Su nombre es Julia María Nazario Fuentes, tiene 67 años y muchos la conocen por su trayectoria hace siete años como alcaldesa de Loíza. Pero detrás de esa voz campante que detesta el machismo y procura justicia social está “Julín”: una mujer trastocada por el asesinato de su padre cuando apenas era una niña; una esposa que sufrió por años los estragos que hizo en su hogar la adicción a drogas de su adorado “Felo”; y una sobreviviente de cáncer de seno que descubrió que la belleza va más allá del físico y que el amor... el verdadero amor, además de caricias, se complementa con compañía, paciencia y perdón.

Y, es precisamente a “Julín” -que se pronuncia como “Yulín”, la exmandataria de San Juan- la persona que los lectores conocerán en el libro “Desperté alcaldesa”, un texto de 192 páginas que compila de una manera emotiva e impactante datos reveladores de quien en enero de 2017 juramentó como la primera mujer al mando de Loíza por el Partido Popular Democrático (PPD), un ayuntamiento al que llegó luego de 44 años de supremacía del Partido Nuevo Progresista (PNP).

“Realmente, lo que yo quería era contar mi primer cuatrienio como alcaldesa. Cuando empiezo a recopilar datos digo: ‘es que la gente no va a poder entender cómo yo he manejado esto si no conocen la historia de ‘Julín’. Y así es que nace ‘Desperté alcaldesa’”, explica en una extensa entrevista con Primera Hora.

Las confidencias descritas en el libro jamaquean, precisamente, porque narran una historia inesperada. Aunque la voz principal en las escenas culminantes son descritas por ella, hay intervenciones en tercera persona realizadas por el abogado Marcos Rivera, coautor del texto que se presentará este miércoles, a las 5:00 p.m., en el anfiteatro Jesús T. Piñero del recinto de Carolina de la Universidad Ana G. Méndez.

¿Se le hizo difícil hacer tantas revelaciones, temas sensibles de su niñez y la relación tormentosa que tuvo con su esposo?, le preguntamos.

“Hubo muchas emociones. Muchas veces tuve que detenerlo y tuve que pedir autorización a muchas personas que me permitieran hablar de eso. Por ejemplo, a mi esposo. Yo toco el tema de mi esposo y lo hago como si fuera él el que lo estuviera narrando. Así que tuve que sentarme con él y decirle: ‘¿no te molesta que haga esto?’. Gracias a Dios me dijo que no”, respondió quien hizo la misma gestión de consentimiento con otros miembros de su familia.

Aunque la lectura comienza descifrando el acontecer en Loíza durante el cierre de campaña para las elecciones de 2016, el libro no tarda mucho en retroceder en el tiempo para dar detalles del nacimiento e infancia de “Julín”, hija de Juan Nazario Rivera y Carmen Lydia (Lily) Fuentes Díaz.

Su origen

Resulta que la alcaldesa de Loíza -primogénita del matrimonio- nació en 1956 en medio de una algarabía que había entre los seguidores del primer gobernador electo por el voto de los puertorriqueños, don Luis Muñoz Marín, quien correría por un segundo término.

Su mamá Lily era comisionada de barrio y popular de “clavo pasa’o” y en la familia catalogaban el inminente nacimiento, que ocurrió el 20 de septiembre, como una victoria política del líder. A “Julín” la trajo al mundo su abuela paterna, quien era la comadrona del barrio. Un año y medio más tarde nació su hermana Nellie, quien ha sido su amiga y protectora de toda la vida.

En busca de un mejor porvenir, los padres de la alcaldesa decidieron mudarse a Nueva York. Las niñas tenían en aquel entonces cinco y tres años e iniciaron sus experiencias escolares en Brooklyn. Pero un imprevisto de salud con la abuela materna de Julia, obligó a doña Lily a regresar a la isla. Por consenso familiar, don Juan decidió quedarse en Estados Unidos mientras la situación mejoraba. A “Julín” le costó mucho separarse de su papá, a quien tiempo después asesinaron en medio de un robo.

La pequeña Julia -entonces de unos ocho años- no podía comprender la tragedia e inconscientemente sintió coraje y resentimiento hacia su mamá, pues pensaba que, si no se hubieran ido a Puerto Rico, tal vez, el crimen no hubiera ocurrido. Tiempo más tarde, muchísimo más tarde, Julia sanó esa herida emocional y comprendió que su mamá nunca tuvo culpa de lo acontecido.

