Cuando Hilda Torres acuda al velatorio del exmandatario Rafael Hernández Colón, irá para despedirse del líder que siempre admiró, desde que apenas era una jovencita.

La mujer, que casi alcanza sus ochenta primaveras, recuerda inequívocamente las veces que en secreto lo vio pasar frente a la desaparecida Joya del Castillo, uno de los barrios más pobres del casco urbano de Ponce.

Años más tarde, volvió a toparse con el apuesto joven ya convertido en abogado de quien se rumoraba llegaría muy lejos, por su retórica e innegable carisma. Y desde entonces, siguió fielmente la trayectoria de uno de los gobernantes de mayor influencia en la historia puertorriqueña.

Relacionadas

“Siempre recuerdo que yo lo veía cuando muchacha, vivíamos en la Joya del Castillo y él vivía al frente en la calle Sol, pero más nunca lo vi, y cuando yo trabajaba en Mercedita en el 1964, pues dieron la asamblea anual que se daba en la cooperativa. Entonces, su tío César era contable allí y cuando él llegó, César me dijo en la entrada, ¿tú sabes quién va a ser el orador? Y solo le dije que no sabía, que pusieron a una persona de nombre Rafael Hernández”, recordó la ponceña que laboraba como secretaria en la Central Mercedita.

“Pero su tío me dijo que su nombre era Rafael Hernández Colón, que se acababa de graduar y que no olvidara ese nombre, porque ‘ese va a ser el futuro de Puerto Rico, va a ser el Gobernador de Puerto Rico’. Me quedé esperando y cuando entró el hombre con aquella personalidad y cuando dijo ese discurso allí, todo el mundo comentó que ese hombre llegaría a ser alguien bien importante en Puerto Rico’”, agregó Torres que para ese tiempo tendría unos 24 años.

Por mucho tiempo, Torres guardó algunos recortes de periódicos que reseñaban las ejecutorias del mandatario ponceño, del que insistió, “era el líder máximo, era el que nos quedaba”.

“Murió después de Héctor Ferrer a quien nosotros le teníamos mucha confianza y esperanza, eso a pesar de que nunca perdimos la esperanza en Hernández Colón y ahora, al perderlo a él, vemos cómo el partido sigue desmejorando. Siguen falleciendo los líderes buenos y ahora pues, darle gracias a Dios por todas las cosas que hizo, que fue un gran líder”, lamentó. 

Así, desde la sala de su hogar, Hilda mira al pasado con nostalgia, mientras espera la hora para despedirse del exgobernador.

El fallecimiento del exgobernador fue anunciado hoy por su familiares.

Otra ponceña que fue testigo de las buenas acciones de Hernández Colón es Elba Feliciano Torres, del sector Pueblito Nuevo del barrio Cantera de Ponce. 

“Él tenía un jardinero, Enrique Rodríguez Muñiz, que vivía al lado de mi casa, pero que hace tiempo no sabía de él. Cuando vino a verlo no podía entrar porque el portón estaba cerrado, pero brincó la verja y entró a verlo”, manifestó Feliciano Torres de 63 años. 

“Pero al ver las condiciones en que vivía este señor, le mandó a hacer la parte de debajo de su casa porque la de arriba estaba en malas condiciones y él le hizo un cuarto con facilidades para una persona impedida”, destacó Elba quien mostró la estructura que ocupó Rodríguez Muñiz, a quien el exgobernador colocó una “pavita de oro en la solapa cuando murió”.

Feliciano Torres recordó una ocasión en que Hernández Colón ayudó a un deambulante al salir de misa en la Iglesia La Merced. 

“Cuando terminó la misa, él automáticamente corrió para donde había un muchacho que no tenía nada, le dio un abrazo, lo besó y sacó un efectivo y se lo dio. Eso como que siempre me llenó, porque ¡Dios mío, tanta humildad que he visto en este hombre!”, agregó la vecina del barrio Cantera, quien también llora la pérdida del gobernador ponceño.

“Rafael nunca miró líneas políticas ni religiones para servirle a su pueblo y eso yo, como líder comunitaria lo aprendí de él y hoy estoy muy triste. Voy a despedirme de él cuando lo lleven a la Fundación, porque fue un hombre bueno”, contó por su parte la líder comunitaria de la barriada Betances, Rebecca Alvarado Charlotten.

Compungida su gente

“¡Hay luto en Ponce! ¡Hay luto en Ponce!”

Era lo que vociferaba Edgardo Laboy Géigel a tempranas horas de la mañana de ayer, mientras caminaba por el Paseo Atocha de Ponce, para que el pueblo se enterara que había muerto Hernández Colón. 

