No hay tregua con lo que se avecina y el doctor Jaime Piñero Parés lo sabe. Trabaja como emergenciólogo en varias salas de urgencia en el sur de Texas, en Estados Unidos, y en estos días ha comenzado a digerir que el cargado escenario que de por sí hay en estas clínicas recrudecerá ante la acelerada propagación del coronavirus COVID-19 en el país.

Y allí está él, en la primera línea de defensa -como muchísimos galenos alrededor del mundo- haciendo frente para darle la batalla a esta novel enfermedad que hasta hoy ha contagiado a 441,187 personas y ocasionado la muerte de 19,784 en 172 países, según datos publicados en el cálculo a tiempo real que realiza la Universidad John Hopkins.

De la totalidad de contagios mundiales, más de 55,568 se han reportado en Estados Unidos. De estos han muerto 809 personas. Aunque Nueva York, New Jersey, California y Washington son los cuatro estados con un cuadro crítico de casos, en Texas la situación es preocupante pues ocupa la posición número 12 con contagios entre los 50 estados y los territorios estadounidenses.

Las últimas cifras indican que en Texas unos 1,031 individuos han dado positivos al COVID-19 y de estos 13 han fallecido. En la ciudad de Laredo, donde labora el doctor Piñero Parés, las autoridades gubernamentales han detectado 10 casos en los últimos días. La población en Laredo es de 264,000 personas aproximadamente.

“Puedo decirte que el escenario es algo sombrío. Estamos preparados pero, obviamente, como todo el mundo, tenemos incertidumbre porque esto es algo que nadie -ni de nuestra generación ni de la previa- se había enfrentado. Lo más cercano que tuvimos fue el brote de la gripe porcina hace 10 años y con el SARS (otro tipo de coronavirus) que también llegó de China”, destacó el médico, nacido y criado en San Juan y radicado en Texas hace seis años.

Indica que el temor que experimenta la clase médica es ese que proviene al no saber qué ocurrirá en cuestión de días y semanas.

“Estamos viendo países como Italia y España, y aquellos médicos que estamos siguiendo y estudiando las estadísticas sabemos que por ahí viene”, sostuvo al hacer la salvedad de que estos países han confrontado problemas para atender la crisis “aun cuando tienen unos sistemas de salud envidiables”.

Su plano de referencia para seguir la trayectoria del virus y establecer alguna proyección es lo que ocurre en jurisdicciones como Nueva York. Dijo que se espantó cuando un día vio las estadísticas de casos positivos en 13,000 y en menos de 24 horas esa cifra había subido a 20,000 en la ciudad de La Gran Manzana.

“Obviamente, por la proximidad que tenemos estamos preocupados. Lo que hemos estado tratando de promover es la distancia social pero veo que no está siendo muy efectivo. No estamos manteniendo la distancia. Incluso, estoy viendo confusión en aquellos que piensan que guardar distancia es ir a casa de un amigo. Y de eso no se trata. Esto es algo serio, desconocido, pero serio”, orientó.

El emergenciólogo dijo estar pendiente a todo lo que acontece en Puerto Rico respecto al desarrollo de la propagación del virus y comparó las limitaciones que enfrentan los médicos de la isla con las pruebas diagnósticas con lo que experimentan los galenos en Texas.

“No tenemos suficientes kits… esto no es un problema solo en Puerto Rico, sino en Estados Unidos. Y otro problema que estamos confrontando es que estamos en una temporada en que estamos viendo cuadros similares pues por un lado están las alergias por el polen de la primavera, tenemos casos de influenza y otras condiciones gripales. Así que lo que hacemos es usar los recursos lo mejor que podamos y, como están haciendo en Puerto Rico, todo paciente sospechoso lo primero que hacemos es la prueba rápida de influenza. Si esa prueba llega negativa, pues pasamos al panel respiratorio que es el que detecta micoplasma y si eso sale negativo pues recurrimos al kit del coronavirus”, detalló.

Al momento, de las pruebas que ha realizado, cuatro han resultado positivas al COVID-19, pero destacó que el primer caso fue un contagio comunitario lo que levantó alerta.

Indicó que aunque las pruebas se toman en las salas de emergencia las mismas se procesan en un laboratorio del Departamento de Salud del gobierno en San Antonio. “Esos resultados tardan de 3 a 4 días… ante ese panorama lo que hacemos es poner en aislamiento al paciente y darle el tratamiento correspondiente a sus síntomas porque no podemos olvidar que a diferencia del micoplasma o de la influenza para el COVID-19 no tenemos un tratamiento específico… así que en ese sentido el resultado de la prueba es bien importante pero porque es una pieza del rompecabezas para seguir ese perfil epidemiológico”, expresó.

Otro asunto que le perturba es ver el ataponamiento de pacientes en los hospitales de otros países. A su juicio, si ese panorama se experimenta en su área de trabajo “puede causar muchos problemas”.

“Pueden comenzar a enfermar las enfermeras, los médicos y el resto del equipo… y muchos lugares no están preparados para esto con el equipo que se requiere para evitar contagios”, indicó al mencionar como ejemplo lo que está ocurriendo en España e Italia.

“Es una pesadilla lo que están viviendo con los pacientes en estos países… Uno está entrenado para trabajar estas situaciones y uno quiere ayudar a los pacientes… es bien triste ver esas imágenes de tanta gente muriendo y es bien triste porque nadie se esperaba que algo de esta magnitud iba a ocurrir. Conocíamos de la gripe española en el 1918, pero no sospechábamos que se viviera algo igual y hasta peor otra vez”, expresó.

La única herramienta para frenar la propagación y, consecuentemente el colapso de las clínicas, es el distanciamiento social.

“En Puerto Rico tengo que decir que fueron bien agresivos. La gobernadora Wanda Vázquez Garced, muy inteligente, mandó a la gente para la casa. Luego que ella actuó hemos visto como otros países la han emulado. Igual que criticamos unas cosas, tenemos que decir las cosas buenas. Pero al final el comportamiento individual es lo que determinará si funcionó o no la estrategia. Si nos quedamos tranquilos, el virus no podrá con nosotros”, determinó al opinar que el toque de queda en la isla debe extenderse para que surta mayor efecto.

En Texas se activó el “lockdown” recientemente. Al igual que en Puerto Rico, se cerraron todos los comercios excepto los de artículos esenciales. Pero la ciudadanía no está cooperando, resiente Piñero Parés. “Eventualmente, habrá que tomar medidas más drástica… ojalá no sea muy tarde”, reflexionó.

Mientras, a sus colegas en Puerto Rico les envió el siguiente mensaje: “quiero recordarles que no están solos. Estamos todos en el mismo bote. Siéntanse en la libertad de que podemos extendernos la mano. Debemos llamarnos para preguntar cómo trabajamos los casos. A veces tenemos conexiones y podemos ayudar con los equipos y otras cosas”, dijo.

Al mismo tiempo elogió a “todos esos valientes equipos de enfermeros y demás personal que trabajan en las salas de emergencia y hospitales”.

“Estoy orgulloso de todos por lo valientes que son. Sé que tienen miedo porque los veo en sus caras y sé que al mismo tiempo ustedes también lo ven en la mía. Pero tenemos un compromiso con nuestros pacientes que ahora, más que nunca, nos van a necesitar”, expresó.