Desde su habitación en el centro de cuidado prolongado Miramar Living, en San Juan, don Gil Lebrón reconoce las dificultades emocionales que le ha provocado el distanciamiento obligatorio que ha tenido con sus hijos -Eggie y Danette- en medio de la crisis por la pandemia del coronavirus, pero prefiere enfocar sus energías en pensamientos positivos y aprovechar los encuentros virtuales que tiene a diario con sus vástagos quienes, aun en la distancia, le han planificado una “sorpresa” para el Día de los Padres.

A más de tres meses de un cierre forzoso por parte del gobierno y en medio de una reapertura comercial y recreacional, los centros de cuidado prolongado en Puerto Rico han continuado con un riguroso protocolo que prohíbe las visitas de familiares y amigos a los residentes, como mecanismo para prevenir una aceleración de contagios en estos lugares en los que se alberga a la población más vulnerable para la enfermedad de la COVID-19.

Hogares de ancianos y otros centros de vivienda para adultos mayores están cerrados al público, y el acceso se limita al personal esencial, los trabajadores del área de la salud y los proveedores. Según las pautas de los Centros de Medicare y Medicaid (CMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las visitas solo pueden ingresar en “situaciones de atención compasiva”, como cuando un residente está cerca de la muerte.

Eggie trabaja en Alemania, donde don Gil lo ha visitado.
Eggie trabaja en Alemania, donde don Gil lo ha visitado. (Suministrada)

Este escenario de restricción frustró el plan que tenía Eggie Lebrón de llegar desde Alemania -su país de residencia- hasta la isla para compartir con su progenitor, como acostumbra todas temporadas de Navidades y primavera. El plan se deshizo tan pronto se declaró la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 que obligó a los gobiernos a entrar en cuarentenas que se extendieron por más de 90 días.

Sin embargo, Eggie y su hermana Danette establecieron que diariamente se comunicarían por Facetime (aplicación de videollamadas) dos veces al día con su progenitor, un hombre que en noviembre cumplirá 90 años.

“Para mí ha sido un poquito triste, pero a la vez contento de poder estar aquí donde me cuidan mucho. (Además), puedo ver a mis hijos dos veces al día por Facetime… nos mantenemos en contacto todo el tiempo. Él (Eggie) ha sido un hijo muy diligente y siempre preocupado por mi y en ese lado, estoy contento de tenerlo. Y a mi otra hija también”, cuenta nostálgico don Gil durante una entrevista virtual en la que también participó su hijo desde Alemania.

Para Eggie “tampoco ha sido fácil” porque la preocupación de cómo estaría su padre durante la crisis sanitaria lo consumía. “Sobretodo, por la población mayor a la que pertenece papi”, cuenta haciendo referencia a la alta tasa de mortalidad y contagios que han confrontado los adultos mayores de 60 años con el novel coronavirus.

“Siempre nos reuníamos diario por Facetime, pero desde que comenzó esto ahora lo hacemos dos veces al día… nos mantenemos en contacto sobre la salud, los eventos, la familia… en primavera hubiera estado con él, pero ese viaje ha sido pospuesto por ahora hasta que se pueda visitar nuevamente”, distingue Eggie, quien acostumbra a llevar a su padre de turismo interno cada vez que visita a la isla.

Como parte de la dinámica de encuentros virtuales don Gil y sus hijos practican el idioma alemán una vez a la semana. “Papi, estaba cogiendo clases de alemán antes de la pandemia y como eso se suspendió decidimos que lo haríamos entre nosotros una vez a la semana… y ha sido divertido”, expresó.

En cuanto a la celebración del Día de Padres todo es una expectativa para don Gil, quien ya recibió una carta y un regalo desde Alemania por parte de su hijo, pero no puede abrirlo hasta el domingo. “Esas son las instrucciones, así que no me he atrevido”, dijo sonriendo el hombre de edad avanzada.

“Siempre planificamos algo para ese día y nos reunimos… papi es poeta y siempre le gusta leer sus poesías. También bailamos mucho, eso es algo que nos gusta hacer mucho en familia porque a él le encanta bailar… y este año le tenemos una sorpresita que no podemos decir”, manifestó sin revelar más detalles el optómetra que labora en una clínica de una base militar de Alemania hace 21 años.

La población de 60 años o más en Puerto Rico se estima en unos 875,000 individuos de los cuales el 3% viven en centros de cuido prolongado o vivienda asistida.

En Puerto Rico, la restricción de acceso a estos centros de cuido prolongado durante la pandemia se ha regido por unas guías establecidas por el Departamento de la Familia, agencia que no ha comunicado si en la próxima fase de reapertura (que comenzará el 1 de julio) se flexibilizarán las visitas a estos lugares.

Recientemente, trascendió públicamente que la presidenta de la Asociación de Dueños de Centros de Cuidado de Larga Duración, Juanita Aponte Morales, solicitó al gobierno auscultar esta posibilidad pues los residentes necesitan interactuar físicamente con sus familiares a través de alternativas seguras.