No lo dejen morir. Ese fue el reclamo del presidente del Banco Gubernamental de Fomento (BGF) Alberto Bacó ante la opción de que se liquide esa institución por los problemas fiscales que presenta.

Según explicó, el gobierno siempre va a necesitar una estructura que ayude a financiar proyectos como los de vivienda de interés social y otros, que a la banca privada no le interesa. Dar por terminadas las funciones del BGF y volver a crear otro banco similar le costaría el doble al gobierno.

“El banco es un instrumento que volverlo a hacer tendría un costo billonario. Si ya lo tenemos, tenemos el mecanismo, la estructura, el sistema, sinceramente entiendo… duplicar eso sería un desperdicio de fondos y va a hacer que bonistas, acreedores, cooperativas tuvieran pérdida mayor y eso no es lo que recomendamos”, afirmó durante las vistas de transición.

El funcionario aseguró que el mismo gobierno le falló al banco al tomar prestado para solucionar su crisis fiscal y luego no pagaba lo que debía. Enfatizó que esa práctica fue la que quebró al banco y no que se hicieran procesos incorrectos.

No obstante, si se toman las medidas adecuadas y se vuelve a concentrar en su misión primordial de prestar dinero para obras públicas, el banco puede sobrevivir.

También haría falta mejorar la gobernanza del banco para que se incluyan representantes tanto de empresas privadas, como del sector cooperativista y que no dependa del vaivén político-partidista.

Sugirió crear más alianzas público privadas para el mercadeo y promoción de proyectos y que se recapitalice el banco empezando por mirar cuántos créditos se otorgan que no son indispensables o que no rindan fruto.

El presidente del Banco reconoció por otra parte que hay $188 millones de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) que están congelados y corresponden al Fondo Rotatorio de Agua. La agencia ha enviado cartas advirtiendo que tomarán acciones legales si ese dinero no se hace disponible.