Es comprensible que un hombre de 85 años esté cansado del trabajo administrativo y espiritual de dirigir una iglesia que lo coloca como Dios en la tierra y que, además de fieles devotos, tiene un historial de escándalos que estremece a cualquiera, con o sin fe.

El papa Benedicto XVI renunció ayer al pontificado porque está viejo y “ya no tiene fuerzas” para ejercer su ministerio. “Para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”, señaló el octogenario en su carta de renuncia cuya efectividad es el 28 de febrero.

Al ahora agotado Joseph Ratzinger le tocó ser el rostro de muchos escándalos que parecieron colocar a la Iglesia católica en su peor momento. En algunos, incluso, el protagonista fue él mismo, como cuando se divulgó que, siendo cardenal, se resistió a despedir a un sacerdote de California que abusó de menores.

De hecho, Benedicto XVI tuvo que responder a las denuncias de cientos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos. Ni los actos ni las denuncias eran nuevos, pero la difusión masiva de esa parte vergonzosa de la Iglesia lo obligó a hacer expresiones y a detallar las medidas que tomaría. Agrupaciones de víctimas de curas, incluso, lo acusaron de haber encubierto algunos de los casos y el papa pidió perdón en varios países que visitó de manera oficial y en los que fue recibido a son de protesta.

El año pasado su mayordomo terminó preso por robar documentos oficiales de la santa sede. La información filtrada a la prensa, entre otros asuntos, denunciaba una presunta corrupción en las finanzas del Vaticano.

En Puerto Rico, la renuncia del papa fue tomada con sorpresa.

“Definitivamente, esto es una gran sorpresa para la Iglesia luego de cinco siglos sin que un papa dimitiera de su pontificado sin que fuera la muerte la que terminara el papado”, dijo el arzobispo de San Juan, monseñor Roberto González Nieves.

El arzobispo, además, elogió la decisión del Santo Padre por parecerle un acto “de mucha valentía, humildad”.

Al obispo de la Diócesis de Mayagüez, monseñor Álvaro Corrada del Río, le pareció sorpresiva la renuncia.

“Para los que somos el Colegio de los Obispos, defensores de los apóstoles, es algo fuerte, pero sabemos que él tiene la libertad de renunciar y, como lo ha explicado, lo hizo libremente, que es una de las condiciones que tiene que tener’’, dijo el máximo dirigente de la Iglesia católica en la región oeste.

El sacerdote dominico Félix Struik se alegró de la renuncia de Benedicto porque le parece sensato que una persona de su edad se retire.

“Yo me alegro que haya tomado esa decisión; fue muy valiente. Claro, ahora la pregunta es, qué orientación va a tener el papa siguiente”, observó. “Yo creo que es necesario un cambio bien notable en la Iglesia en la orientación en general”.

Struik reconoció que al papa le tocó padecer los escándalos sexuales del clérigo y declaró que eso es un problema “que siempre ha existido”.

“La Iglesia es con seres humanos y las fallas humanas están en la Iglesia como en otro lugar. Esto se ha magnificado por su impacto en los medios. Ahora, enseguida se entera el mundo entero y, en ese sentido, el impacto es mucho más grande”, expuso.

Escándalos

La mala fama

El obispado de Ratisbona señaló que fueron cometidos abusos sexuales en el ambiente del coro de jóvenes de la catedral de la ciudad en los años en los que el grupo era dirigido por Georg Ratzinger, hermano del papa Benedicto XVI.

El New York Times publicó que la arquidiócesis alemana, dirigida por quien luego se convirtió en el papa Benedicto XVI, ignoró repetidamente las advertencias de que no se le debía permitir trabajar con niños a  un sacerdote acusado de abusar sexualmente de menores.

En una carta de 1985 firmada por el entonces cardenal, el ahora papa expresó temores sobre las consecuencias que podría traer el despido de un cura de California que había abusado de menores.

El mayordomo de Benedicto XVI fue hallado culpable por robar documentos del Vaticano.