Los costos por hospitalización en un paciente de COVID-19 son tan variados como el tratamiento que los médicos crean necesarios aplicar para tratar de salvarle la vida a una persona que desarrolla una enfermedad moderada o severa del novel coronavirus.

Así lo explica la infectóloga Iris Velázquez, una especialista que ha laborado incansablemente durante los pasados 19 meses de pandemia, un periodo en el que se ha trastocado por completo la dinámica de trabajo en los hospitales, no solo en Puerto Rico, sino alrededor del mundo.

Aunque no se ha hecho un análisis general sobre los costos de hospitalización por COVID en la isla, la Administración de Seguros de Salud (ASES) entregó información a Primera Hora que evidencia que la factura promedio de una hospitalización por coronavirus a beneficiarios del plan de salud Vital varía entre $6,626 y $18,185 en la población adulta -dependiendo la severidad de la enfermedad-, aunque ha habido casos en que el costo por estadía ha sobrepasado los $116,000.

Según la doctora Velázquez, quien labora en hospitales del área oeste del archipiélago, con la presencia de la variante Delta las estadías de pacientes en los hospitales aumentaron de entre siete y ocho días a un mínimo de 10. Acotó que en la última crisis de alta transmisión comunitaria del virus muchos pacientes fueron ingresados directamente a unidades de cuidado intensivo, lo que implica mayores costos en tratamientos.

Dra. Iris Velázquez, infectóloga
Dra. Iris Velázquez, infectóloga (Suministrada)

“Con la Delta casi todos están un mínimo de 10 días y requieren tratamiento antiviral con remdesivir, un medicamento intravenoso que se tiene que aplicar por un periodo mínimo de cinco días. Usualmente, este tratamiento -que inicialmente se autorizó como uso de emergencia, pero luego se aprobó por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos)- se utiliza en pacientes que nos llegan con 94% o menos de oxigenación. El tratamiento con este medicamento cuesta más de $3,000″, dijo la especialista en referencia a su uso.

Explicó que este tipo de paciente permanece monitoreado y, en caso de que comience a perder oxígeno, también se procede a realizarse un procedimiento de “ventilación no invasiva”.

“Lo que hacemos con estos pacientes es ponerles una cánula de oxígeno, que es como un tipo de tubito plástico parecido a un sorbeto, y se le conecta el oxígeno. Si vemos que aun así la persona se deteriora, pues se sube el oxígeno y se le coloca con un tipo de mascarilla que da más cantidad de aire que la cánula, pero no requiere que se le tenga que poner el tubo traqueal. En estos tratamientos de ventilación no invasiva los pacientes están despiertos y siguen instrucciones, pero requieren habitaciones de presión negativa y eso eleva los costos. Y es bueno aclarar que estos son recursos que agotamos antes de intubar. Pero tengo que reconocer que en este último repunte de casos (entre julio y septiembre) muchos llegaban directo a intubarse de lo malitos que estaban. En estos casos, se ventila directamente al pulmón a través de ese tubo endotraqueal”, manifestó al especificar que cuando el tratamiento es agresivo se requiere el uso medicamentos para el dolor y de sedantes para mantener al paciente en un coma inducido. “Aquí vemos también otros costos de hospitalización”, señala.

Comentó que personas con una infección por SARS- CoV-2 tienen un aumento de riesgo de eventos tromboembólicos por lo que se utilizan fármacos como Lovenox para evitar complicaciones. El precio de esta solución inyectable comienza en $76, según páginas como Drugs.com

“Tenemos también el Olumiant (baricitinib) que es un medicamento para artritis reumatoide, pero se autorizó su uso de emergencia porque genera buenos resultados con las enfermedades respiratorias relacionadas al COVID-19. Este medicamento se administra por 14 días y es carísimo”, subrayó Velázquez sobre el fármaco cuyo frasco de 30 pastillas de 1mg puede llegar a costar $2,493.

“El tocilizumab es otro medicamento costoso. Se trata de una infusión intravenosa que utilizamos en aquellos pacientes con una respuesta inflamatoria bien severa y que están bien malos. Una ‘single dose’ (dosis sencilla) de este medicamento puede costar más de $3,000″, acotó la doctora.

De otra parte, dijo que hay enfermos que llegan con otras condiciones preexistentes que requieren tratamientos simultáneos, por ejemplo, para controlar una diabetes o fallos renales.

