Desde ayer, un aproximado de 76,000 personas de 12 años en adelante en Puerto Rico tienen acceso a recibir la tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19, al pertenecer a un grupo con un sistema inmunitario debilitado por ser pacientes con un trasplante de órgano, médula ósea o padecer otras enfermedades que tengan un efecto de inmunodeficiencia moderada o grave.

Así lo explicó a Primera Hora la principal oficial médico del Departamento de Salud, Iris Cardona, al destacar que la cifra de candidatos representa el 2.7% de la población hábil a vacunarse en Puerto Rico, una cifra porcentual que, según datos estimados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos, representa el pequeño grupo de la sociedad que tiene un sistema inmunosuprimido. En Estados Unidos, se estima que la dosis adicional impactaría a unas 9 millones de personas.

El pasado 12 de agosto la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) enmendó las autorizaciones de uso de emergencia (EUA) para las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer y Moderna con el fin de permitir el uso de una dosis adicional en ciertos individuos inmunodeprimidos, específicamente, para aquellas personas receptores de trasplantes de órganos sólidos o a quienes se les haya diagnosticado afecciones de salud que les provoca una inmunodepresión.

Tras el anuncio de la FDA, el Comité Asesor sobre Prácticas de Vacunación de los CDC se reunió el viernes pasado y discutió las recomendaciones clínicas relacionadas a las personas inmunodeprimidas a fin de establecer quiénes particularmente pertenecen a este grupo poblacional.

Puerto Rico, como territorio de Estados Unidos, participó de la discusión donde se determinó que la tercera dosis se aplicaría a seis grupos en particular que “tienen mayor riesgo de desarrollar una enfermedad severa si se enferman con SARS- CoV-2 y producen una infección prolongada”.

“Estos son grupos que desarrollan menos anticuerpos neutralizantes que los que desarrollan los inmunocompetentes”, acotó Cardona al agregar que hay personas que nacen con inmunodeficiencia, mientras que hay otras que la adquieren a lo largo de la vida por medio de enfermedades o tratamientos.

¿Quiénes son los elegibles para la dosis adicional?

Las seis grupos que cualifican para la tercera dosis son los siguientes: pacientes trasplantados de órganos; pacientes trasplantados con médula ósea; personas que reciben tratamiento activo para cualquier tipo de cáncer o tumor; personas con inmunodeficiencias primarias moderadas o graves (síndromes DiGeorge y Wiskott- Aldrich); aquellos con infecciones de VIH avanzadas o sin tratamiento; y pacientes que toman corticosteroides de alta dosis, agentes alquilantes, antimetabolitos, agentes quimioterapéuticos, así como inmunomoduladores.

“En este último grupo caen algunas enfermedades reumatológicas, enfermedades inflamatorias del intestino o gastrointestinales y algunas neurológicas”, detalló Cardona.

Mencionó que cerca de 300 proveedores fueron orientados ayer sobre las guías que rigen el proceso en el que no se le exigirá a los pacientes alguna certificación, referido médico o evidencia de que pertenecen a los grupos autorizados.

“Eso sería poner una barrera que no queremos en el proceso”, dijo la también infectóloga pediátrica.

Es importante señalar que pacientes con condiciones crónicas, como diabetes o asma no caen entre los grupos a considerarse en la vacuna adicional.

“Desde ya (ayer) los proveedores pueden administrar la tercera dosis. Supongo que ya algunos lo hicieron y así lo deben ir reportando poco a poco en el sistema. Se les dieron recomendaciones específicas. Por ejemplo, el proveedor que tenga una oficina puede ir citando pacientes. Si es farmacia y tienen expediente médico de los pacientes los pueden ir llamando. De igual forma, los pacientes identificados en algunos de los grupos pueden ir a algún proveedor y solicitar su vacunación. Eso sí, se les pedirá una información sobre el tipo de condición, tratamientos, entre otras que hay que registrar en una hoja de cernimiento”, subrayó Cardona al recomendar a los ciudadanos consultar sus casos con sus médicos de cabecera.

A preguntas de este diario, la funcionaria dijo que no se tiene un censo establecido por cada uno de los grupos, aunque mencionó que hay números aproximados, por ejemplo, en el renglón de trasplantados y pacientes VIH.

“Sabemos que en el grupo de trasplantados hay poco más de 3,000 candidatos a la tercera dosis de la vacuna, mientras que el VIH por ser una enfermedad reportable, también nos permite tener un número”, destacó.

Según el último informe generado por el Programa de Vigilancia VIH/SIDA del Departamento de Salud en Puerto Rico hay 16,600 pacientes recibiendo servicios o tratamientos. En cambio, se estima que hay otras 1,800 personas que no están registradas al programa.

