El huracán María dejó en Puerto Rico “una nueva costa”.

En primera instancia, ocasionó que unas 61 millas distribuidas por toda la línea costera de Puerto Rico se moviera tierra adentro a causa de la erosión. Sin embargo, en términos generales hubo más ganancia de zonas de playas, según reveló el estudio “El estado de las playas de Puerto Rico Post-María”, presentado este miércoles en el Anfiteatro #1 de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras.

Lo novedoso que identificó el estudio fue que la ganancia de estas zonas de playas no fue lo esperado. El estudio alude que unas 36 millas de estas nuevas áreas de playas se formaron cuando la arena reemplazó zonas con vegetación, lo que ocasionó que la línea de agua se moviera más tierra adentro. No se ganó espacio del mar.

El peligro de esta reconfiguración costera, alertó la investigadora principal, la doctora Maritza Barreto Orta, es que los cambios que ocurrieron entre septiembre de 2017 a julio de 2018 han dejado a más comunidades vulnerables a riesgos en caso de registrarse eventos atmosféricos o desastres naturales.

En el estudio, de hecho, destaca que cuando la línea de agua cambia su posición y migra o se traslada tierra adentro “la costa y sus componentes quedan expuestos y por consecuencia, se vuelve más vulnerable ante el impacto de eventos futuros”.

Este estudio, realizado por el Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico y el Caribe (CoRePI-PR, por sus siglas en inglés) y en el que participaron 38 estudiantes de varias escuelas graduadas del recinto, evaluó el estado en que quedaron las playas para los 44 municipios costeros. Identificó las zonas costeras con erosión y aquellos que ganaron ancho de playa (acreción) entre septiembre del 2017 y julio 2018.

La ganancia y las pérdidas

Los hallazgos principales del estudio apuntan a que, “de 29,895 transectos de ancho de playa a lo largo de la franja costera, se encontró que 42% de estas localidades presentaron algún tipo de erosión y 58% presentaron ganancia de ancho de playa, inmediatamente luego del paso del huracán María (septiembre 2017)”.

“A diez meses del paso del huracán María (julio 2018), se identificó que un 60% de los 29,895 transectos estudiados presentan acreción (aumento en el ancho de la playa) y un 40% erosión”, añadió.

La erosión ganó 61 millas de las orillas. Barreto Orta explicó que ese total fue “la suma de todos los pedacitos de la línea de la costa que se está midiendo” y no que la Isla completa disminuyó en esa cantidad de millas.

“Los municipios con mayores secciones de migración de línea de costa hacia tierra adentro para este periodo fueron: Vieques, Cabo Rojo, Arecibo, Humacao, Isabela, Vega Baja, Fajardo, Luquillo, Loíza y Hatillo”, precisó la investigadora, quien es oceanógrafa y especialista en erosión costera.

Añadió que “la migración de línea de costa hacia tierra adentro pudiera representar un aumento en la exposición de la población, infraestructura y servicios al alcance del efecto de inundaciones costeras ante nuevos eventos”.

Aunque Vieques fue la más que perdió su costa, con 11 de las 61 millas detectadas, Barreto Orta destacó que Aguada fue en general el municipio más afectado por esta erosión.

“Aguada presenta una condición bien importante, porque Aguada está localizado en el noroeste, donde las marejadas invernales afectan, y el tener esta esta línea de costa más adentro va a hacer que su exposición a esas comunidades y estructuras que están en lugares que no deberían estar, pues, como se empeore la situación”, describió la experta.

Lajas y Fajardo, en cambio, se encuentran entre los municipios menos afectados. La oceanógrafa destacó que Lajas cuenta con barreras naturales que le ayudó a evitar la erosión.

El hallazgo “novel” del estudio fue, sin embargo, el que se identificaran que zonas de playas se lograron mover tierra adentro, evitando así la erosión. En específico, fueron 36 millas de franja de playas.

Por lo general, las acreciones o ampliaciones del ancho de la playa ocurren cuando se deposita nueva arena y hay ganancia de millas hacia el mar. Pero, lo que ocurrió tras el huracán María no estuvo relacionado a este escenario. Barreto Orta explicó que “no es una acreción como lo que usualmente se conoce, que la gente dice que acreción es que gane. No, es que la playa se movió tierra adentro y tiene un equilibrio nuevo y, entonces, por eso es la importancia de no tener estructuras bloqueando en la línea de agua, porque debemos permitir que los procesos regulares naturales muevan los sedimentos tierra adentro, que ese es el modelo que presenta cuando aumenta el nivel del mar”.

La investigadora describió como una “buena noticia” el que la playa haya logrado encontrar su equilibrio.

“La buena noticia es que ocurre en zonas donde no hay estructuras. La mala noticia es que no ocurre migración de playa donde hay estructuras. Y, donde hay estructuras, el problema es que, si el agua sigue entrando, va a producir una pérdida de playa en un plazo de 20, 10, 15 años. Esperamos que esto no sea el caso”, comentó Barreto Orta.

Los municipios con mayores secciones de migración de playa hacia tierra adentro para este periodo fueron Vieques, Humacao, Hatillo, Mayagüez, Aguada, Arecibo, Camuy, Isabela, Vega Baja y Rincón, se detalló en el informe.

