fue: ‘no me digas que es en la camilla ocho (la de Tamara) y hizo así (hace gesto de un suspiro proveniente de cansancio). Entonces se paró cuando quiso y empezó a caminar bien lento, lo más lento que podía, y le dijo a la enfermera: ‘mira cómo corro’. Eso es una burla y nos incomodó. Yo empecé a orarle a Dios para que me diera paciencia y no me permitiera hacer cualquier locura, pero la verdad es que no fue fácil bregar con este médico tan insensible y tan falta de humanidad”, acotó.

Tras el incidente la familia salió del hospital aturdida, confundida y frustrados con el trato recibido.
Tras el incidente la familia salió del hospital aturdida, confundida y frustrados con el trato recibido. (Suministrada)

Tras el incidente la familia salió del hospital aturdida, confundida y frustrados con el trato recibido. “Hasta se nos olvidó el nombre del médico”, dijo Carrasquillo que describió al doctor como una persona “bajita, de pelo rizo bajito, flaco y con espejuelos”. “Que busquen en el sistema y vean cuál fue el médico que atendió el lunes a Tamara. Ahí ellos sabrán rápido quién es”, dijo.

Primera Hora solicitó una reacción a la administración del Hospital Universitario. Pero al cierre de esta edición no se habían realizado expresiones. En cambio, tras nuestro pedido a la institución hospitalaria, personal del lugar contactó a la familia de Tamara para una reunión hoy, pero posteriormente la repautaron para ayer mismo.

“En la reunión estuvimos la mamá de Tamara, que fue hasta allá, y yo por teléfono. Nos atendió el director médico, de apellido Vergara, le dije lo que pasó y la forma en qué pasó. Él dijo que se iba a reunir con el doctor. Le dije que ese médico no respetó Ley HIPAA ni tuvo buen trato con nosotros. Es cuestión de saber hablar, tener empatía y ética al no querer hablar cosas personales mezcladas con su trabajo. Además, del tono que utilizó”, manifestó Carrasquillo.

“Es que me molesta y me da mucha tristeza que haya médicos así porque deberían ser más empáticos y mejores seres humanos. Nosotros vamos a presentar una querella porque queremos que la administración tome acción sobre esta persona y su comportamiento. Exijo que tomen acción porque nosotros tuvimos una experiencia diferente con los otros médicos cuando el trato fue excelente. Entonces, si ellos pudieron mantener esa empatía y ese trato humano con Tamara, él también lo puede hacer. Mi miedo ahora es que ya vi cómo fue su trato”, puntualizó.

Mientras, la esperanza es que Tamara regrese a su hogar en Cataño.

La pequeña Tamirielys Aihnara nació prematuramente a los siete meses de gestación y está evolucionando muy bien
La pequeña Tamirielys Aihnara nació prematuramente a los siete meses de gestación y está evolucionando muy bien (Suministrada)

“Ella es una guerrera y está luchando por vivir y regresar a casa con sus tres hijos. Si queda enfermita, conectada a una máquina de diálisis o a una máquina de oxígeno no me importará. Ahí estaré para cuidarla por el tiempo que sea. Y así mismo se lo pido a Dios. Anoche mismo me arrodillé e la sala y empecé a orar por ella. Yo decía: ‘Señor, sánala... déjame traerla a casa’. Y el nene de tres años me vio, me abrazó y me dijo: ‘papá, mamá va a estar bien’. Acho eso me hizo llorar. Esto me tiene devastado, de verdad. Ha sido bien difícil bregar toda esta situación con los dos nenes preguntando siempre por su mamá y con una bebé recién nacida”, expresó Carrasquillo, al describir al “amor” de su vida como una joven alegre, buena madre y cariñosa.