Las emociones se entrelazan cuando el enfermero José “Joy” Santiago describe cómo ha sido la experiencia de trabajo que realiza hace 10 días en un centro de enfermería especializada en New Jersey que lo reclutó -junto a otro grupo de profesionales de la salud de Puerto Rico- que fueron despedidos de sus centros laborales en plena crisis ocasionada por la pandemia de la COVID-19.

Joy, quien tiene 40 años de edad y 18 años de carrera profesional, llegó a Estados Unidos el pasado 10 de abril y si algo tenía claro desde que se montó el avión que lo llevó a su destino -junto a otros ocho enfermeros boricuas- es que se enfrentarían como “soldados de batalla” a un “enemigo invisible” al que está convencido que vencerán.

Pero lo que no imaginó era el ambiente desgarrador que enfrentó en su primera jornada cuando fue advertido de que 48 de los 55 pacientes que están ingresados en la unidad a la que fue asignado están contagiados con el SARS-CoV-2.

“Casi todos son positivos… aquí todas las enfermeras se infectaron con el primer paciente. Y eso fue lo que provocó que se quedaran sin empleados en los centros… fue un caos, porque muchos aun no han vuelto y otros renunciaron. El ambiente es de mucha tensión… demasiado fuerte. No puedo negar que lloré en ese primer turno”, relata al mencionar que, al momento, todos los pacientes parecen recuperarse satisfactoriamente.

El pasado 10 de abril, José "Joy" Santiago partió a Nueva Jersey junto a otros enfermeros para cuidar a pacientes con coronavirus.
El pasado 10 de abril, José "Joy" Santiago partió a Nueva Jersey junto a otros enfermeros para cuidar a pacientes con coronavirus. (Facebook)

El enfermero, experto en cuidado de pacientes con diálisis y curación de úlceras, siente que su pasada experiencia laboral lo preparó para lo que está enfrentando, pues “durante seis meses trabajé en procesos rigurosos de control de infecciones. Aprendí a duplicar los procesos de protección con cada persona con la que intervengo… creo que eso fue un propósito de Dios”.

“Mi contrato equivale al sueldo de un año en el lugar donde trabajé hasta el 27 de marzo cuando fui despedido… eso sin el “overtime” que estamos metiendo diariamente. ¿Quieres saber cuánto se supone que cobre el viernes en mi primer cheque? Mi estimado es que serán $10,000″.

-José "Joy" Santiago

Para Santiago, el hecho de ser enfermero también tiene su génesis en un milagro. Cuenta que su interés siempre fue estudiar ingeniería eléctrica, pero ese anhelo cambió cuando a los 18 años un auto lo arrolló dejándolo en condición crítica durante tres meses, tiempo que estuvo hospitalizado en Centro Médico, en Río Piedras.

“En ese accidente se me desmembró el brazo, fueron meses de recuperación y eso me sirvió para cambiar mi visión hacia el ámbito de la salud. Gracias a ese evento drástico hoy sirvo a otros en esta vocación… si yo muero hoy y nazco mañana, vuelvo a ser enfermero. Es mi propósito en la vida y por eso acepto este gran reto con todo lo que eso implica en estos tiempos de crisis”, sostiene.

Aun cuando el escenario es de riesgo, afirma que se siente seguro, pues se les está proveyendo todo el Equipo de Protección Personal (EPP) para garantizar que no haya contagios cruzados.

“Eso fue algo en lo que nosotros fuimos bien estrictos… marcamos ese asunto de seguridad y lo establecimos en blanco y negro en nuestros contratos”, explica al mencionar como el único obstáculo “la barrera del idioma… pero es algo con lo que estoy trabajando para reforzarlo”.

“Pero como le dije a mi familia: en Puerto Rico, en Estados Unidos o en cualquier otro país la pelea es contra el mismo enemigo. Y si me infecto trabajaremos con eso. Los enfermeros estamos acostumbrados a bregar con enfermedades, incluso, más peligrosas que estas”, destaca.

Describe que los pacientes que atiende son todos mayores de 75 años y se encuentran en el centro en un proceso de rehabilitación tras haber sufrido algún trauma, ataque o enfermedad crónica. Su responsabilidad es proveer los medicamentos a un grupo de pacientes, que no excede las 12 personas por turno. Como en muchas jurisdicciones, los pacientes no reciben visitas y el único contacto humano que tienen diariamente es con los médicos y enfermeros que los atienden 24 horas al día.