No obstante, la catedrática destacó que hubo áreas generalmente rocosas en las que se le logró ganar millas al mar. Uno de los casos que mencionó ocurrió en Camuy, donde se depositó arena frente a una costa rocosa y creó una playa.

Nuevas alertas

Asimismo, Barreto Orta alertó que “se identificaron nuevas zonas de erosión en la zona sureste de la isla, específicamente en los municipios de Patillas, Santa Isabel, Guayama, Juana Díaz, (y) Ponce. Aunque todavía no se ha identificado los posibles causales de estos cambios es importante evaluar la posibilidad de cómo la pérdida de barreras naturales como corales, praderas de yerbas marinas, deforestación de manglares, las manifestaciones del cambio climático, actividades humanas asociadas al cambio del uso de terreno (calificaciones) pudieran estar asociados con los mismos”.

El informe del estudio también destaca que “se identificó la ubicación de secciones de carreteras cercanas a zona de erosión costera luego del paso del Huracán María. Varias de estas carreteras son: PR-681 (Arecibo); calles secundarias en el Barrio Jarealito Arecibo; PR-681 Barrio Islote Arecibo; PR-861 (Barceloneta); PR-684 Barceloneta; PR-6684 Manatí, PR-686 Manatí, Vega Baja, PR-686 (Avenida Sol); Vega Alta; PR-690, carretera principal Cerro Gordo, Vega Alta; Dorado PR-697; PR-165; entre otras”.

Señaló que en muchos de estos casos es hora de evaluar la relocalización de las vías e infraestructura crítica, especialmente pluvial. Dijo que el no anticipar futuros peligros podría generar obstrucciones continuas cuando ocurran marejadas u otros eventos naturales, expone la vida y propiedad de los que transitan por estas y pudiera a largo plazo generar pérdidas más costosas.

Otro elemento que se destacó durante la presentación fue que después del huracán María las estructuras en las costas se tornaron más costosas en las zonas de amortiguamiento más cercanas a la costa.

“Por cada metro de aumento en distancia de la costa, el precio de la propiedad disminuye por 0.14%”, detalló Kevián Pérez Valentín, a cargo de la valoración hedónica del estado de las playas después de María.

Curso de acción

Más allá de los hallazgos, el estudio cerró con 48 cursos de acción para reducir la erosión. Estos buscan la protección, adaptación, política pública y relocalización planificada para evitar desastres futuros.

“La migración de la línea de costa y de playa es un asunto de importancia que todos los sectores tienen que atender con urgencia. El no insertar la migración de línea de costa y playa dentro del manejo costeros producirá decisiones incorrectas”, destacó la investigadora.

Estipuló que este problema de erosión costera “se ha subestimado”, que se ha tratado por años como uno “que puedo resolver tirando unas piedras”. Por ello, Barreto pidió estar consciente de la problemática y atenderlo con un protocolo detallado de manejo de erosión costera, el cual nunca se ha realizado en Puerto Rico.

Por su parte, el meteorólogo y catedrático Rafael Méndez Tejeda, quien también participó de la investigación, pidió que municipios usen los datos para que “puedan hacer propuestas y allegar fondos, porque ellos son los que más conocen las comunidades vulnerables”.

Pero, más allá, urgió porque “el estado reconozca las playas, arrecifes, humedales, las praderas, las hiervas marinas como infraestructura crítica del país. Ahí hay riqueza enorme y se juega en parte la vida”, dijo.

La afirmación la hizo previo a que Barreto Orta destacara que ya hay estados que no permiten la colocación de piedras para detener la erosión, como ocurre en la Isla, porque “genera más erosión”. Comentó que se ha optado por “infraestructura natural como primera prioridad, como estrategia de mitigación”. Entre esta infraestructura natural se encuentran los arrecifes y los mangles, entre otros.

Asimismo, el grupo de investigadores, que incluyó al abogado Ricardo Costa, habló de la necesidad de establecer un marco jurídico sobre el manejo de las costas y la erosión, que en la actualidad no existe, así como una ley de desarrollo sostenible. Además, destacaron que se debe incluir la erosión costera en el plan multiriesgo que tiene el país y el cual es dirigido por el Negociado de Manejo de Emergencias y Administración de Desastres.

Tras escuchar el señalamiento, el comisionado interino de dicho Negociado, Nino Correa, indicó a Primera Hora que la medida de acción se incluirá en la revisión que se hará en los próximos meses al plan multiriesgos del gobiero. Adelantó que hará reuniones en los que le dará participación a estos investigadores.

“Tenemos que hacer un análisis en todo el sentido de la palabra, de lo que son los riesgos, tanto Fiona como María. Como bien yo he mencionado anteriormente, cada uno de estos eventos que surgen te llevan a tu tener que hacer ajustes. Y el hecho de que hoy se hable tan fuerte del cambio climático, que es lo que hace cinco años atrás no lo querían asociar con una temporada de huracanes, pues, ahora sí, y obviamente como representantes del gobierno tenemos que incorporarnos a ese tema”, prometió.

Cabe destacar que este proyecto se realizó con una subvención de $1.4 millones de la Agencia federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), a través de la Oficina de Recuperación, Reconstrucción y Resiliencia (COR3). Barreto Orta indicó que tratan de identificar más fondos para lograr extender el análisis a la actualidad, ya que solo se realizó hasta el verano del 2018.