En momentos en que sube la curva de casos positivos al COVID-19 en el País, han incrementado las llamadas al centro de parteras Mujeres Ayudando a Mujeres (MAM), así como a parteras independientes, de embarazadas que buscan alternativas ante el temor de contagiarse en hospitales o de tener que dar luz solas y que sean separadas de sus bebés.

Entretanto, el MAM y Doula Caribe Internacional le hicieron un llamado a la gobernadora, Wanda Vázquez Garced, en una carta abierta, a considerar en una mesa colaborativa la partería como una alternativa, en momentos en que la pandemia potencializa los riesgos negativos, “causando traumas de por vida”.

De hecho, en la emergencia de los terremotos en el suroeste de la Isla, muchas de estas parteras asistieron a las embarazadas, algunas en avanzado estado de gestación, que dormían a la imterperie.

Ahora, en la crisis del coronavirus, en las últimas semanas el MAM ha recibido sobre un centenar llamadas de mujeres en estado de gestación buscando orientación y apoyo en el parto no hospitalario, dijo la fundadora del centro Vanessa Caldari, una partera con 24 años de experiencia.

“Estamos haciendo orientaciones virtuales y entra mucha gente todo el tiempo viendo cuáles son las opciones… Han aumentado las llamadas a MAM y a todas las parteras”, indicó Caldari en una entrevista con Primera Hora a través de la aplicación Zoom en la que también participó, Rita Aparicio, fundadora de Doulas Caribe Internacional.

Caldari también dijo que en las últimas dos semanas han atendido más partos y detalló que en una semana de la cuarentena atendieron cuatro alumbramientos, pero hizo la salvedad de que son selectivas en los casos, pues solo pueden atender embarazos de menor riesgo.

“Hay muchas personas nuevas que han decidido dar a luz en la casa. Dicen. ‘yo no quiero pensar que en junio y julio tengo que ir a un hospital. Yo no quiero ese estrés’”, narró que son los testimonios de las personas que las llaman. Agregó que el MAM creó una guía de manejo de la situación, siguiendo guías internacionales.

Caldari, licenciada en partería por la Junta de Médicos del Estado de California, dijo que el gobierno “está tratando de hacer algo, pero necesitan contar más con las partes, para ver cuáles son las necesidades, porque nosotras estamos insertadas en las comunidades”.

Aparicio, también partera con más de 35 años de experiencia, dijo por su parte, que el parto es patrimonio de la humanidad, pero en las estructuras del sistema de salud en Puerto Rico, las familias gestantes siempre han sufrido disparidad en los servicios de cuidados de la salud. Destacó que con la crisis del COVID- 19, “nos encontramos en terreno fértil para que se recrudezca de manera exponencial la violación de dichos derechos inalienables, en especial para las familias de recursos limitados”.

La también doula (asistente en manejo de dolor de las parturientas) explicó que en el sistema sanitario de Puerto Rico no se reconoce a las parteras profesionalmente. Indicó que en la década de 1930 el Departamento de Salud estableció la Ley de comadrona auxiliar y en la década de 1980, se eliminó la palabra partera y comadrona de la ley, pero la práctica de la partería ha sido constante hasta el presente.

“Actualmente la práctica de la partería contribuye para el País en una disminución de las cesáreas innecesarias, una experiencia de parto gratificante, una reducción de los gastos de la salud pública para el gobierno, entre múltiples beneficios”, sostuvo la también educadora en lactancia.

Indicó que contrario a la situación de las parteras de varios estados de los Estados Unidos y el mundo, los planes médicos locales no han contemplado a la partera como una opción viable dentro de su red de proveedores. No obstante dijo que las parteras asociadas al centro MAM y a Doulas Caribe atienden sobre 150 partos anuales, “se les reconoce en el registro demográfico; tienen precedente histórico de excelencia en su práctica; y han respondido, apoyando las necesidades básicas de las familias en todos los desastres naturales de los últimos tres años”.