“Rápido pude notar las diferencias entre los enfermeros de Puerto Rico y los de acá (Estados Unidos). Nosotros tenemos más tacto con los pacientes. Nos sale natural. Además, estamos acostumbrados a trabajar con mucha más presión y por eso somos tan cotizados. Por ejemplo, en Puerto Rico yo puedo atender en un turno hasta a 30 pacientes. Y eso está mal, no debería ocurrir porque pone en riesgo la seguridad de los pacientes… estando acá uno se percata de las injusticias que cometen con los enfermeros en Puerto Rico”, manifestó.

“Tú puedes correr un hospital sin médicos, pero no puedes correrlo sin enfermeros y eso no se está valorando en Puerto Rico… exponemos nuestra salud y la de nuestros familiares en momentos como este -de una pandemia- y no nos valoran ni nos retienen. En mi caso, la injusticia de un despido me trajo aquí. Esas son las ironías”, agregó.

Santiago y el resto de sus compañeros puertorriqueños fueron contratados para trabajar por un tiempo determinado hasta el 5 de junio. La promesa de salario fue de $70 por hora, $105 la hora extra, $60 diarios para alimentos y gastos de traslado, hotel y transporte.

“Mi contrato equivale al sueldo de un año en el lugar donde trabajé hasta el 27 de marzo cuando fui despedido… eso sin el ‘overtime’ que estamos metiendo diariamente. ¿Quieres saber cuánto se supone que cobre el viernes en mi primer cheque? Mi estimado es que serán $10,000. Eso soy yo que estoy trabajando unas 12 horas diarias. Tengo compañeros que están trabajando 16 horas diarias y seis días a la semana”, manifiesta al agregar que, actualmente, hay ofertas de trabajar en Nueva York por $10,000 semanal durante un periodo de 21 días.

Con estas tentadoras ofertas, augura que serán muchos los profesionales de la salud que buscarán futuro laboral fuera de la isla. La posibilidad de este panorama cobra fuerza luego que hace dos semanas trascendiera que varios hospitales suspendieran empleados para lidiar con los problemas económicos que enfrentan ante la drástica baja en la atención de los pacientes.

Entre las suspensiones se destacan 244 en el San Jorge Children & Women’s Hospital; 150 en el Bayamón Medical Center; y cesantías en otras instituciones como Metro Pavía, Hospital del Maestro y Manatí Medical Center. A esto se suma que los Centro 330 Salud Integral de la Montaña suspendió a 137 empleados, incluyendo enfermeras graduadas, de sus instalaciones de Barranquitas, Comerío, Corozal, Naranjito, Orocovis, Bayamón y Toa Alta.

“Lamento decirlo, pero muchos de los enfermeros se irán de Puerto Rico con estas atractivas ofertas y no regresarán… y el gobierno no hará nada por retenerlos. Eso es lo peor”, opina.

Sobre su futuro no se atreve a hacer predicciones. Por lo pronto, quiere cumplir con su contrato hasta el 5 de junio y regresar a su hogar, en Carolina, como se lo prometió a sus padres José Maldonado y Nitsa Avilés.

“Me siento como si me hubiera ido a una misión de guerra y quiero ser ese soldado que regresa a casa… eso será memorable porque, si algo he aprendido en esta etapa es la importancia de la familia en tiempos de incertidumbre. Mi papá es una persona que nunca llora y no ha dejado de hacerlo desde que me fui… él tampoco es decir mucho ‘te amo’ por la manera en que lo criaron, y con todo esto no deja de expresarme lo importante que soy para él. Todo el tiempo me dice: ‘cuídate, mi flaco’, ‘vamos a ti’, ‘ya queda menos’, ‘quiero que vengas sano’. Te lo digo llorando porque, ahora que me lo preguntas, esto ha sido lo más difícil: separarme de la familia. Añoro poder llegar, ya luego pensaré en el futuro”, dice quien habla constantemente por videollamada con sus padres, sus hermanas y su hijo Ian, quien tiene 12 años y vive con su mamá en Texas.