“Me la pusieron como la quería”: Adultos mayores agradecen sus casas renovadas
Municipio de Guaynabo remoza viviendas como parte del proyecto Casitas de Amor.
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Asomada por el portón del balcón, Carmen Catalá Benítez intentaba gritar para que todos la escucharan: “Gracias, gracias, estoy agradecida”.
La mujer de 86 años estiraba la mano como para saludar a un grupo de empleados del municipio de Guaynabo que, por las pasadas semanas, limpiaron el patio y le pasaron manguera de presión a toda su vivienda. También pintaron la casa, acondicionaron el baño, instalaron barras de seguridad, puertas, gabinetes y closets, así como le amueblaron el hogar en el que ha vivido “toda la vida”, junto a su esposo, Eduardo Valcárcel Villegas, de 87.
La pareja de adultos mayores, que reside en el sector Mariquita, del barrio Frailes del mencionado municipio, demostró todo el amor que se han tenido en los 67 años de casados, hasta dándose besitos frente a la multitud que los abrazó en el acto navideño que se emprendió desde el municipio para remozar cinco residencias de guaynabeños adultos mayores, denominado Casitas de Amor.

Mientras, Wilfredo González Vargas, de 71 años, lleva años viviendo solo. Su única hija se mudó a los Estados Unidos y sus otros familiares ya han fallecido.
El hombre ha residido en una urbanización del barrio Amelia de Guaynabo desde que tenía 12 años. Heredó la vivienda de sus padres y allí crió a sus hijos.
Los años no han pasado en vano por la propiedad, por lo que estaba deteriorada. Allí, los empleados del municipio lavaron y sellaron el techo, limpiaron el patio, pintaron la casa, reemplazaron las rejas, le pusieron nuevos gabinetes, instalaron barras de seguridad y puertas, así como le entregaron muebles nuevos.
El paso de los años
Ambos casos tienen unos denominadores en común: los achaques propios de la edad, caídas que les afectan su movilidad y la falta de dinero llevaron a que tuviesen que vivir en un hogar deteriorado.
“Estaba feíta (la casa). Estaban los equipos, como la nevera, la lavadora y el baño, dañados, y ellos me los arreglaron, gracias al Señor”, comentó Valcárcel Villegas, esposo de doña Carmen.
Expuso que su nieto, quien reside en Aguadilla, fue quien buscó ayuda del municipio. El caso fue evaluado y logró entrar en uno de los cinco hogares que se atendieron a través del proyecto.
“Gracias a Dios, ya tengo mi casita arreglada”, dijo, mientras dibujaba una gran sonrisa en su rostro.
Explicó que una caída lo dejó “con la cadera mala. No podía bregar. Bueno, todavía casi no puedo andar, porque la cadera me molesta”.
El hombre dijo que está muy contento con la ayuda, pues el impacto municipal llevó a que su casita se transformara. “Me la pusieron como la quería. Ahora estoy bien contento y mi esposa está bien contenta por la ayuda que nos han dado”, aseguró.
Era cierto. Su esposa coincidió, no podía esconder la alegría.
“Me siento bien contenta y bien agradecida de todo el personal de Guaynabo, porque han hecho una cosa que yo no esperaba, con amor, con dulzura y todo ese amor que tiene para su prójimo. Ellos me han llenado de alegría y de mucho gozo. Me han tenido la casa preciosa, preciosa, y linda”, afirmó.
La mujer, que necesita un andador para moverse, señaló que le da “tristeza” no poder estar activa como para ponerse a limpiar y recoger su casita. Por ello, el impacto también incluyó que a la pareja se le designara una ama de llaves durante dos días a la semana.
El regalo más valioso: la compañía
González Vargas, por su parte, lo más que atesoró es que ahora siente que “tengo una familia grande”. Es que por varios días empleados de los departamentos de Finanzas, Familia y Envejecientes, la Policía Municipal y Legislatura Municipal lo acompañaron, además de remozar su hogar.
El hombre también resaltó, al punto que las lágrimas estaban por brotarle, el hecho de que llevaba años sin un árbol de Navidad. Pero, en el municipio no sólo le decoraron, sino que le llenaron el arbolito de regalos.
“Para mí, ahora mismo, esto es un sueño, pero es una realidad la que estoy viviendo. Eso vale mucho”, afirmó.
El hombre contó que “me hacía falta que me ayudaran”, ya que una caída le hizo quedar con dificultad al caminar. Explicó que eso no permitía ponerse a arreglar la vivienda.
Casitas de Amor
En este proyecto, Casitas de Amor, el municipio invirtió alrededor de $80,000 para mejorar las cinco viviendas impactas. Los empleados municipales también donaron dinero para comprar decoración, mientras la empresa Pan American Grain aportó los muebles.
A través del programa Donativo Legislativos, la senadora Migdalia Padilla entregó compras a las familias.
Los casos -que también incluyeron a Juan del Carmen Torres, de Piedras Blancas; Félix Haddock, de la urbanización Colimar, y María Sánchez Román, de la calle Betances, en la zona urbana- fueron seleccionados tras evaluarse los ingresos y necesidad social de las familias, dijo la directora municipal de Vivienda, Norma Muriel de la Paz.
El alcalde Edward O’Neill Rosa explicó que la iniciativa surgió en la administración de su padre, el exalcalde Héctor O’Neill. Principalmente, busca ayudar a los adultos mayores y familias de escasos recursos.
“Hemos continuado con esa tradición, porque vale la pena. Se le da el servicio a muchas personas en este pueblo que necesitan… Ese trabajo a mí enorgullece muchísimo como alcalde, porque estamos dando la mano”, manifestó.
Explicó que lo más bonito de la iniciativa es que todo el municipio se involucra para lograr que familias necesitadas puedan disfrutar la Navidad con alegría, “en una casa habitable”.
Empuja a la reflexión
Para los empleados municipales también les fue de mucho agrado poder ayudar.
Sheila Báez, quien labora en Recreación y Deportes, comentó que haber podido ayudar a remozar la casa de Catalá Benítez y Valcárcel Villegas le hizo “reflexionar en las cosas que tenemos, cómo nosotros vivimos y, entonces, cómo la comunidad se vuelve más anciana y tal vez uno piensa que tienen las cosas, porque tienen hijos, porque tienen familiares y, a veces, realmente no es así. Hay que hacer más acercamientos de la comunidad no solamente brindarle lo físico, lo que necesitan, sino también el apoyo. Ha sido bien enriquecedor. De verdad que nos ha llenado mucho también. El regalo fue para ellos y para nosotros también”.