“Este ejercicio de vacunación servirá para ir estableciendo esa estadística completa”, dijo Cardona.

De otra parte, la doctora explicó que la tercera dosis debe aplicarse 28 días después de haberse inyectado la última vacuna. Mientras, destacó que, por el momento, el producto de Johnson & Johnson no está autorizado a utilizarse en esta fase de dosis adicional en pacientes inmunocomprometidos.

Sostuvo que los pacientes hábiles para recibir la tercera dosis deben sentirse seguros de aplicarse la inyección, pues tres estudios realizados en Estados Unidos probaron que no hay efectos adversos sobre el organismo, más allá de los que ya se conocen con las dosis regulares.

Al contrario, enfatizó en los aspectos positivos de una tercera dosis ya que este tipo de pacientes desarrolla una menor cantidad de títulos de anticuerpos y, por lo tanto, la eficacia de la vacuna baja en comparación con una persona con un sistema inmune competente.

“En lugar de un 95% pudiera bajar hasta en un 60%... y viendo lo que pasa con las variantes como la Delta, sabemos que son precisamente en estos grupos donde están las personas propensas a desarrollar una enfermedad severa de COVID-19. En Estados Unidos, por ejemplo, el 40% de los hospitalizados son personas inmunocomprometidas”, explicó.

“Sin embargo, hay una serie de estudios que confirman que con una tercera dosis estos pacientes aumentan los anticuerpos neutralizantes y pueden subir esa eficacia hasta en un 68% a 70%”, manifestó.

La determinación de la FDA de autorizar una tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19, surge en medio de otro peligroso repunte de contagios dentro de la pandemia, esta vez ocasionada por la transmisión comunitaria con la variante DELTA la cual es mucho más contagiosa y provoca enfermedad más severa, particularmente en poblaciones vulnerables que han visto reducida su capacidad de combatir infecciones y otras enfermedades.

En el caso de Puerto Rico, se ha percibido un avance de contagios en el último mes donde la positividad se ha elevado a un 11.5% de manera sostenida, a pesar de los esfuerzos del gobierno por avanzar en la vacunación y limitar las actividades que conducen a aglomeraciones a los no vacunados.

Actualmente, en la isla se ha vacunado contra el COVID-19 el 59.4% de la población, mientras que un 69% ha recibido al menos una de las dosis recomendadas.

Respecto a los contagios, un análisis realizado por este diario confirma que entre el 1 y el 16 de agosto se han registraron por pruebas moleculares 7,232 casos únicos. El 9 de agosto fue el día con el mayor registro cuando se alcanzaron 1,006 casos. En todo el mes de julio se identificaron 4,854 casos únicos.

Mientras, en lo que va de agosto han fallecido 93 personas a causa del virus, tres veces más que las personas que perdieron la vida por esta causa en julio cuando se registraron 29 decesos por coronavirus.

Cercano el “refuerzo” para la población general

En el caso de las personas sanas, algunos científicos han establecido que la inmunidad producida por las vacunas pudiera disminuir o reducir su eficacia con otras evoluciones del virus, por lo que será prudente la administración de un “refuerzo” o “booster” que proteja de la cepa original y sus variantes, como es el caso de la peligrosa Delta.

De hecho, esta semana el presidente Joe Biden habló sobre la cercanía de esta posibilidad para la población general.

Sobre este particular, la doctora Cardona explicó que en el caso del “booster” o “refuerzo” de la vacuna se trata de otro proceso diferente a la tercera dosis que se autorizó la semana pasada pues, es un producto que se administra después que existe una respuesta inmune inicial, pero que disminuye con el tiempo.

“Los refuerzos o ‘booster’ son diferentes al término de ‘dosis adicional’. Y esto no es nuevo en el vocabulario de la vacunación. Es precisamente lo que ocurre anualmente con la vacuna de influenza o, por ejemplo, cada 10 años con la del tétano”, explicó.

Mientras, recordó que este “booster” todavía no ha sido aprobado por la FDA, aunque es algo que pudiera ocurrir “prontamente”.

“El presidente ya habló sobre ese tema y sabemos que estaría dirigido para casi toda la población, pero se dividiría por fases impactando primero a las personas de edad avanzada, a los que tienen enfermedades crónicas y a los profesionales de la salud. Pero aun no tenemos muchos detalles. Precisamente, el 24 de agosto (próximo martes) hay una reunión. Ahí sí que debemos planificar y tener una logística más detallada”, acotó.

El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, ha informado que es muy probable que en algún momento todos necesiten un refuerzo de la vacuna contra el COVID-19.

De otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le ha pedido a los países desarrollados que han avanzado en su proceso de inoculación que retrasen ese “booster” hasta poder priorizar la distribución de vacunas entre países más pobres y desfavorecidos.