Desesperadas y llorosas, una madre y su hija interceptaron este jueves al gobernador Alejandro García Padilla para denunciar su insatisfacción por el trato que recibía un familiar al que le diagnosticaron una doble fractura.

Las mujeres lograron burlar la escolta del primer ejecutivo cuando se dirigía a la Sala de Emergencia del Centro Médico en Río Piedras para evaluar esas instalaciones y lograron detener la marcha del funcionario, que acababa de anunciar el nombramiento de la doctora Ana Ríus como secretaria de Salud.

"Aquí no atienden bien a los pacientes... No se deje llevar por las apariencias", dijo al gobernador Esperanza Santos, de Naranjito. Casi ahogada en llanto, la mujer, acompañada de su hija, Betzaida Hernández, le expresó a García Padilla el temor de que la condición de su esposo, de 70 años, agravara por entender que los médicos no le concedían prioridad adecuada al paciente.

García Padilla se mostró receptivo a los argumentos de las mujeres, quienes ante los periodistas precisaron que José Manuel Hernández Cintrón padece cáncer, es diabético, y ha presentado deficiencias renales, lo que lo convierte en un paciente con un cuadro complejo, después que se le diagnosticó una factura de la pelvis y otra en la columna vertebral.

Conmovido por las denuncias de las nerviosas mujeres, García Padilla solicitó información a Ríus, que le acompañaba y en segundos se movilizaron para indagar sobre la situación de Hernández Cintrón. La hija del septuagenario le insistió al gobernador que se sintieron ofendidas cuando personal de la Sala de Emergencia "nos dijeron que la condición de él no es de prioridad y ni siquiera ha comido, pero él es diabético y su condición puede empeorar".

Después de la sorpresiva intervención con las mujeres, justo cuando García Padilla iba a entrar a la Sala de Emergencia, otro ciudadano, Randall Ramos, lo abordó para pedirle ayuda por lo que considera una situación injusta ante la situación de sus sobrinos víctimas de maltrato. El gobernador lo escuchó brevemente y pidió a uno de sus ayudantes que lo atendiera en detalle para poder realizar su visita al área donde se atienden las emergencias mayores del país.

Cuando las puertas se iban a cerrar, otro hombre, acompañado de un niño que portaba una pancarta, gritó para que García Padilla lo atendiera. Dos guardias le impidieron el paso. Entonces, Eugenio Zabala inisistió en reclamarle al primer ejecutivo que actúe para evitar que las clínicas de salud mental del Hospital Pediátrico Doctor Antonio Ortiz sean privatizadas.

La visita de García Padilla a la Sala de Emergencia se aceleró. En su recorrido, como ya había anticipado en rueda de prensa, no se observaron pacientes en camillas en los pasillos y todo lucía muy limpio.

Al salir al área de la sala de espera, García Padilla escuchó nuevamente a las mujeres naranjiteñas, quienes en ese momento lucían un poco más calmadas, sentadas cerca de la puerta principal.

"No me voy a ir hasta que las atiendan", les dijo el gobernador.

En segundos, una trabajadora social le brindó orientación a las mujeres y el director médico de la Sala de Emergencia, Israel Ayala, se movilizó para informarles sobre el tratamiento que recibía Hernández Cintrón y por qué era importante esperar por una consulta de un ortopeda, entre otros trámites de rigor.

Ambas se mostraron receptivas y más conformes con las explicaciones del doctor Ayala. Entonces Betzaida le pidió perdón al gobernador por interceptarlo en el pasillo porque estaba desesperada. García Padilla le respondió que no tenía que disculparse. Se despidió con un beso y reclamó que en pocas horas le informaran sobre el progreso en la atención al paciente.