La jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos, la puertorriqueña Sonia Sotomayor, reveló que la inspiración para su más reciente libro infantil surgió el día en que una desconocida la llamó “drogadicta”.

Así lo explicó hoy la jueza a decenas de niños boricuas que llegaron hasta el auditorio de la Universidad Interamericana, en Cupey, a escuchar los pormenores que provocaron la escritura del libro: “¡Solo pregunta! Sé diferente, sé valiente, sé tú”.

Guiada por unas preguntas que le hizo la decana de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, Vivian Neptune, Sotomayor (nacida y criada en el Bronx, Nueva York) inició su relato explicando que a los 7 años fue diagnosticada con diabetes, una condición que ocultó hasta pasados sus 30 años de edad. Actualmente tiene 65.

Explicó que para su “época” la gente que era “diferente” -incluidas las personas con condiciones físicas o de salud- solían esconder su situación, algo que en su caso hizo hasta que confrontó un momento incómodo un día que fue a cenar con unas amistades a un restaurante en Nueva York.

Destacó que en medio del encuentro tuvo que salir un momento al baño para ponerse una inyección de insulina. En ese instante, una mujer entró al área y observó cuando procedía a poner el medicamento en su brazo. Posteriormente, cuando salía del restaurante, Sotomayor escuchó a la misma fémina comentarle a otras personas: “Esa es una drogadicta”.

En ese momento, según la jueza, canalizó el coraje que le produjo el comentario y lo convirtió en una gran lección para la señora. “No soy drogadicta… tengo diabetes y necesito esta inyección cada día para salvar mi vida… si no sabes algo, tampoco lo asumas. ¡Solo pregunta!”, le dijo Sotomayor a aquella mujer.

“Hay que hablarles a los niños con honestidad y dejarlos que pregunten con respeto… hablar con respeto sin causar dolor”, dijo.

Manifestó que el mismo día que enfrentó a la mujer en el restaurante fue que surgió la idea de que algún día escribiría un libro para educar a los niños sobre la diversidad y la importancia de preguntar y no quedarse callado cuando no entienden algo o ven que alguien es diferente. Además, el libro busca concienciar en los pequeñines convenciéndolos de que “las diferencias nos hacen más fuertes de manera positiva”.

Y la oportunidad llegó el año pasado con el último de los cuatro textos que ha escrito: “¡Solo pregunta! Sé diferente, sé valiente, sé tú”, una conmovedora lectura en la que una niña llamada “Sonia” explica que ella y sus amigos trabajan sembrando un jardín. Destaca que al igual que las plantas florecen de forma diferente, lo mismo ocurre con los niños.

“Algunos de nosotros siempre estamos apurados, otros van con más calma. Algunos somos tímidos y callados, mientras que otros son alborotosos y habladores”, cuenta la pequeña Sonia quien padece de diabetes y, por tal razón, necesita inyectarse diariamente un medicamento llamado insulina.

“Sonia” pone de ejemplo su condición para explicar que los amiguitos que le ayudan a embellecer el jardín también tienen sus desafíos -asma, ceguera, sordera, dislexia, autismo, hiperactividad, síndrome de Down, entre otras-, pero nada les impide cumplir sus metas y desarrollo en la vida.

La jueza destacó que algunos de los personajes del libro surgieron de anécdotas verídicas, como es el caso de “Julia”, cuya historia fue inspirada por la nieta de una amiga que tiene el síndrome de Tourette, una condición que se caracteriza por muchos tics o movimientos involuntarios, frecuentes y repetitivos.

Contó que la Julia verdadera estaba un día con su mamá en una tienda cuando a causa del síndrome comenzó a dar vueltas sin cesar. Entonces un desconocido se le acercó y le indicó: “¿qué te pasa a ti?, ¿tu mamá no sabe controlarte?”.

“La mamá sintió mucho dolor al escucharlo… esa historia me hizo pensar que de verdad el mundo debe dejar de asumir y en su lugar debe preguntar cuando ven algo diferente… no siempre lo diferente significa que es algo malo”, sentenció.

Sotomayor expresó en varias ocasiones que este último libro fue un sueño hecho realidad y destacó la labor del ilustrador Rafael López, quien tiene dislexia y un hijo con autismo. De hecho, en el libro hay un personaje llamado “Rafael”.

“Escogí a una persona con sensibilidad y que sabía lo que yo quería hacer”, dijo.

Al final de la actividad, los niños tuvieron la oportunidad de abrazar a la jueza, retratarse con ella y aclarar dudas.

La última pregunta fue la más impactante.

¿Qué podemos hacer para ayudar a Puerto Rico a salir hacia adelante?, cuestionó un pequeño.

Con la sinceridad que la caracteriza, Sotomayor le respondió que no tenía la contestación. “No la tiene ninguna persona”, expresó al agregar que sólo el talento, el esfuerzo y la sabiduría de toda una comunidad podría dar la respuesta o la solución a los problemas de la isla.

Entonces expresó que supo que a raíz de los sismos ocurridos en Puerto Rico la educación pública estaba en receso y que cabe la posibilidad de que muchos planteles no puedan reabrir. Y ese escenario le preocupó.

“Sin la educación uno no tiene la posibilidad de saber buscar las respuestas necesarias para los problemas tan grandes que tiene Puerto Rico”, dijo la también autora de “Mi mundo adorado”, “Pasando páginas” y “El mundo adorado de Sonia Sotomayor”.

“La cosa más importante que pueden hacer hoy para ustedes mismos es asegurarse de que se están educando”, agregó quien reveló que cuando niña sus libros favoritos eran “Dr. Seuss”, la secuencia de textos de “La detective Nancy Drew” y “El árbol generoso” (The Giving Tree).