El complicado panorama laboral que atravesaba la exabogada del municipio de Guaynabo, Inés María Jelú Iravedra, tras haberse catalogado su trabajo como “deficiente” en medio del proceso de su querella de hostigamiento sexual contra el hijo del exalcalde Héctor O’Neill, fue punto central este miércoles del octavo día del juicio civil que se realiza en el Tribunal federal de Distrito, en Hato Rey, contra el ayuntamiento.

También se destacó que Jelú Iravedra sostuvo una presunta relación sentimental con el exdirector de Recursos Humanos, Eduardo Farria, y que la entonces vicealcaldesa, Aureliz Lozada Centeno, le llamó la atención al funcionario por sus visitas a la oficina de la demandante en este caso.

Este panorama se planteó ya en las postrimerías del juicio civil, el cual que podría acabar este viernes cuando el jurado se retiraría a deliberar si Jelú Iravedra debe ser recompensaba con los $3.3 millones que solicita. Esto, por los alegados daños sufridos ante el presunto patrón de hostigamiento sexual que atravesó entre los veranos del 2012 al 2015 por parte de Héctor “El Cano” O’Neill Rosa y la supuesta inacción del ayuntamiento para atender la situación. 

Durante el testimonio de la exvicealcaldesa, trascendió que Jelú Iravedra “en ningún momento” le manifestó alguna preocupación o que era hostigada sexualmente por nadie en su lugar de trabajo. Dijo que recordaba una conversación en la que esta le mencionó que tenía interés de conocer y trabajar más asuntos del municipio, por lo que se le asignó revisar las contrataciones de Sección 8, un programa de viviendas. 

Lozada Centeno también indicó que le sorprendió que la abogada le enviara un sobre manila blanco con la querella formal sobre hostigamiento sexual el 13 de julio de 2015. Según se ha estipulado en el juicio, esto ocurrió el próximo día laborable de que su entonces jefa de la División Legal en el municipio, la exfiscal Ana Quintero, le enviara un correo electrónico pidiendo unos informes que no había entregado y tras sostener una reunión sobre su desempeño como abogada. 

La exvicealcaldesa relató que procedió rápidamente a referir el caso al actual senador Miguel Romero para investigarlo. Dijo que tomó esta decisión, pues Farria mantenía la relación sentimental con la perjudicada y la exesposa del presupuesto acosador sexual, Sandra Ramos, era la subdirectora de Recursos Humanos. 

Comentó que le quitó a O’Neill Rosa la tarjeta de acceso que tenía al municipio y se reunió con Quintero y Jelú Iravedra para “explicarle las medidas (que se habían tomado), darle a ella tranquilidad más allá de lo escrito”.

“Básicamente, se le estableció a la demandante en este caso (Jelú Iravedra), que el municipio había tomado conocimiento, que había tomado acción. Se le preguntó si recibió la carta (en la que se asignaba a Romero como el investigador), le explicamos las medidas a tomarse en la División Legal con empleados de la División Legal y el municipio. En mi carácter personal le dejé saber que estaba a su disposición, que sintiera la tranquilidad, que se sintiera segura, que estábamos dispuesta a ayudarla a ella a que estuviera en un ambiente de trabajo tranquilo”, añadió la exvicealcaldesa. 

La también abogada dijo que se sorprendió cuando días después recibió copia de una querella que Jelú Iravedra hizo ante la Comisión federal para la Igualdad de Oportunidades para el Empleo. 

“Era una querella inverosímil. Las palabras que ella decía, eran palabras ofensivas”, sentenció, sin que trascendiera cuál era la diferencia entre las querellas.

Posterior a la etapa de las querellas, Lozada Centeno reveló que no supo nada más sobre Jelú Iravedra hasta que Quintero le envía el 15 de diciembre de 2015 una carta para exponerle que esta no completó el periodo probatorio satisfactoriamente, por lo que no se le debía otorgar la permanencia. Esta había clasificado su labora como “deficiente” en su testimonio durante el juicio. 