El hombre de 63 años se mostraba acongojado al compartir la noticia, ya que “él siempre ha sido el mismo conmigo, no lo conocí mucho, pero andaba con él por ahí a veces”. 

En el casco urbano de la Ciudad Señorial no se hablaba de otro tema que no fuera el fallecimiento del exmandatario ponceño, a quienes muchos consideran que fue “una buena persona, accesible a la gente, un hombre que ayudó mucho a este pueblo”. 

“Ese era el mejor hombre que se ha visto en todo Ponce, se merece gran respeto del pueblo porque él ha sido un tremendo ponceño y tremendo ser humano. Se murió un gran hombre”, expresó por su parte Ángel Negrón Rivera, el cual conversaba con otras personas en la Plaza del Mercado Isabel Segunda de Ponce. 

Allí, algunos estaban con ojos llorosos y voz quebrantada; otros se veían pensativos, pero ninguno enajenado de lo que significó la figura de Hernández Colón para Ponce y para el país. 

“Bendito, lo siento porque fue nuestro gobernador, de los buenos. Me dolió (la muerte) porque fue tremendo”, exclamó Rubén Colón González de 55 años.

“La pérdida para Ponce es grande; como él, ninguno, yo he sufrido mucho porque yo soy popular también. Lo que hizo como gobernador está bien hecho, buena persona y en la desgracia de Mameyes, él fue hasta por allá a ayudar”, dijo Miguel Rodríguez Ruiz, residente del barrio Mameyes. 

En tanto, Bienvenida Santos Santos, manifestó que está “muy triste”, al tiempo que limpiaba el orégano que vendería en un kiosco de la plaza ponceña. 

“Me ha dado mucho sentimiento porque él fue tremendo ser humano. Yo soy dominicana, pero vivo en Ponce hace más de 30 años y aunque nunca he participado en unas elecciones, mi admiración por él no es como político sino por el gran ser humano que él demostró ser”, confesó Santos Santos.

“Lo llegué a ver, porque él llegó a venir aquí a mi negocio; lo veía caminando por las calles del pueblo por la noche cuando era gobernador. Era un hombre muy sencillo, no tenía distinción con las personas, porque no discriminaba, muy bueno”, recordó la mujer de 70 años. 

A Reinaldo Lugo Mojica, le sorprendió la repentina partida del exgobernante. 

“Lo sentimos mucho, el pésame a la familia, los nietos, a todos los que lo conocieron. Para nosotros fue un ser humano bueno, yo lo conocí en la Iglesia La Milagrosa y donde veía un deambulante, donde veía a una persona que necesitaba, lo ayudaba”, afirmó Lugo Mojica de 60 años. 

Para el sector cultural de Ponce, la pérdida de “don Rafa”, ha sido una significativa. 

“Me tomó por sorpresa y siento mucho la pena que nos embarga al pueblo ponceño y a todo Puerto Rico, por la pérdida de una figura como él”, lamentó el artista plástico ponceño Tato González. 

“Fue una persona humilde, dentro de sus posiciones siempre fue una persona normal como todos nosotros. Me acuerdo que siempre él iba a mi galería Oubao Moin con su queridísima esposa doña Lila, en bicicleta los dos, a verme pintar y a compartir conmigo un ratito”, manifestó el reconocido pintor. 

Igualmente opinó la fundadora y directora del Coro de Niños de Ponce, María Inés Suárez, ya que “él asistía a los conciertos del coro. No sé decirte si fue como gobernador o exgobernador porque siempre estuvo allí”.

“Uno siente la pérdida de una persona que uno apreció en el plano personal y con quien uno compartió varias veces y, sobre todo, porque es una figura que marcó nuestra historia y nuestro devenir como pueblo. Puedes criticar positiva o negativamente su gestión, pero creo que nadie puede cuestionar su entrega al servicio público como gobernador”, admitió Suárez. 

En la Biblioteca Rafael Hernández Colón se lloraba la muerte de un amigo. 

“Toda una vida, desde 1989 laborando directamente para su visión de país. Para mí, fue un mentor, un modelo de servicio público y de ejemplo de entrega a la patria”, resaltó el historiador Jorge Figueroa, director del Archivo Histórico de la Ciudad y custodio de la memoria histórica del fenecido exgobernante. 

“Es una noticia que no quisiéramos que hubiese llegado, pero creemos en una vida eterna, así que descanse en paz nuestro gobernador y amigo Rafael Hernández Colón. No hay (consuelo), es como un padre”, señaló Víctor Otaño, director ejecutivo la Fundación Biblioteca Hernández Colón, quien no pudo contener sus lágrimas ya que laboró junto al exmandatario por más de tres décadas.