LA PAZ, Bolivia. Bolivia afrontaba el martes su peor crisis en décadas en medio de un vacío de poder, mientras Evo Morales, que transformó el país andino como su primer presidente indígena, huía del país tras semanas de protestas violentas.

Morales salió el lunes por la noche en un avión del gobierno mexicano, horas después de recibir asilo. Mientras tanto, sus partidarios y rivales se enfrentaban en las calles de la capital y una líder opositora proponía entre lágrimas una posible senda hacia nuevas elecciones tras la renuncia del exmandatario.

Morales dejó el cargo el domingo tras semanas de protestas generalizadas, alimentadas por acusaciones de fraude en las elecciones presidenciales de 20 de octubre, que proclamó haber ganado. La renuncia en cadena de todos los cargos públicos mencionados por la Constitución como posibles sucesores dejó en el aire quién asumiría el poder y cómo.

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Su fuga del país completó una acelerada caída en desgracia para un hombre que pastoreó llamas en las tierras altas bolivianas y fue líder sindical cocalero. Como presidente, ayudó a sacar de la pobreza a millones de personas, aumentó los derechos sociales y presidió durante casi 14 años de estabilidad y buen crecimiento económico en el país más pobre de América del Sur. Al final, sin embargo, su caída se vio marcada por sus esfuerzos por aferrarse al poder.

“Me duele abandonar el país por razones políticas, pero siempre estaré pendiente”, tuiteó Morales. “Pronto volveré con más fuerza y energía”.

El ministro mexicano de Exteriores, Marcelo Ebrard, publicó una foto de Morales sosteniendo una bandera de México, indicado que el avión había salido de Bolivia y el exmandatario estaba a salvo.

En un tuit anterior, Morales compartió una foto de su primera noche tras renunciar, en la que aparecía tumbado en el suelo con una manta como cama improvisada. Dijo que se había forzado a esas condiciones tras lo que describió como un golpe de Estado de la oposición.

Indignados defensores del líder socialista prendieron fuego el lunes a barricadas en algunas carreteras que llevaban al principal aeropuerto del país, mientras sus rivales cortaban la mayoría de las calles que llevaban a la plaza principal de la capital, ante el Congreso y el palacio presidencial. La policía instó a los residentes de La Paz a quedarse en casa y las autoridades dijeron que el Ejército se sumaría a las labores policiales para evitar una escalada de la violencia.

La segunda vicepresidenta del Senado, la opositora Jeanine Añez, dijo en una comparecencia cargada de emoción que asumiría el control temporal del Senado, aunque no estaba claro si podría conseguir la aprobación del Congreso, controlado por partidarios de Morales. Si es elegida como líder de la cámara alta se convertiría en la siguiente en la línea de sucesión.

Tras llegar al Congreso bajo una gran escolta policial y con la voz entrecortada por la emoción, Añez pidió el fin de la violencia en el país.

La senadora indicó que convocaría una sesión legislativa el martes para considerar si se aceptaba la renuncia formal de Morales. Pero no estaba claro si los parlamentarios podrían reunirse tan rápido, dada la inseguridad en la capital.

Mientras crecían las tensiones, medios locales informaron de que partidarios de Morales marchaban hacia La Paz desde la ciudad vecina de El Alto, un feudo del expresidente, para intentar romper los cortes de carreteras colocados por la oposición y llegar a la plaza principal de la ciudad.

El general Williams Kaliman, jefe de las fuerzas armadas, anunció la operación conjunta de policía y Ejército en una comparecencia televisada. Dijo que el objetivo era evitar más derramamiento de sangre e instó a los bolivianos a ayudar a restaurar la paz.

Los manifestantes contrarios a Morales en el centro de La Paz prendieron fuego a neumáticos y otras barricadas, mientras otras personas gritaban proclamas contra el exmandatario desde los tejados. En Cochabamba y otras ciudades hubo choques en los que la gente se arrojó piedras.

Morales era el mandatario de la región que más tiempo llevaba en el cargo. Su mandato, el más largo en la historia de Bolivia, terminó el domingo de forma repentina, horas después de que aceptara las peticiones de una comisión de la Organización de Estados Americanos de celebrar nuevas elecciones.

El equipo auditor reportó un “cúmulo de irregularidades observadas” en los comicios del 20 de octubre, cuyos resultados oficiales daban a Morales como ganador justo con los votos necesarios para evitar una segunda vuelta, que según los analistas podría perder ante una oposición unida.

Morales solo dejó el cargo después de que el jefe del Ejército le pidiera que dimitiera, indicando que era necesario para restaurar la paz y la estabilidad. Su vicepresidente también renunció, al igual que la presidenta del Senado. La Constitución solo menciona a otro cargo público como sucesor del presidente, el presidente de la cámara baja, que ya había dimitido antes.

Morales ha atacado a sus rivales políticos, describiendo su marcha como un regreso a la sombría era de golpes liderados por brutales ejércitos latinoamericanos que gobernaron la región durante décadas.

El expresidente Carlos Mesa, que terminó segundo en las elecciones, dijo que Morales había sido derrocado por un alzamiento popular y no por el Ejército. Señaló que los soldados no salieron a la calle durante las protestas.

“Los académicos y la prensa han sido muy críticos con el Ejército boliviano. Pero esta podría ser la única vez en la historia del Ejército boliviano en la que el Ejército está en el lado correcto por una vez”, dijo Eduardo Gamarra, politólogo boliviano en la Universidad Internacional de Florida.

“No hay nada que se parezca remotamente a un golpe militar tradicional”, añadió. “Quizá esta es una ocasión en la que el Ejército está jugando el papel que debe jugar. No está interviniendo en lo que son en esencia asuntos civiles”.

Michael Shifter, director del grupo de estudios con sede en Washington Inter-American Dialogue, advirtió que la polarización de la sociedad boliviana tiene que subsanarse con un nuevo liderazgo.

“Debe resistirse la tentación de cualquier venganza contra los partidarios de Morales”, afirmó. “Esa sería una receta para caos y conflicto continuados, que podría muy bien poner en riesgo algunos de los innegables logros socioeconómicos del país de la última década”.

Morales, originario de las empobrecidas tierras altas andinas, prometió mantenerse austero cuando asumió la presidencia en 2006. Pero poco después compró un nuevo avión y construyó un palacio presidencial de 26 plantas con helipuerto.

También se presentó por cuarta ocasión, ignorando los resultados de un referendo que respaldaron los límites de mandatos del presidente, unas restricciones derogadas por un alto tribunal que según sus críticos estaba viciado a su favor.