Lilly, Julia y Nellie continuaron su vida en el barrio San Isidro, durante muchos años perteneciente al municipio de Loíza y, posteriormente, adjudicado a Canóvanas. Fue allí donde conoció a un niño llamado Félix Algarín Sánchez, conocido como “Felo”, quien en la adolescencia se convirtió en un joven guapo que “vestía de punta en blanco” y que un periodo después llamaría la atención por sus dotes de comerciante y administrador de un exitoso colmado en Río Grande.

Aunque al principio solo eran amigos, al extremo de contarse las penas de sus respectivos amores y desamores, luego nació el amor entre ambos.

Su matrimonio también ha pasado por duras pruebas.
Su matrimonio también ha pasado por duras pruebas. (Teresa Canino Rivera)

“En el desinteresado compartir de la amistad, un día Julia aceptó su invitación para asistir a un juego de baloncesto... esta vez las intenciones del comerciante no solo fueron seguir cultivando la amistad, pues ‘Felo’ nunca perdió la esperanza que celosamente guardaba en su corazón. Amaba a Julia en silencio y ese día se propuso ‘tomar el toro por los cuernos’. Esa invitación fue la primera de muchas veladas, cenas, bailes y todo tipo de actividades sociales que a todas luces tomaban un rumbo diferente. Así, sin más oficialidad que el sentimiento de amor que siempre existió entre ambos, comenzaron una relación de novios sin declaraciones ni compromisos”, destaca el licenciado Rivera en el texto.

Tiempo después se unieron en el sagrado vínculo del matrimonio y, apenas habían pasado seis meses cuando se devela un secreto e inician los problemas que se propagaron como un intenso fuego durante los años posteriores.

Unos agentes federales llegaron a la isla y se llevaron preso a “Felo”. Según le contó a su esposa, hacía 17 años que se había convertido en prófugo federal tras haber estado involucrado en un incidente violento en el que su hermano disparó contra su cuñado en una fiesta familiar celebrada en Massachusetts, donde vivió un tiempo en su adolescencia. Aunque estaba enojada, Julia no lo abandonó y esperó un año y medio a que cumpliera sentencia. Su mamá y hermana fueron su sostén.

Entre la adicción y el cáncer

Pero, “Felo” no era el mismo. El encierro en cárcel lo trastocó tanto que sucumbió a la adicción al alcohol y a las drogas, un vicio que había experimentado fumando marihuana a escondidas de su familia cuando apenas tenía 15 años y que acrecentó en la adultez con el uso de crack. A partir de ese momento, empezó a derrumbarse el mundo de “Julín”, al extremo de que estuvo al borde de perder la casa e irse a la quiebra.

El texto recoge a la vez el golpe emocional que recibió cuando apenas con 27 años de edad -y un deseo abrumador por ser mamá- le dieron la noticia de que debían sacarle la matriz debido a complicaciones en su sistema reproductivo.

“A pesar de la adicción de ‘Felo’, estuvo ahí para mí. En esos días se olvidó de todo para cuidar de mí. Sin embargo, duró muy poco estar limpio y en sano juicio. La adicción de ‘Felo’ crece. Conoce el crack, lo que ambos hemos descrito ‘como que el diablo mismo entró al hogar. Parecía que no había remedio, pero no dejé de buscar ayuda para nosotros. Recuerdo la noche en que le pedí a ‘Felo’ que se fuera de la casa, que ya no podíamos seguir viviendo de esa manera. Se alteró, entró al baño donde me refugié y me cogió por el cuello pegándome de la pared... la situación se apaciguó con la llegada de mi hermana. Entró a la casa como una tromba y después de calmar a ‘Felo’, lo convenció de buscar ayuda. Esa noche lo internamos en San Juan de Capestrano”, narra en uno de los capítulos más inquietantes del libro.

Poco tiempo después, llegó también la noticia de una hija producto de una infidelidad. Como en muchas ocasiones, “Julín” perdonó a “Felo”. Y Amanda, el retoño de aquella relación fuera de matrimonio, se convirtió en un bálsamo en la vida de ambos. A la alcaldesa le brillan los ojos al hablar de la niña y hoy mujer que quiere como suya, que considera su amiga y que le enseñó que “no necesariamente tiene que abrirse nuestro vientre para parir porque podemos también criar y sentirnos madres”.

¿Cómo una mujer como Julia Nazario Fuentes, tan defensora de la equidad y adversaria del machismo, permaneció en una relación que le hacía daño y la perturbaba?, preguntarán quienes la conocen.

“No me quede ahí porque sí. Me quedé, porque seguía viendo al hombre con el que me casé y no en el que se convirtió. Ciertamente ninguna mujer u hombre tienen que vivir y soportar tanto. Fue mi codependencia lo que me hizo quedarme para cambiarlo”, explica en el libro.

