Son las 11:00 de la mañana del domingo y en el Casino Metro del Sheraton Hotel son decenas las personas -en su mayoría adultos mayores- que están frente a una máquina buscando cucar la suerte en ese mundo donde las horas pasan inciertas y se convierten en una válvula de escape para aquellos que la cuarentena les privó de alguna diversión durante meses.

Apenas han pasado dos días desde que los centros de entretenimiento de juegos de azar pudieron reabrir por virtud de la nueva orden ejecutiva impulsada por el gobierno de Puerto Rico, en el afán por tratar de desacelerar los casos de COVID-19, y la acogida de que se les haya dado luz verde para operar es evidente en la asistencia del público.

Según la orden ejecutiva OE-2020-066 el cupo límite en los casinos debe ser de un 25% de su capacidad establecida en el código de edificación vigente en Puerto Rico (PR Building Code 2018); por lo que con estos ajustes en Casino Metro se permite la entrada de 400 personas.

Según el gerente general del Casino Metro, Ismael Vega, había entre un 25% y un 30% más de gente de lo que, de ordinario, se recibía un domingo cualquiera antes de la pandemia. En total, se calculó unas 164 personas jugando en las máquinas antes de mediodía. Y allí, en una esquinita, estaba Helen Otero, una residente de Guaynabo que llegó con su hija al amanecer para probar suerte en las máquinas de “vellón”.

“Si no lo abrían yo creo que me iba a volver loca. Yo se lo decía a mi marido: 'si el casino no lo abren voy a coger un avión, aunque me enferme, pero me voy… me encanta, lo ansiaba, estaba desesperada y en un estrés horrible”, relató la mujer.

La hija de Helen, Sol Serrano, destacó que para su mamá ha sido drenante estar encerrada durante la pandemia y que la situación empeoró hace poco más de un mes cuando le robaron el auto.

“A ella le gusta venir al casino porque se siente como en familia. Pero no se podía. Y esa situación de estar a pie por lo del robo de la guagua, fue peor porque no podía salir ni a dar una vueltita para distraerse. Si no abrían le daba un bioco. Todo el tiempo estaba diciéndome: ‘ay, que abran el casino ya, que Wanda (Vázquez) hable para que diga si lo van a abrir o no’. Es que ellos vienen aquí y se sienten seguros”, expresó.

De hecho, Helen dijo que se siente más segura en el casino que en las tiendas. “Muchacha, aquí están limpiando todo a cada rato. Hay más mantenimiento que en cualquier tienda”, expresó quien llegó a las 6:00 de la mañana -hora de apertura del establecimiento- para pasar el día jugando.

Al filo del mediodía no había ganado “gran cosa” pero festejó el hecho de que un amigo ganó $11,000. “Está loco de contento que hasta brincó de alegría y se lastimó una pierna”, dijo riendo.

La orden ejecutiva OE-2020-066 establece que el cupo límite en los casinos debe ser de un 25%.
La orden ejecutiva OE-2020-066 establece que el cupo límite en los casinos debe ser de un 25%. (Ram—n "Tonito" Zayas)

Aunque en el casino había personas de todas las generaciones, era evidente que el flujo mayor era de personas de edad avanzada, quienes están en el grupo de mayor vulnerabilidad a contagios de COVID-19. En cambio, todos seguían las medidas de salud y seguridad impuestas por la gerencia, el cual incluye el uso compulsorio de mascarillas y guardar distancia física de más de seis pies.

“No tengo temor porque aquí todo está bien organizado y están limpiando todo el tiempo. Ahora los muchachos que nos traen comida se ponen hasta una redecilla como la que yo uso para el dubi. Además, yo no me quito la mascarilla. Realmente, aquí todo es fantástico… yo estaba loca que abrieran porque estaba en una depresión que no podía más (con el encierro). Para nosotros esto aquí es como una segunda familia de lo bien que nos tratan”, expresó por su parte, Magdalena Alejandro, quien tiene 76 años y reside en Bayamón.

Magdalena narró que era el segundo día que visitaba el casino junto a su compañero sentimental. Como otros entrevistados, llegaron a la hora de apertura y planificaban irse entrada la noche.

“Puedo estar 12 horas aquí y no me doy cuenta de lo bien que la pasamos… y siempre me siento en la misma máquina. Esta es mi maquinita, mírala. Yo traigo hasta un cojín para estar cómoda”, manifestó quien había logrado ganar una cantidad considerable de dinero cuyo monto prefirió reservarse.

Otro que acogió con alegría la reapertura de los casinos – un sector que llegó abrir, pero solo por 16 días en julio- fue José Santiago, de 67 años, y residente de Villa Palmeras en San Juan.

“Se entretiene uno muchísimo… ya le bajé trescientosypico (de dólares) a una máquina. No me ha ido mal”, expresó el hombre que estaba acompañado por su esposa.

Catalogó la limpieza y protocolo del lugar como “muy bueno” y advirtió que visitaría con frecuencia el casino.

Durante los pasados seis meses el ingreso en los casinos, el cual incide en recursos para la Universidad de Puerto Rico (UPR), la Compañía de Turismo de Puerto Rico (CTPR) y el Fondo General, ha tenido pérdidas de sobre $130 millones a causa de la crisis provocada por el cierre que el gobierno impuso a estos centros de juegos de azar en su interés por controlar los contagios de COVID-19.

A causa de las diversas órdenes ejecutivas incoadas por la gobernadora se inhabilitaron las operaciones de los 16 casinos que hay en la isla y, entre el 85% y el 90% de los 3,000 empleados de estos centros de entretenimiento estuvieron desempleados, creando paralelamente a la debacle financiera gubernamental una crisis social.

Este sector fue autorizado en el mes de julio a una reapertura parcial -con limitación de ocupación en sus facilidades y horarios-, pero el permiso apenas se extendió por dos semanas pues, por recomendaciones científicas, el gobierno ordenó nuevamente poner candados a los casinos.

Según Vega, los empleados del Casino Metro estaban deseosos de volver a trabajar y proveer el sustento a sus familias. En este centro se reactivaron a trabajar a 170 de los 190 empleados que tienen en plantilla, lo que representa el 90% del grupo.

“Desde el mes de julio implementamos rigurosas medidas de desinfección y limpieza para la protección y seguridad de clientes y empleados. De igual modo, reconfiguramos la distribución de tragamonedas y mesas de juego, en cumplimiento con las recomendaciones de distanciamiento físico de las autoridades sanitarias y de la restricción del 25%”, detalló al recordar que se invirtieron más de $150 mil en la instalación de plexiglás en las mesas de juego y en la compra de máquinas expendedoras de desinfectante de mano y de toallitas del alcohol. También se pudo observar que cada vez que un cliente se mueve de un área, un empleado interviene para desinfectar la zona a la que, posteriormente, se le coloca una pegatina que indica que el espacio está higienizado.

“Tenemos un equipo de 15 empleados dedicados exclusivamente a la limpieza…esto es parte del protocolo que vamos a hacer mientras dure esta emergencia porque para nosotros la salud de nuestros clientes y empleados es primero”, dijo Vega.

Otros sectores que pudieron reabrir este fin de semana fueron los gimnasios y las playas. Un recorrido de Primera Hora por la playa del “Último Trolley” en Ocean Park, pudo evidenciar que el lugar estaba poco concurrido. Las pocas personas que aprovecharon la reapertura guardaban distancia entre otros grupos.