Úrsula Hernández llegó antes de las 11:30 de la mañana a la escuela Rafael N. Coca, en Luquillo, a buscar dos platos de alimentos para sus dos niños a través de un sistema de servicarro que se instaló en las facilidades para servir el almuerzo de comedores escolares a la población menor de 18 años del municipio.

“Quiero dos platos porque tengo dos hijos”, dijo la joven madre al alcalde, Jesús “Jerry” Márquez, quien con una incomodidad notable en su voz tuvo que decirle que sólo podía darle uno pues estaba racionando los platos para que el inventario diera para todos los que hacían la fila.

Por favor, discúlpame… el Departamento de Educación brindó alimentos para hacer solo 500 platos y la población de menores de 1 a 18 años en nuestro pueblo es de 3,500 personas. Te prometo que trataremos de resolver para que Educación nos ofrezca más alimentos y poderte dar el otro cuando vuelvas”, le dijo el ejecutivo municipal a la ciudadana.

Aún así la joven se fue agradecida del lugar. “Pues, nada yo puedo hacer arroz con huevo”, expresó sobre cómo resolvería para que todos en su hogar pudieran comer.

El alcalde tuvo la misma intención de racionar los platos con Vanessa Santos, una madre que llegó buscando alimentos para siete menores de su núcleo familiar. Tras sacar platos de otras rutas, finalmente, Vanessa se llevó los almuerzos para los niñitos.

“Hay que ver la demanda porque entiendo que no quieren que ser desperdicie comida, pero si están viendo que hay más gente solicitando tienen que responder a esa demanda”, expresó la mujer.

La semana pasada, la gobernadora Wanda Vázquez Garced autorizó la apertura de algunos comedores escolares, en coordinación con los alcaldes, tras semanas de reclamos de diversos sectores para que se repartiera comida entre familias necesitadas en medio de la pandemia por coronavirus. Trascendió que, hoy, primer día de reapertura de los comedores, se abrieron 80 escuelas y asistieron a laborar 606 cocineras.

Indignado, el alcalde expresó que lo que presenció Primera Hora “no debió ocurrir”. “Esto es de lo más terrible que nos puede pasar… nos comprometimos con la ciudadanía para servirles (comida) y por razones ajenas a la voluntad de uno hay que decir que no. Esto se pudo evitar con una mejor coordinación desde el principio”, expresó al estimar que en Luquillo cerca de 2,500 a 3,000 niños dejan de alimentarse según un censo que hizo el municipio y que estima en 3,500 la población de 1 a 18 años.

“Los municipios somos una mano aliada y me pesa mencionarlo porque este no es el país que quiero pero, espero que esto no sea un asunto de colores y de poderes”, expuso al hacer llamado al secretario de Educación, Eligio Hernández, a que permita abrir un comedor adicional en el pueblo.

En horas de la noche se informó que el alcalde tuvo que gestionar 100 almuerzos adicionales, por su cuenta, para repartirlos entre varias personas que se quedaron sin alimentos.

Quejas adicionales se han recibido de alcaldes de pueblos como Peñuelas, Morovis y Vega Baja.

En Luquillo se establecieron nueve puntos de entrega: cancha bajo techo en el barrio Casa Blanca; Iglesia Defensores de la Fe en Villa Angelina; en la iglesia Evangélica Unida del barrio Sabana; en la Iglesia de Dios Inc., en el barrio Río Chiquito; en la Iglesia Bautista de Jerusalén en el barrio Mata de Plátano; en Iglesia Evangélica Samaria en Fortuna Cerro; en el Centro Acción Social de Fortuna Playa; en la escuela Isidro A. Sánchez; y en la escuela Rafael N. Coca.

Además, se distribuye platos en los cuatro residenciales públicos del municipio.

Márquez resaltó que, además los almuerzos confeccionados en el comedor escolar, se ha hecho entrega de alimentos no procesados, alcohol y mascarillas en las residencias de Luquillo. De 7,000 hogares se han hecho entregas en unas 4,000, sostuvo.

Se necesita más personal en el comedor escolar

La dinámica de trabajo de las ocho empleadas de comedor de la escuela Rafael N. Coca inició antes de las 7:00 de la mañana cuando el grupo se dispuso a confeccionar el plato del día: arroz con habichuelas pintas, carne de cerdo, zanahorias y melocotones al almíbar.

Según destacó Alexandra Malavé, supervisora de la Autoridad de Alimentos Escolares en Río Grande, Luquillo y Loíza, antes de entrar a las facilidades las cocineras pasan por un proceso de cernimiento que incluye la toma de temperaturas. Anteriormente, a todas se les hizo la prueba molecular de COVID-19 y arrojaron resultados negativos, destacó.

“Ellas están aquí hoy preparando 500 platos de alimentos para toda la comunidad de 1 a 18 años de Luquillo… están desde tempranito cocinando y, luego, completando todo el proceso de empaque”, dijo.

Precisamente, en el proceso de empaque se percibió la carencia de empleadas pues las ocho asignadas a la escuela Rafael N. Coca no dieron abasto para que los cientos de almuerzos estuvieran antes de la hora de entrega empaquetados.

En Luquillo las entregas de almuerzo se predeterminaron entre 11:30 de la mañana y 1:00 de la tarde. En cambio, a las 11:00 de la mañana los carreros asignados a llevar la comida a los nueve puntos esperaban en la zona pues los paquetes no estaban listos.

Esto provocó, por ejemplo, que los alimentos designados a la Iglesia de Dios Inc., en el barrio Río Chiquito, llegaran a la 1:00 de la tarde.

“Las personas han venido a buscar la comida, pero se han ido porque no la han traído todavía”, dijo el pastor William Vélez Rivera.