En conversación con este diario, la alcaldesa agregó que la codependencia por creer que podía ayudar a “curar” o “cambiar” a “Felo” la dominó por más de una década.

“Yo pensaba yo estoy aquí porque soy buena, porque yo voy a arrastrarme, a suplicarte, porque tú vas a salir de eso... y entonces no es hasta que busqué ayuda que sé que no, que eso no va a pasar, que yo tengo que buscar ayuda para mí para poder seguir adelante y mi propósito era seguir adelante, pero gracias a Dios, ‘Felo’ busca ayuda también y entre los dos trabajamos un programa que nos permitió salir adelante”, puntualiza al agregar que fueron varias las recaídas que tuvo su esposo, hasta que encontraron el refugio y la sanidad a través de terapias grupales y matrimoniales de “Los 12 pasos de Narcóticos Anónimos”.

Desde entonces, han pasado 30 años.

“Felo”, después de innumerables intentos por recuperar su vida y su familia, continúa impactando con sus habilidades de comerciante y aprovecha cada oportunidad que tiene en la Iglesia Bautista de Villas de Loíza para narrar su historia y tratar de impactar positivamente a otros, en especial, a los jóvenes.

“Él lo ha leído varias veces... y siempre que lo lee, llora. Pero ha sido un proceso también de mucha gratitud. Como él y yo decimos: ‘no podemos olvidar de dónde salimos para no caer en lo mismo’. Y también, para ayudar a otros tenemos que acordarnos de dónde venimos”, cuenta Julia, quien ofreció la entrevista a Primera Hora en El Ancón, un lugar a la orilla del Río Grande de Loíza, que le recuerda esas etapas de noviazgo que tuvo con su esposo.

En la vorágine de experiencias que tuvo el matrimonio, la alcaldesa destaca que también hubo muestras de solidaridad, amor y sostén en momentos de tristeza como fue su diagnóstico de cáncer de seno, una enfermedad que llevó a los médicos a removerle las dos mamas.

“Nunca le faltó el apoyo de ‘Felo’ y del resto de la familia; pero solo ella conocía su corazón y su cuerpo. La tristeza y el miedo no ayudaban a la recuperación emocional. Le temió a la intimidad conyugal. Empezó a ver a su esposo como una persona ajena, ante la cual le avergonzaba mostrar los destrozos de su cuerpo. Con la autoestima por el suelo utilizó todas las estrategias para esconder su cuerpo al esposo”, destaca el coautor del libro que rescata memorias.

“Felo” comprendió la situación, fue paciente y consagró los votos matrimoniales de estar en la salud y en la enfermedad. Después de todo, Julia también lo había demostrado en creces.

Pero, un día el hombre llegó discretamente al hogar cuando Julia se estaba bañando, destapó la cortina y vio el cuerpo desnudo de su esposa, a quien se había propuesto reconquistar.

“Tú no eres tus senos. Lo que yo amo, está dentro de ti y sale de ti hacia afuera...si tú perdieras esos ojos que yo amo tanto, yo seguiría amándote igual”, le dijo “Felo” provocando que Julia comprendiera que el amor entre ambos trascendía lo físico.

“Te sientes mutilada, te miras al espejo... aún en la Biblia, en el libro de Cantares, resaltan los pechos de la mujer de una manera extraordinaria. Y ahora que los fundamentalistas no me caigan encima porque ahí está el libro de Cantares, claramente... y de momento tú sientes que te falta algo en tu cuerpo, algo hermoso que es parte de la mujer que no tienen los hombres. Así que fue sí bien doloroso, pero fíjate como ‘Felo’ estuvo para mí en esa etapa de mi vida de una manera espectacular, aún siendo un adicto”, destacó en la entrevista con Primera Hora.

¿Al leer su historia y considerando lo que ha vivido, es por eso que usted como figura política -que es también un mundo de retos- le ha hecho reclamos al PPD sobre el machismo?, inquirimos.

“Claro, claro por todo lo que he vivido y los que lean el libro, que yo espero que sean muchas mujeres, van a ver cómo cada experiencia de mi vida -buenas y malas- me formaron en la mujer que hoy soy. Y yo creo que no podemos bajo ninguna circunstancia solapar el machismo y el maltrato hacia la mujer, ni verbal ni de apariencia ni de ninguna manera. Y no solo al partido popular, yo se lo he dicho al partido PNP y a todos los hombres de Puerto Rico. El respeto de una mujer hacia un hombre tiene que ser notable, pero también el de un hombre hacia la mujer. Y yo enmarco todo en una palabra: respeto... y hacia eso el país tiene que moverse y eso hay que enseñarlo desde la escuela, desde nivel elemental”, subrayó.

