La maestra de español Sheila Mercado está convencida de que las manifestaciones que durante la semana pasada protagonizaron docentes, en diferentes frentes, por mejores condiciones laborales son parte del trabajo que hacen para enseñar a las próximas generaciones.

“El maestro luchando también está enseñando. Dondequiera que nos paremos somos ejemplos de lucha. Somos ejemplo de lucha. La lucha no solamente se da en el salón de clases. Se le enseña (al estudiante con el reclamo y las manifestaciones) justicia y dignidad”, sostuvo Mercado.

La educadora aseguró que se unirá el miércoles a la manifestación convocada por la Federación de Maestros, y otras organizaciones magisteriales, a partir de las 8:00 a.m. desde el parque Luis Muñoz Rivera, en Puerta de Tierra, hacia La Fortaleza. Ese día, en la mansión ejecutiva se celebrará una reunión entre funcionarios de gobierno y líderes magisteriales.

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En una asamblea, la Federación de Maestros acordó unirse a las protestas magisteriales en reclamo de un alza salarial y un mejor retiro que, hasta el momento, habían trascendido como esfuerzos “autoconvocados” por docentes en redes sociales.

“El tiempo de esperar se acabó y es momento de unirnos todas y todos en una sola voz. Ese día (el miércoles) las clases son desde la calle”, afirmó Edwin Morales, vicepresidente de la Federación de Maestros.

“Nuestro llamado es al pueblo en general. Hay que hacer un frente en común en defensa de nuestra educación y maestras y maestros que merecen que se les trate con respeto”, añadió Morales.

El magisterio se tiró a las calles del Viejo San Juan para caminar desde el Capitolio hacia la mansión ejecutiva en protesta.

Mercado es reflejo de las vicisitudes que pasa el magisterio. La maestra en la escuela Juan B. Miranda, de Guaynabo, posee una maestría y créditos doctorales, pero el bajo salario que recibe en ocasiones hasta le impide comer con regularidad.

“Yo sobrevivo de cheque a cheque. A veces dejando de pagar unas cosas para poder pagar otras”, indicó.

“Yo a veces me tengo que acostar sin comer (llora). Tengo que hacer una comida al día o dos comidas al día porque si no, no me da (el dinero). Son muchas las noches que yo tengo que hacer solamente la comida del mediodía y por la noche acostarme con una batida de frutas o una galleta para entonces al otro día ir para la escuela porque si no, no puedo”, contó.

Relató que gana mensualmente $2,000 sin contar las deducciones.

“Cuando tengo todas las deducciones, yo me quedo con $821 con algo (quincenal). De ahí yo tengo que sacar para pagar mi guagua, que paga cerca de $500. Tengo que pagar el mantenimiento del condominio de $177, que es alto. Yo soy madre soltera. A pesar de que mis hijos ya son adultos porque el mayor tiene 27 años, tengo una hija de 24 (años) que tiene condiciones especiales... Los medicamentos son caros. Sí, tengo la ayuda del papá, pero comoquiera es un gasto que uno tiene y preocupaciones. Tengo un préstamo con un banco”, sostuvo la mujer de 55 años.

Agregó que no se marcha de la isla, sobre todo teniendo en Luisiana a una hermana que también es maestra y gana más dinero, por no dejar a sus padres solos en la isla.

“Son las peripecias de la vida, las que uno hace para uno poder echar pa’lante. Son cosas que nadie sabe. Solamente personas allegadas (saben) del hambre que uno pasa, las situaciones y las vicisitudes”, sostuvo.

La maestra dijo que fue reclutada por el Departamento de Educación en el 2001, pero previamente estuvo 12 años dando clases en colegios privados y universidades.

“Las universidades tampoco quieren pagar. Solo te dan clases si hay matrícula. Ya no te están dando la permanencia”, dijo para explicar por qué ya no quiere ofrecer clases en las universidades.

Mercado lamentó que su profesión no sea valorada en Puerto Rico. Por eso, apoya las manifestaciones de los educadores.

El salario base del maestro del Departamento de Educación es de $1,750 mensuales sin deducciones.

El Plan de Ajuste, aprobado en enero, congela el plan de pensiones de los maestros y extiende la fecha de jubilación a los 63 años. Asimismo, permite que los docentes coticen para el Seguro Social, a partir del 15 de marzo, cuando entra en vigor. Mientras, el Plan Fiscal otorga un aumento salarial, dividido en dos fases, de $470 al mes, pero condicionado a métricas de asistencia.

Los maestros María Cristina García Rodríguez y Jorge Emmanuel Báez Pagán también dijeron estar dispuestos a seguir la lucha hasta que sea necesario.

Báez Pagán reside en Guaynabo, pero viaja todos los días a la escuela Alfonso Casta Martínez, en Maunabo. Eso requiere un gasto de gasolina en su cheque de $850 quincenal, dijo el maestro de historia.

“Yo gasto mensualmente $260 en gasolina, más si como afuera, el almuerzo… lo más que me sacan es para el retiro. Tengo 35 años y me retiraría con una miseria. Me faltan 38 años (para jubilarse)”, contó.

“No va a haber detente. Esta lucha continuará hasta que se nos tome en consideración”, reclamó.

Se mostró confiado de que estudiantes y padres apoyen al magisterio en su reclamo porque se han encargado de explicarles los problemas que enfrentan.

La situación no es distinta para García Rodríguez, maestra en asistencia tecnológica en una escuela pública de Mayagüez. Es viuda y llegó a la asamblea general con su niño de dos años.

“Llevo 10 años como maestra. La limitación o cómo yo me veo afectada con este Plan de Ajuste a la deuda es que al cabo de 63 años de edad yo quedo con una pensión de $430. $330 de ellos serían de forma vitalicia y el restante es la pensión del híbrido. Definitivamente, ahora mismo nadie sobrevive con eso, ni más adelante nadie va a sobrevivir”, contó la maestra, quien tiene un salario de $1,941 mensual, pero obtiene poco más de $1,200 al mes cuando se le hacen las deducciones.

Lamentó que tampoco Educación le ayude con los gastos de sus estudios conducentes a una maestría, como se hacía en el pasado con el programa denominado Carrera Magisterial.

Apuntó que “sobrevive” con el dinero del Seguro Social que recibe para su pequeño tras la muerte de su esposo.

“No tengo un segundo trabajo, porque tengo el nene y solo cuento con el cuido que me ofrece mi mamá. Mi situación, aunque es particular, es básicamente el rostro de muchas de las mujeres (maestras) que trabajan para Educación. Es detrimental”, apuntó.