LA PAZ. Jeanine Áñez dejó a bolivianos y extranjeros con la boca abierta cuando anunció el martes por la tarde que asumía la presidencia interina de Bolivia en una sesión legislativa que no reunió quórum ni siguió los protocolos esperados.

Tras la renuncia del presidente Evo Morales y de los funcionarios y legisladores que deberían sucederlo, los reflectores voltearon a esta senadora de la oposición. O, mejor dicho, la legisladora puso el reflector en ella al asegurar que como segunda vicepresidenta de la cámara alta le tocaba asumir como titular interina del Ejecutivo.

Sin embargo, antes Áñez tenía que ser nombrada presidenta del Senado, algo que requería los votos de la mayoría de la cámara, actualmente dominada por el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales.

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Una sesión extraordinaria fue convocada para la tarde del martes, pero los legisladores no se dieron cita como se esperaba, por lo que Áñez --apoyada por la oposición-- se declaró mandataria interina. Poco después, ingresó al viejo Palacio de Gobierno con una Biblia en la mano, aunque nadie le tomó juramento. Una vez ahí pidió un minuto de silencio para los cuatro muertos durante las protestas y llamó a las Fuerzas Armadas a ayudar a pacificar el país.

Poco después, se escucharon bocinazos y petardos en la ciudad. Paralelamente, seguidores de Morales rechazaban la decisión a unas cuadras del lugar.

Entre lágrimas, la legisladora dijo la víspera a periodistas que lo haría sólo “para dar una certidumbre al país”, de manera transitoria y para convocar a nuevas elecciones. “Lo que quiero es aportar, es darle una solución a esta crisis tan horrible que estamos viviendo”, dijo sollozando ante las cámaras de televisión.

Si su posición se mantiene, Áñez sería la segunda mujer en gobernar el país después de Lidia Gueiler, quien fue presidenta interina de Bolivia entre 1979 y 1980.

¿Pero quién es Áñez, una legisladora de quien hasta ahora pocos fuera de Bolivia habían escuchado?

Abogada de profesión, antes de dedicarse de lleno a la actividad política fue por un tiempo presentadora de la televisora Totalvisión -la cual también dirigió- en su natal Trinidad, capital del departamento amazónico de Beni, al noreste del país y cuya principal actividad económica es la ganadería.

De 52 años, es militante de la alianza opositora Unidad Demócrata (UD), el partido que lidera Rubén Costas el gobernador de Santa Cruz, localidad considerada un bastión opositor.

En 2006 fue electa para la asamblea constituyente que convocó Morales para reformar la constitución luego de la crisis política y social de 2003 que derivó en la caída de los partidos tradicionales y en el acenso político del propio Morales.

En los hechos, la UD es desde entonces el partido opositor más importante.

Áñez apoyaba la candidatura de su colega senador, Óscar Ortiz, que para las elecciones del 20 de octubre se presentó con la fórmula Bolivia Dice No. Ortiz apenas logró el cuarto lugar en los conteos preliminares, los mismos que dieron la ventaja a Morales en medio de acusaciones de la oposición de un fraude electoral.

Algunos seguidores de Áñez llegaron el martes hasta las puertas del Senado para mostrar su satisfacción.

“En mi tierra hay un gozo, hay algarabía”, dijo Fernando Llapiz, miembro de un comité cívico del departamento de Beni. “Una mujer nacida en las tierras benianas será presidenta. Nosotros le damos nuestro apoyo en este momento. Ella no está sola, nos tiene a su pueblo al lado”, añadió esperanzado.