La manera en que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) descartara de primera instancia la posibilidad de contratar  una compañía privada que manipule el clima a través de la siembra de nubes para, más adelante, anunciar públicamente su intención de aprobar el contrato ha creado suspicacia en varios sectores de la población, que ven la acción como un acto de desesperación por parte del Gobierno ante la sequía que azota al País.

Para el doctor Arturo Massol Deyá, catedrático del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, la molestia de la ciudadanía no se basa en la posibilidad de utilizar el sistema de manipulación atmosférica para crear lluvia, sino en la falta de transparencia por parte de la corporación pública.

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“Lo que molesta no es la conversación, es que el Gobierno diga ‘ya firmé el contrato’ cuando de primera intención rechazó la propuesta. Eso da la impresión de que nos están mintiendo. El pueblo de Puerto Rico sabe pensar y esto lo que provoca es que haya más desconfianza con el Gobierno”, aseguró el científico.

“Yo entiendo que la AAA tiene la autoridad sobre su infraestructura y sobre el servicio que ofrece, pero lo que debemos cuestionarnos es si tiene la autoridad de decidir qué se hace con el cielo del País, que es un espacio común. Lo que queremos es que se le hable claro al pueblo y que se indique con evidencia las posibles consecuencias de este proceso”, añadió.

Massol Deyá indicó que, aunque no es un experto en ciencias atmosféricas,  su preocupación hacia el tema es desde un aspecto científico y ciudadano.

“No se nos ha indicado cómo esta práctica podría afectar el delicado balance atmosférico que existe en el planeta. Tiene que llover en todo el País, no solo en dos embalses, y no sabemos con certeza si la manipulación del clima en un lugar pueda afectar otras áreas del País o hasta de la región completa. No podemos hacer como hizo la Marina, que lanzaba aluminio sin avisarle a nadie, o probaba químicos dañinos como el Agente Naranja a espaldas del pueblo”, sostuvo.

Según había indicado el titular de la AAA, Alberto Lázaro, la compañía encargada de la siembra de nubes, Seeding Operations & Atmospheric Research (SOAR), lo haría utilizando cloruro  de calcio y yoduro de plata. Este último es un compuesto químico altamente insoluble en agua que provocaría la lluvia artificial.

Sin embargo, no existen pruebas que señalen algún tipo de peligrosidad en la práctica de sembrar nubes con estos compuestos. Así lo aseguró el doctor Héctor Jiménez González, catedrático de Física y coordinador del Programa de Meteorología de la UPR en Mayagüez, quien será parte del grupo de expertos en la materia que monitoreará el desempeño de la empresa estadounidense a cargo del proceso de lanzar los compuestos químicos en la atmósfera.

“Esto es algo que se ha investigado por muchas décadas y aunque se han hecho pruebas positivas bajo ciertas condiciones, no deja de generar controversia y preocupación. El éxito que se ha registrado con esta práctica ha sido parcial. Todavía no hay un consenso universal ya que es un asunto bien complejo y el envolvimiento de la Universidad en esto es una forma de reconocer esa complejidad”, indicó el catedrático.

“Yo personalmente no he visto ningún estudio que indique que el yoduro de plata o cualquier otro químico que se utiliza en la siembra de nubes sea nocivo para la salud, pero como yo no soy experto en el campo de la salud, no me atrevería a negarlo ni a afirmarlo”, añadió.

La siembra de nubes ha sido utilizada en años recientes en países de Asia , Europa y Sudamérica y, aunque todavía es muy prematuro para identificar posibles efectos en la salud de los habitantes de esas regiones, sí ha desatado una lluvia de mitos, entre ellos la contaminación y los supuestos problemas de salud que el yoduro de plata produce, la generación de cambios climáticos a causa de la práctica y su presunta falta de efectividad.

“El efecto a largo plazo es otro asunto. No es que sea una improvisación, porque ya se ha utilizado anteriormente, pero la atmósfera es un sistema conectado a la tierra y es algo que es dinámico y que no se puede aislar, así que todavía no estamos claros en qué efectos reales pueda traer", explicó.

“Las interrogantes que tenemos tienen que ver con la complejidad de la atmósfera. Todo lo que ocurre con esta es algo que tenemos que entender”, añadió Jiménez González, aunque admitió que continúa en la espera de recibir más información de parte del Gobierno sobre el proyecto.