“Estamos en el momento perfecto como país para reestructurar el sistema de salud perinatal de manera que vaya de acorde con las tendencias mundiales y a la vez brinde un servicio de excelencia a las parturientas y sus familias”, dijo para agregar que el 2020 fue declarado el año de la partera y enfermera por el consejo ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Añadió que el 19 de enero pasado, el Papa Francisco reconoció que “ser partera es quizá la más noble de las profesiones, y que es necesario alertar a los gobiernos sobre la necesidad de reclutar y retener personal para prevenir escasez de enfermería y partería con el potencial de alterar el funcionamiento de los sistemas en todo el mundo”.

“Hacemos una convocatoria abierta de inmediato para que se instaure una mesa de diálogo con líderes de las diferentes ramas del sector salud, los servidores públicos a cargo del parto y el liderato político de los variados sectores que componen la pluralidad de nuestra sociedad”, dijo Aparicio al explicar la carta abierta a la gobernadora.

Aunque cada vez, más mujeres optan por parir en sus casas, se estima que en Puerto Rico sólo el uno por ciento de los partos son fuera de hospitales.

La partería no está regulada en la Isla y el costo de un parto en la casa, asistido por estas profesionales en la partería, puede oscilar entre $1,500 a $2,500, pero no se trata del parto solamente, sino que el costo, incluye el cuidado integral desde el embarazo hasta la cuarentena, que son seis semanas post parto.

“Las llamadas que he recibido en las pasadas dos semanas han sido bien agobiantes, sobre 15 llamadas a diario, mensajes en WhatsApp. Son 15 personas embarazadas buscando servicios y orientación. La gente quiere orientarse para evitar los partos hospitalarios”, dijo por su parte la partera, Gina Dacosta, quien tiene una práctica privada de ocho años en Puerto Rico.

“Ahora la gente tiene miedo de ir al hospital, cuando normalmente tiene miedo de parir en la casa. En tiempos de coronavirus se viró la moneda y la gente dice eso, tengo miedo de irme al hospital a parir sola, sin acompañamiento y que me separen del bebé. Las mujeres tienen mucho miedo ahora mismo de los hospitales. También tiene miedo al contagio”, sostuvo Dacosta, quien dijo que estudió partería en Texas y la Florida.

Pide compañía familiar

Yeritza Oliveras, una embarazada de su segundo bebé y quien es paciente de epilepsia, clamó desesperada porque se le permita estar acompañada durante su parto en el Hospital Universitario del Centro Médico, el cual dijo que en medio de la emergencia por el COVID-19, prohíbe “que las mujeres embarazadas estén acompañadas durante el parto”.

“Tengo que recalcar que es nuestro derecho. La ley 200, nos dice que papá o algún otro acompañante puede acompañar a mamá durante todo el proceso del parto y el post parto, lo cual no nos permiten... Ya no sé qué más puedo hacer”, reclamó Oliveras en declaraciones escritas enviadas a Primera Hora.

Sostuvo que ha escuchado que en otros hospitales permiten a un acompañante por embarazada con la única regla de que cuando entre al hospital no puede volver a salir hasta que la parturienta sea dada de alta junto a su bebé.

“Tengo mi condición de epilepsia, me da un terror infinito no tener ese apoyo de mi esposo para que pase ese momento de dolor y felicidad conmigo. No es fácil el proceso de dolor que uno pasa. Necesitamos ese apoyo..., necesitamos su ayuda. No hablo solo por mí sino por muchas mujeres que están embarazadas y quizás sea el primer bebé”, sostuvo Oliveras en las declaraciones escritas.

“He visto cómo llegan las mamás a las citas de su ginecólogo y se retiran porque su acompañante no puede pasar con ellas. En ese momento duele como mujer y duele como madre, no poder compartir esa emoción con su pareja...”, sostuvo la futura madre.

Denunció también, que las mujeres que son candidatas a cesáreas “no tendrán tampoco acompañante y estará con ella una enfermera 24/7”, ya que después de la cirugía la mujer necesita ayuda para pararse y bañarse, entre otras cosas.

Dijo además, que la mujer que es sometida a una cesárea, si no tiene acompañante, el bebé no se puede quedar con ella en el cuarto. “Dicho por el mismo hospital es una de sus reglas más importantes, pero ahora en este caso (por el coronavirus) lo prohíben”, sostuvo Oliveras.