La confirmación de la presencia de los sublinajes BA.4 y BA.5 de Ómicron en Puerto Rico podrían extender hasta más allá de agosto el consistente repunte de casos de COVID-19 que se experimenta en la Isla desde el 15 de marzo y que desde entonces ha ocasionado, al menos, 318,000 contagios y 380 muertes.

Así lo advirtió en entrevista con Primera Hora el gerente de investigaciones del Fideicomiso de Salud Pública, Marcos López Casillas, al precisar que la ciudadanía ha sido golpeada durante la quinta oleada, principalmente, por el sublinaje BA.2 de Ómicron, una variante que nos azota desde diciembre.

“Sin embargo, esto pudiera estar cambiando ahora en verano porque ya sabemos que hay presencia de BA.4 y BA.5. Lo que puede ser preocupante porque este mes que apenas va a empezar es de mucha presencia turística. Entonces, se puede dar un proceso evolutivo porque tendríamos el impacto de los viajeros que llegarán en estos meses y pudieran estar trayendo estos sublinajes. Es el comportamiento que se está viendo en Estados Unidos y lo podemos ver reflejado acá”, sostuvo el científico quien trabaja directamente secuenciando los genomas de muestras de casos positivos reportados en la isla, precisamente, para detectar la presencia de nuevas variantes o sublinajes de las ya identificadas. La vigilancia genómica es importante porque permite a los gobiernos establecer medidas de salud pública y de epidemiología para contener la epidemia.

El 10 de junio, el secretario del Departamento de Salud, Carlos Mellado, confirmó que se había detectado en Puerto Rico la presencia del sublinaje BA.4 de la variante Ómicron del coronavirus SARS-CoV-2 a través de la secuenciación de muestras a tres pacientes -una mujer y dos hombres- entre los grupos de edad de 20 a 29 años y 60 a 79 años. De otra parte, la semana pasada, el secretario confirmó a Primera Hora la presencia del sublinaje BA.5 en Puerto Rico. Explicó que se trata de un paciente del área sur de la Isla que no requirió hospitalización. Agregó que la agencia identificó a sus contactos, a quienes realizarían monitoreo por espacio de 10 días. Asimismo, el último informe de vigilancia genómica reportado por Salud -que comprende del 29 de mayo al 4 de junio- reitera que el 71.4% de los casos secuenciados arrojaron ser de los sublinajes BA.4 y BA.5.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) otras características de los sublinajes de Ómicron son: posible mayor de transmisibilidad, posible reducción en la neutralización con algunos tratamientos de anticuerpos monoclonales y posible reducción en la neutralización por sueros postvacunación.

López Casillas pronosticó que, debido a que en la Isla no se han tomado medidas salubristas para contener la epidemia -como ocurrió en los pasados repuntes- hay mucha probabilidad de que la escalada se extienda “hasta pasado agosto” y en ese proceso se vaya desplazando el sublinaje BA.2.

“No hemos visto medidas para aplanar la curva o retenerla. Por eso es que ha durado tanto (105 días tomando en consideración el periodo del 15 de marzo hasta el 28 de junio). Y ante este escenario, sumado a que comiencen a predominar BA.4 y BA.5, no vamos a ver una baja en el número de casos ni en la tasa de positividad porque es que no se ha hecho nada a nivel de contención”, puntualizó al explicar que aunque no se ha demostrado científicamente que estos sublinajes causen una enfermedad más severa, continúa la preocupación por el riesgo de enfermedad y muerte en pacientes mayores de 60 años, quienes ocupan el 90% de las 380 muertes ocurridas durante el repunte que se experimenta desde mediados de marzo.

El último reporte del bioportal de Salud, que ofrece estadísticas y datos sobre el SARS-CoV-2 en Puerto Rico, reportó que hay 399 pacientes hospitalizados, y de estos 63 son pediátricos. También se reportaron 12 muertes que elevaron el total de decesos en Puerto Rico a consecuencia del COVID-19 a 4,544.

Del mismo modo, el bioportal reportó que la tasa de positividad del coronavirus en la Isla se encuentra en un 32.84%. El aumento en la tasa de positividad del virus y la cantidad de hospitalizados, que se ha mantenido por varias semanas por encima de 350, son cifras cónsonas con el renglón de la tasa de transmisión comunitaria del virus que se mantiene en nivel rojo (alto).

Otro factor que a juicio de López Casillas abona a que no se perciba una merma en el repunte actual es que los sublinajes BA.4 y BA.5 escapan a la inmunidad natural de contagios provocados por versiones anteriores de Ómicron.

“Tenemos también datos, según un informe de New England Journal of Medicine, que indican que, sin duda, BA.4 y BA.5 escapan la capacidad de neutralización por vacunas. Aunque se indica que con el booster recuperas esa capacidad de neutralización. Por eso enfatizamos en que las medidas de prevención existentes -como el uso de mascarillas, lavado de manos y las vacunas- ayudan a prevenir severidad y muertes”, determinó el científico.

Sin embargo, la respuesta de la ciudadanía ha sido lenta con la dosis de refuerzo. El portal del Salud muestra que apenas el 31.56% (970,759) de la población apta (cinco años en adelante), tienen al día la serie primaria y el primer refuerzo de la vacuna contra el COVID.

La agencia señala que hay 1,953,788 personas sin vacunas al día y otras 269,147 que nunca se han inoculado.

Precisamente, este martes, las autoridades de salud de los Estados Unidos se reunieron para sopesar ofrecer nuevas vacunas de refuerzo contra COVID-19 para el otoño. Los nuevos fármacos serían modificados para adaptarse mejor a las mutaciones del coronavirus.

Moderna y Pfizer han probado inyecciones actualizadas contra la contagiosa variante Ómicron, y los asesores de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) debatirán si es momento de hacer un cambio, preparando el escenario para que otros países adopten medidas similares.

“Esto es ciencia en su máxima expresión”, dijo el jefe de vacunas de la FDA, el doctor Peter Marks, a Prensa Asociada, y agregó que se espera una decisión final pocos días después de la recomendación del panel asesor.

Las vacunas actuales contra el COVID-19 salvaron millones de vidas en todo el mundo en tan solo su primer año de uso. Y las inyecciones de Moderna y Pfizer aún ofrecen una fuerte protección contra los peores resultados -enfermedad grave y muerte-, especialmente después de un refuerzo.

Pero esas vacunas van dirigidas contra la cepa original del coronavirus y entre la disminución de la inmunidad y un aluvión implacable de variantes, la protección contra las infecciones se ha reducido notablemente. El reto es decidir si los refuerzos modificados ofrecen una buena oportunidad de mitigar otra oleada cuando no hay forma de predecir cuál mutante será la amenaza principal.