Eterna educadora

La respuesta de “Julín” deja en evidencia su rol como educadora y a aquella mujer que trabajó muchos años en posiciones de liderato en el Departamento de Educación, precisamente, en proyectos de impacto social a la niñez. Pero hubo un momento en ese desarrollo profesional que la marcó para siempre: su fulminante despido tras la implementación de la famosa Ley 7 de reestructuración gubernamental que aplicó el exgobernador Luis Fortuño y que dejó a unos 30,000 servidores públicos en la calle.

“No solamente marcó a Julia. Todos los que yo conozco que fuimos despedidos por la Ley 7 nos marcaron para toda la vida. Fue un proceso injusto. A lo mejor era necesario, pero yo no voy a hablar de eso. Fue cómo se trabajó, de la insensibilidad que hubo, de lo injusto que hubo, de cómo nos sustituyeron por contratistas ganando más que nosotros. Así que ciertamente, Fortuño quedará para toda la vida en mi memoria y en la memoria de todos nosotros como esa persona que trabajó un proceso de despido bien insensible”, dijo con la sinceridad que la caracteriza quien fue reubicada a otro puesto menor dentro de la agencia.

Aquel coraje que sintió al experimentar el “discrimen político” la llevó a terminar un doctorado en consejería profesional y espabiló a la líder que muchos conocían a través de la iglesia, donde se dedicó desde adolescente a llevar la palabra de Dios.

Pero esta vez los planes se dirigieron a la política y como candidata a un puesto vacante como representante por el distrito 37, que incluye a los pueblos de Río Grande, Canóvanas y Loíza. A “Felo” no le gustó mucho la idea pero, finalmente, respetó el deseo de Julia. Aunque perdió ante la figura del incumbente Ángel Bulerín, del PNP, la experiencia de caminar en su pueblo (Loíza) le provocó una sensación de quería lograr cambios en el municipio.

Con la anuencia de su esposo radicó su candidatura como alcaldesa del PPD bajo la consigna “Yo me apunto y con tu voto el cambio va” y bajo la promesa de que aspiraría a servir a todos los loiceños, sin importar colores o ideologías políticas.

Julia, la política, cuenta que estaba segura de su victoria. Lloró de alegría al conocerse vencedora y haciendo historia como la primera mujer alcaldesa de Loíza. “Allí estaba electa por un pueblo que se cansó de la mediocridad y daba paso a nuevos estilos de gobernanza. Habían creído en mí y ahora me tocaba no defraudarlos”, relata en el libro que se dijo en ese entonces.

Al día siguiente de las elecciones, “Felo” se levantó a las 4:00 de la mañana y le dice a Julia: “¿Estás consciente de que ganaste?”. “Sí, desperté alcaldesa”, le respondió ella.

Y así se tituló este primer libro de memorias. No solo por aquella respuesta, sino porque durante su primera juramentación como jefa de ayuntamiento, su hermana Nellie la sorprendió con un poema que leyó ante el público el cual se titula “Me levanté alcaldesa”.

“Y yo le iba a poner ese mismo nombre al libro, pero cuando estoy escribiendo dije: ‘pero más que levantarme, cuando llego a la alcaldía despierto a muchas realidades que voy a tocar en el primer capítulo del segundo libro. Así que por eso, ‘Desperté alcaldesa’. Una bendición de Dios para mi vida... Y pon ahí que yo pido que no dejen de leer el libro, porque si impacto a una sola persona que esté viviendo un proceso de infidelidad, de adicción, de rencores, de enfermedad, si impacto a una sola, creo que seré dichosa y habré cumplido un gran cometido”, expresó.

Adelantó que su segundo texto será escrito en primera persona y relatará todo lo acontecido en el primer cuatrienio de su faena como alcaldesa. Ahí el desborde llegará por parte de Julia, la política que tuvo que enfrentar apenas nueve meses después de juramentar la devastación de los huracanes Irma y María.

“Viene Irma, viene María, viene pandemia, vienen temblores. Así que el proceso con FEMA (Agencia Federal de Manejo de Emergencias), con COR3, con un gobierno diferente al mío -porque yo he podido trabajar en armonía con con (Pedro) Pierluisi, pero con (Ricardo) Rosselló fue básicamente un ‘tú a tú’ todos los días. Así que ahí recojo esa etapa y ya lo estoy escribiendo”, reveló.