“Lo que te quiero decir es que a veces habemos cinco especialistas encima de un paciente pues se suman endocrinólogos, hematólogos, neumólogos, nefrólogos, entre otros. Un paciente inmunocomprometido que se contagia con COVID requiere otros cuidados y una batería de médicos con él”, señaló.

Otro factor que se une al escenario clínico es el soporte nutricional. Según Velázquez, los pacientes con COVID se “malnutren” rápido y presentan una inestabilidad metabólica por lo que hay que vigilar que lleven una dieta saludable.

“Necesitan comer, hidratarse bien e ingerir proteínas, pero a veces esto no se logra porque pierden el olor y el sabor y dejan de alimentarse. Asimismo, cuando tenemos pacientes intubados hay que alimentarlos por sondas”, explicó.

“De igual forma, es frecuente la suplementación con vitamina D-3, ya que muchas de las personas ingresadas presentan deficiencias a este componente. Usualmente, también le agregamos a todos los pacientes admitidos zinc y vitamina C”, sostuvo.

La doctora Velázquez fue enfática en que aquellos que desarrollen una enfermedad leve de COVID-19 también deben vigilar su ingesta de alimentación y “monitorear, al menos dos veces al día, su saturación y temperatura”.

“Con esta pandemia en todos los hogares debe haber un saturómetro (para medir oxigenación) y un termómetro, porque son herramientas que les dirán cuándo acudir a una sala de emergencias. Por ejemplo, un paciente cuya oxigenación llegue a 95 debe arrancar al hospital. Mientras tanto, todo es cuestión de mantenerse alimentado, hidratado y manejar los síntomas con medicamentos, como acetaminophen, ibuprofen, antihistamínicos, dextromethorphan o guaifenesin, entre otros. También es bien importante que sepan que se pueden evitar hospitalizaciones con el uso a tiempo de anticuerpos monoclonales, pero esto ya es a través de un médico o clínica, aunque es un tratamiento ambulatorio”, puntualizó.

El tratamiento monoclonal se recibe por una infusión intravenosa. Usualmente el proceso dura una hora y se aplica en salas de emergencias o por expertos en centros de infusión o de manera ambulatoria en el hogar. Posteriormente, la persona se deja en observación por una hora adicional y luego se puede ir a su casa a completar el proceso de cuarentena.

Según datos de ASES entre marzo del 2020 y agosto del 2021 más de 3,662 beneficiarios del plan Vital, incluyendo 754 pacientes pediátricos, requirieron ser hospitalizados por COVID. En la población adulta el 74.2% (2,157) fueron ingresados en cuartos regulares; el 20.5% (595) recibió atención en unidades de cuidado intensivo; mientras que un 5.3% (156) llegó en condiciones tan críticas que tuvieron que ser intubados.

De otra parte, en la población pediátrica el 88% (664) pasó la enfermedad en un cuarto regular; un 8.5% (64) tuvo que recibir tratamiento en cuidados intensivos y un 3.5% (26) requirió el uso de un ventilador.

Los costos por hospitalización de estas personas cubiertas por el plan del gobierno se estima en más de $32.1 millones por ingresos clínicos ocurridos entre marzo de 2020 y agosto de 2021.

“El tratamiento a una persona hospitalizada por COVID es complicado y más complicada es la factura”, indicó a Primera Hora el presidente saliente de la Asociación de Hospitales, Jaime Plá, quien sostuvo que los análisis en Estados Unidos estiman los costos de hospitalización por el coronavirus son 20% más elevados que los de un ingreso tradicional.

“La pandemia trajo la situación de un nuevo escenario y más retos para los hospitales porque se requiere más compra de equipos y de protección personal.

De hecho, dijo que fueron “muchos” los pacientes contagiados con COVID que llegaron a buscar auxilio a las clínicas sin ningún tipo de plan de salud. Sin embargo, no pudo precisar cifras aproximadas.

“Lo que sí te puedo decir es que se estima que en Puerto Rico hay unas 300 o 350 mil personas sin plan médico... ¡Imagínate tú! Pero debo aclarar que todas estas personas que entraron por salas de emergencias hay que admitirlos por disposición de la ley EMTALA (Emergency Medical Treatment and Active Labor Act) que es la ley que busca evitar que los hospitales discriminen a los pacientes que no pueden pagar cuidados médicos rehusando tratarlos”, acotó Plá.

¿Qué ocurre con esas facturas de hospitalización?, requirió conocer Primera Hora.

“Si no lo cobras, no lo cobraste”, respondió.