La exfuncionaria planteó que, como ese mismo día se debía tomar una determinación y ante la situación de hostigamiento que ocurría, se entendía que por reglamento se podía conceder una extensión del periodo probatorio por seis meses adicionales al año que ya había cumplido entre diciembre de 2014 al 2015. También se decidió que la víctima pasaría a trabajar bajo su supervisión, al igual que otros abogados que atendían asuntos de contratos municipales. 

Esta determinación fue considerada por Jelú Iravedra como “discriminatoria, arbitraria y caprichosa”, según una carta que se admitió como evidencia y que fue enviada a principio de 2016. 

“Ella enfatizaba que el 15 de diciembre (de 2015) era la fecha que ella tenía que ser nombrada abogada 3 y bajo nuestro análisis la posición permanente no se adquiere solo por el paso del tiempo. Requiere que se hagan unos análisis mensuales frecuentes para establecer el desempeño de la candidata”, expuso Lozada Centeno. 

Trascendió que después de esta extensión de periodo probatorio, Jelú Iravedra no regresó a laborar al municipio. Al principio del juicio, durante el testimonio del siquiatra Fernando Cabrera, se explicó que esta se había tomado una licencia por enfermedad para ese mismo 15 de diciembre de 2015 en que se le extendió el periodo probatorio. 

Además de Lozada Centeno, testificó durante el juicio la abogada Terilyn Sastre, quien fue compañera de labores de Jelú Iravedra durante los años que esta alega haber sido hostigada por O’Neill Rosa. 

La licenciada dijo que la víctima tenía que pasar todos los días por al frente de su oficina y que se detenía a conversar sobre asuntos laborales y de maternidad. 

También destacó que siempre escuchaba todo lo que ocurría en los espacios que ocupaba Jelú Iravedra y sus demás compañeros, pues las paredes no detenían ni el mínimo ruido. Comentó que hasta “si abrían la gaveta del archivo, se escuchaba”. 

Sastre afirmó que nunca vio a la víctima nerviosa y que esta nunca le comentó que era hostigada por O’Neill Rosa en sus conversaciones diarias.

Además, la licenciada sostuvo que vio al supuesto victimario acudir a la División Legal en tres ocasiones durante el periodo en que Jelú Iravedra dice haber sido hostigada. Comentó que cuando más cerca lo vio a la oficina de Jelú Iravedra fue cuando este tuvo que presentarse a su despacho porque le iba a hacer una declaración jurada.

Se le preguntó si alguna vez se quejó de alguna actitud de O’Neill Rosa. La contestación fue afirmativa. Explicó que acudió donde Farria a decirle que “daba los besos, en vez de poner cachete con cachete, saludaba con los labios contra el cachete. Únicamente le dije eso, porque a mí no me gusta que pongan el beso en el cachete y le hice ese comentario en calidad de amigos, no en calidad de director de Recursos Humanos”. 

Sastre sostuvo que no radicó ninguna querella ni se quejó en ninguna otra ocasión sobre la situación. 

Por otro lado, fue esta abogada quien más explicó la supuesta relación sentimental que tenían Farria y Jelú Iravedra. 

Comentó que en una ocasión el hombre le pidió que le ayudara a identificar el regalo de Navidad que deseaba la ahora demandante. Dijo que le logró identificar una pulsera de la marca Pandora. 

“Yo quería que eso siguiera. Hacían una buena pareja”, sostuvo. 

Cabe destacar que, durante el testimonio de Farria en el juicio, ninguno de los abogados lo cuestionó sobre alguna supuesta relación sentimental con Jelú Iravedra. Este sí indicó que la mujer nunca le expuso que fuese víctima de hostigamiento sexual. 

El juicio continúa mañana con el testimonio del ahora juez municipal, Héctor Hoyos. Este fue director de la División Legal del municipio al que la víctima alega haberle hecho el primer comentario sobre los supuestos hostigamientos de O’Neill Rosa.