
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
PUBLICIDAD
Luego de décadas de argumentos morales de proporciones bíblicas, y largas, tortuosas, intervenciones de la Corte Suprema, la pena de muerte podría ser abandonada por varios estados por razones que no tienen nada que ver con el bien y el mal: son demasiado costosas.
Resulta que es más barato encarcelar a asesinos de por vida que ejecutarlos, de acuerdo con una serie de estudios recientes. Decenas de millones de dólares más barato, dicen ahora políticos, durante una recesión en la que casi todos los estados enfrentan recortes de personal y enormes déficits.
Así que un número cada vez mayor de estados están considerando abolir la pena capital en favor de la cadena perpetua, no por principios, sino por motivos financieros.
"Es diez veces más costoso matarles que mantenerles con vida", aunque muchos estadounidenses piensan lo contrario, dijo Donald McCartin, un ex jurista de California conocido como "El Juez Ejecutor del Condado Orange" por enviar a nueve hombres al pabellón de los condenados a muerte.
Retirado desde hace tiempo, McCartin perdió su fe en la doctrina de ojo por ojo y ahora habla contra la pena de muerte. ¿Qué le hizo cambiar de parecer?
El sistema de apelaciones de California es legendariamente lento, lo que resulta en un promedio de 20 años de espera desde la sentencia hasta la inyección fatal. Es la espera más larga del país. De los nueves reclusos sentenciados a muerte por McCartin, solamente uno ha muerto, y no por ejecución, sino por un ataque cardiaco.
"Todos mis casos están trabados en el sistema de apelaciones", dijo McCartin, que se retiró en 1993 luego de 15 años como juez.
"Es una pérdida de tiempo y de dinero", dijo el magistrado de 82 años, que se describe a sí mismo como republicano ultraderechista y cuya voz aún comanda atención. "Lo único que hace es prolongar la agonía de las familias de las víctimas".
En el 2007, Nueva Jersey se convirtió en el primer estado en abolir las ejecuciones desde que la Corte Suprema reinstauró la pena de muerte en 1972. Las razones fueron el tiempo y el dinero que demandaban.
El gobernador demócrata conmutó la sentencia de muerte de diez prisioneros y las sustituyó por cadena perpetua sin posibilidad de libertad adelantada. Los costos legales eran demasiado altos y la sentencia no arrojaba resultados, dijeron legisladores. Tras gastarse aproximadamente $4.2 millones por cada sentencia a muerte, el estado no había ejecutado a nadie desde 1963. Además, eliminar la pena capital anula el riesgo de ejecutar a una persona inocente.
De los 36 estados en los que aún existe la pena de muerte, al menos ocho tienen pendientes proyectos de ley que la eliminarían: Maryland, Nebraska, Colorado, Nuevo México, Montana, Nueva Hampshire, Washington y Kansas. Un matrimonio poco común entre liberales del este y conservadores del oeste, construido sobre la base de los problemas económicos.
"Ésta es la primera vez en que el costo ha sido el asunto prevaleciente cuando se discute la pena de muerte", dijo Richard Dieter, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte, un grupo que favorece la abolición de la pena capital.
Los argumentos más recientes contra las ejecuciones se habían centrado en el creciente número de convictos absueltos por evidencia de ADN.
Algunos de los casos más notorios ocurrieron en Illinois. En el 2000, el entonces gobernador George H. Ryan impuso una moratoria de las ejecuciones luego que 13 personas habían sido exoneradas por razones que fueron desde pruebas genéticas hasta retractación de testimonio". Ryan dijo que el sistema estaba "tan lleno de errores que se ha acercando a la peor pesadilla: que el estado le quite la vida a una persona inocente".
Ryan conmutó las sentencias de los 167 condenados a muerte y las redujo en su mayoría a cadena perpetua. La moratoria sigue en vigor.
En todo el país, el número de prisioneros exonerados y con la sentencia conmutada supera los 130, con miles de apelaciones atestando las cortes.
Los juicios de pena de muerte son más caros por varias razones: A menudo requieren más abogados, existen estrictos requerimientos de experiencia para los abogados, lo que a su vez lleva a extensas esperas en las apelaciones mientras se busca a un defensor capacitado, los costos de seguridad son altos, así como los de procesamiento de evidencia. Los análisis de ADN, por ejemplo, son mucho más caros que un simple análisis de sangre.
Tras la sentencia, los precios continúan creciendo. Cuesta más albergar a un condenado a muerte, que son alojados en celdas individuales segregadas, con guardias que les entregan desde las comidas diarias hasta el papel sanitario.
En California, que tiene la mayor población de condenados a muerte — 667 —, cuesta $90,000 adicionales tener encarcelado a un condenado a muerte — un costo extra que totaliza más de $63.3 millones al año, de acuerdo con un estudio del 2008 de la Comisión para la Administración Justa de la Justicia.
Entretanto, el número de sentencias a muerte en el país ha bajado en la última década, de 284 en 1999 a 11 en el 2008. Las razones varían, dependiendo de quién suministre los datos: los partidarios de la sentencia dicen que la tasa de crímenes violentos ha caído y que las ejecuciones son un importante factor. Los abolicionistas afirman que cada vez más jueces y jurados se muestran renuentes a arriesgarse a quitar una vida inocente, pues futuros exámenes pueden comprobar que el acusado no era culpable.
Las ejecuciones también han disminuido, de las 98 del 1999 a las 37 del 2008.
Pero el asunto de los costos se ha vuelto el factor central.
"Todo gira en torno al dinero", dice el ex juez McCartin.
Pero, si los asesinos convictos reciben cadena perpetua en lugar de pena de muerte, ¿no la sacan barata?
Para nada, dice Gordon "Randy" Steidl, de 52 años. Él vivió en el pabellón de los condenados a muerte y después con el resto de los prisioneros, cuando le conmutaron la sentencia. Dice que prefirió su alojamiento inicial.
Steidl fue dejado en libertad en el 2004 tras ser exonerado del asesinato en 1986 de una pareja de recién casados en Paris, Illinois. Él tenía una coartada para la noche de los asesinatos, y fue corroborada por otras personas. Pero fue convicto sobre la base de testimonio del borracho del pueblo y el drogadicto del pueblo. Ambos se retractaron más adelante.