BUENOS AIRES (AP) — El kirchnerismo se apresta a volver al poder en Argentina.

La ventaja al parecer irreversible del opositor Alberto Fernández sobre el actual presidente conservador Mauricio Macri en las elecciones del domingo confirma el desencanto hacia un gobierno que no logró sacar al país de la crisis económica, y abre un desafiante escenario de transición por el impacto del resultado en los mercados que --algunos temen-- podría empeorar la situación.

Fernández, acompañado en la fórmula por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), obtuvo 48,03%, según el conteo oficial. Macri, quien aspiraba a la reelección, alcanzaba 40,44% de los votos, lo cual le daría el triunfo al opositor en primera vuelta. Este resultado deberá ser confirmado por la justicia electoral en los próximos días.

“Vamos a empezar a escribir otra historia cando lleguemos con Cristina al gobierno”, dijo Fernández ante sus partidarios en la noche del domingo, luego de que Macri aceptó su derrota. “No va a ser fácil la tarea pero lo vamos a hacer entre todos y todas”.

El Banco Central anunció en la madrugada del lunes un endurecimiento de los controles cambiarios que había dispuesto a principios de septiembre ante el temor de bruscas variaciones de la divisa en el mercado de cambios cuando empiece a operar a partir de las 10.00 hora local (1300 GMT).

La entidad redujo de 10,000 a $200 la autorización a personas físicas para comprar dólares al mes. La medida pretende “mantener la estabilidad cambiaria y proteger las reservas ante el grado de incertidumbre”, explicó la entidad en un comunicado.

Pero mientras la incertidumbre parecía apoderarse de los mercados por la vuelta del populismo, el virtual triunfo de Fernández trajo algarabía a los partidarios del kirchnerismo.

“Nos estamos muriendo de hambre, Alberto es nuestra última esperanza”, dijo Natalia Rodes, una empleada doméstica de 23 años entre la multitud de militantes que se acercaron a festejar al comando de campaña de los Fernández.

La joven, oriunda de un suburbio pobre al norte de la capital, expresó su esperanza de un regreso de las políticas de bienestar social que había aplicado el kichnerismo en el pasado. Aunque admitió que "la situación es muy compleja, habrá que tener paciencia".

Fernández, peronista de centro-izquierda, tendrá que dar señales más concretas que las que ha mostrado durante la campaña sobre su eventual plan económico para tranquilizar a los inversores que temen por el regreso de las políticas intervencionistas que marcaron los 12 años de kirchnerismo en el poder.

Benjamin Gedan, experto del Woodrow Wilson International Center for Scholars, dijo a la AP que las soluciones que propone Fernández a los desafíos de Argentina “siguen siendo un misterio. Él hereda una economía en ruinas y condiciones internacionales que no son favorables”.

Las expectativas a una reacción negativa de los mercados tienen como antecedente al día después a las primarias del 11 de agosto cuando Fernández logró el primer lugar con una diferencia de 15 puntos sobre Macri. El resultado profundizó una fuga de capitales y derrumbó el peso argentino, lo que recalentó la inflación y agudizó la crisis social.

Patricio Giusto, director de la consultora Diagnóstico Político, aventuró en lo inmediato un escenario “con mucha incertidumbre, fuga de capitales con riesgo de alguna inestabilidad social” y advirtió que “no se puede esperar hasta el 10 de diciembre”, cuando se dará el cambio de gobierno, para enfrentar los desafíos que plantea la economía.

El mandatario, quien era bien visto por los mercados y las principales potencias, adelantó que invitó a Fernández a desayunar el lunes en la Casa Rosada “porque hay que iniciar el proceso de transición ordenada que lleve tranquilidad a todos los argentinos. Acá lo que importa es el bienestar de todos”.

La disputa electoral se dio en un marco de recesión económica, aceleración de la inflación, aumento de la pobreza alcanzando al 35,4% de la población y dudas sobre la capacidad del país sudamericano de cumplir con sus compromisos de deuda.

Esta especie de co-gobierno entre Macri y Fernández también debe lidiar con la ansiedad de los tenedores de bonos de deuda argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que desembolsó 56.000 millones de dólares en 2018 y ya avisó que aguardaba por la elección de un nuevo gobierno para discutir cómo se devolverá ese préstamo y bajo qué condiciones.

Tanto Alberto como Cristina Fernández son férreos críticos de las políticas del FMI.

Durante la campaña, el candidato presidencial kirchnerista dijo que en caso de ganar renegociaría las condiciones del acuerdo del fondo, pero hasta ahora no ha sugerido que no pagaría.

En medio de la algarabía por el triunfo, Fernández no dio señales concretas a los mercados pero días atrás adelantó que la prioridad de su gobierno será mejorar la delicada situación social que afecta a millones de argentinos.

El candidato fue jefe de gabinete de ministros de la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) cuando el país sudamericano canceló la deuda con el FMI y renegoció con acreedores privados de bonos argentinos una fuerte quita de capital.

Uruguaya una segunda vuelta

MONTEVIDEO (AP) — El candidato oficialista Daniel Martínez y el opositor Luis Lacalle Pou se encaminan a un balotaje para definir quién de los dos será el próximo presidente de Uruguay, según resultados oficiales.

Con el 90% de los circuitos escrutados, Martínez, candidato de la gobernante coalición de izquierda Frente Amplio, lleva el 38,3% de los sufragios. Lacalle Pou, mientras tanto, obtiene el 28,4%.

En tercer lugar está el candidato del Partido Colorado, Ernesto Talvi con el 12,2%, y en cuarto, el candidato del derechista partido Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, con 10,7%.

La tendencia sitúa como favorito para la eventual segunda vuelta a Lacalle Pou, ya que tanto Talvi como Manini Ríos anunciaron su voluntad de apoyarlo.

Para ser electo presidente se necesitan al menos 50% más uno de los votos.

Lacalle Pou fue el último de los candidatos en hablar en público tras el acto electoral. Flanqueado por su esposa, el candidato dirigió un emotivo discurso desde una tribuna en la que fue presentado como “el futuro presidente”.

Muy emocionado, el candidato del Partido Nacional dijo que los uruguayos dieron con la votación “una clara señal” de que quieren un gobierno de coalición de la oposición.