Yabucoa. “Mi casita se está cayendo en cantos”. Un continuo desprendimiento de pedazos de cemento del techo, varillas expuestas, filtraciones y grietas en las paredes son el escenario que enfrenta a diario la septuagenaria Rosa Pagán de Alba, quien desde el paso del huracán María en el 2017 lucha por dormir tranquila en un hogar digno, pero sus esfuerzos han sido infructuosos.

La estructura, ubicada en el barrio Camino Nuevo, sector El Negro, amenaza la seguridad y calidad de vida de “Rosin”, como cariñosamente la conocen, y la de sus mascotas. Y es que viven en condiciones deplorables. “Esa casa no sirve, si la vieran por dentro... Eso (parte del techo) cayó y por poco me mata, yo estaba pará ahí adentro. Esa casa está toda destruida. Las ventanas las cierro de noche con unos palos, porque no sirven. A mí hasta vergüenza me da. No me gusta estar pidiendo, pero yo necesito ayuda”, dijo llorosa la mujer y en tono desesperado.

Encima de las tétricas condiciones descritas, doña Rosin se ve obligada a hacer malabares para tener algo de energía en su casa. Y es que, la vivienda solo tiene electricidad en un receptáculo. Ahí todas las noches instala una pequeña luz y, por medio de una extensión que tiene guindada por el techo de la casa, es que puede pasar algo de energía para mantener prendida su nevera.

“Cuando llueve, se moja todo. Se me moja la camita esa que me trajeron. En la casa no hay luz, nada. La cablería está afectada, aquí no hay luz en el techo ni en ningún lado. Solo un enchufe. Yo me alumbro con una bombillita que compré. Es una cosa bien terrible”, relató. Y, como si no fuera suficiente, desde el impacto del huracán hasta hace dos meses, Rosin no tenía agua por no poder costear el servicio. Durante estos años, la septuagenaria tuvo que ingeniárselas con mucho esfuerzo para suplirse del preciado líquido.

“Hace dos meses que yo vengo a tener agua desde María. Yo dije: ‘yo la pago con lo que sea’. Ahí atrás hay galones y yo iba a buscar agua con esos galones y el trapo de carrito blanco ese para tener un poco de agua”, explicó la mujer, quien aludió a las condiciones de salud que enfrenta y que complican su situación. “A mí me dio un infarto ahí, me morí tres veces y las tres veces me revivieron. Creo que Dios no me quiso allá arriba todavía”, dijo.

Además de los daños y el deterioro evidente de la estructura, la envejeciente solo cuenta con energía en uno de los receptáculos y pudo reconectar el servicio de agua hace dos meses, desde el paso del huracán María que desoló la zona hace casi cinco años.
Además de los daños y el deterioro evidente de la estructura, la envejeciente solo cuenta con energía en uno de los receptáculos y pudo reconectar el servicio de agua hace dos meses, desde el paso del huracán María que desoló la zona hace casi cinco años. (XAVIER GARCIA)

Sin embargo, doña Rosin expresó que ha hecho acercamientos, tanto al gobierno municipal de Yabucoa como a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), pero destacó que todo se ha quedado en promesas de demoler y construir una nueva vivienda.

“Aquí a todo el mundo le dieron (ayudas), todo el mundo cogió algo, le hicieron casas. Aquí vino FEMA y un ingeniero y me decía: “calma, mamá, que se te va a hacer la casa”. Me dijeron: ‘la vamos a tumbar, la vamos a tumbar. Nosotros nos vamos a llevar todo el cemento ese y te vamos a hacer la casita’. Y, todavía estoy esperando, ni en la lista aparezco. Ha venido todo el mundo a ofrecerme y nadie hace nada. Es un abuso. Yo lo que quiero es ser feliz. Me han desecha’o de todo y dije que no volvía más”, expresó desesperanzada la septuagenaria. Incluso, Rosin asegura que previo al paso del huracán, había solicitado unas ayudas federales para materiales de construcción y que se las habían aprobado, pero aún desconoce dónde están.

“Antes de María yo luché unos materiales con los federales de Yabucoa, y no ha aparecido nada. (Dijeron) que yo tenía que irlos a buscar donde los tienen. Pero, ¿qué se yo? ¿Cómo van a mandarme a mí a buscarlos?”, cuestionó la mujer. “Ya no me queda mucho aquí en este mundo. Ya mismo me voy”, agregó. Asimismo, Rosin emplazó al alcalde de Yabucoa, Rafael Surillo, para que llegue hasta su hogar y vea las condiciones en las que pasa sus días.

“Al señor alcalde, yo le pido que me visite aquí para que él vea las condiciones en las que yo vivo, porque ya esto lleva mucho tiempo. Yo estoy enferma, miren cómo yo estoy, padezco de circulación. Yo no duermo aquí de noche tranquila, no tengo luz, lo que tengo es una bombillita. Yo aquí no tengo nada, lo que tengo mi sobrinita me lo trajo”, clamó.

Se compromete el alcalde

Por su parte, Surillo dijo tener conocimiento de la situación de la septuagenaria. Sin embargo, aseguró no contar con los fondos en las arcas municipales para poder ayudar con la residencia, aunque sí se comprometió con darle seguimiento al caso para que se den ayudas a través del Departamento de la Vivienda.

Yo sé cuál es el caso y lo voy a coger para trabajarlo. Voy a coger el casito y lo voy a verificar porque Vivienda reactivó otra vez ese programa de R3 (Programa de Reconstrucción, Reparación y Resiliencia) para ver cómo le podemos ayudar a doña Rosa, porque el municipio no tiene fondos municipales para poder hacerlo, tiene que ser a través del Departamento de la Vivienda. A eso tengo que darle seguimiento”, se comprometió el alcalde.

Pagán explicó que cada vez que llueve, su humilde cama se moja.
Pagán explicó que cada vez que llueve, su humilde cama se moja. (XAVIER GARCIA)