Hay evidencia que establece que diagnósticos psiquiátricos comórbidos con enfermedad renal terminal y enfermedad crónica hepática en pacientes trasplantados aumentan la morbilidad y mortalidad del paciente si no recibe un tratamiento psiquiátrico adecuado.

Así lo asegura el psiquiatra Nicolás Hernández Sanabria, quien forma parte del equipo de médicos del Centro de Trasplante del Hospital Auxilio Mutuo, en San Juan, al destacar que la evaluación psiquiátrica en este proceso llega desde que el receptor de un órgano es evaluado para el procedimiento.

“Uno a veces se pregunta qué hace un psiquiatra en un centro de trasplante y de todas las enfermedades crónicas que existen, la enfermedad renal es de las que más prevalencia tiene de una condición psiquiátrica. Además, hay diferentes eventos emocionales, psiquiátricos o neuropsiquiátricos que pueden ocurrir tanto antes del trasplante, como durante el proceso, o postrasplante inmediatamente en el hospital o en la recuperación”, sostuvo el galeno.

Por ejemplo, dijo que antes de un trasplante son bien frecuentes las alteraciones del sueño, la ansiedad y la depresión.

“Durante la hospitalización puede ocurrir lo que se llama un delirio, que es como si el sistema nervioso central reaccionara ante todo el evento que supone una cirugía de esta índole”, agregó.

Asimismo, posteriormente, los medicamentos que se utilizan para evitar el rechazo del órgano pudieran dar una reacción de depresión con características melancólicas de manejo complejo.

“Otra cosa que ocurre ya en la etapa de recuperación, incluidos años después, es que el paciente tiene que lidiar con ese pensamiento de cuánto tiempo me va a durar esto. Así que parecería que se acaba la película una vez se hace el trasplante, pero en realidad la historia continúa”, sostuvo.

Pero ojo, también hay intervención con la familia del donante o el donante vivo, según explicó el doctor Hernández Sanabria.

“La inmensa mayoría de los donantes surgen por muertes que son repentinas, son traumáticas, son trágicas. Así que este proceso de que las familias de los donantes y el recipiente puedan buscar un acercamiento por cartas puede ser complejo. En las donaciones, tanto LifeLink como el Centro de Trasplante de Auxilio Mutuo respetan la privacidad de las familias. Pero de surgir interés, esa comunicación y proceso es bien importante para la familia del donante porque le ayuda en su proceso de duelo. Mientras que para la familia del receptor es una forma de manifestar gratitud por haber recibido ese regalo de vida”, puntualizó.

En cambio, dijo que es importante que se entienda que el proceso es voluntario y que el receptor tiene la libertad de decidir si quiere o no quiere participar. Hay casos conmovedores en los que hay encuentros saludables y beneficiosos para las partes.

“En cambio, nuestros donantes pueden tener cualquier historia... pueden ser personas que murieron en un accidente de auto, en un acto violento. Pueden ser personas que hayan tenido un historial delictivo. Entonces, algunas personas simplemente no lo ven como una opción. Lo ven como algo que no quieren hacer. Igual pasa con los receptores. Ellos siempre estarán agradecidos, pero algunos no quieren abrir su privacidad y eso es completamente respetado”, explicó.

El equipo de trasplante, junto con el psiquiatra, siempre evaluarán las ventajas o desventajas que puedan haber y se prepara al paciente para el encuentro voluntario.

“Ya cuando ocurre el encuentro hay una evidencia extensa de que las familias están preparadas para enfrentarse a ese encuentro”, acotó.

En el caso de los donantes vivos la intervención del psiquiatra se extiende hasta dos años posteriores a que ocurra el procedimiento de trasplante.