México.-La promesa de la elevada temperatura del espectáculo erótico "Pornstars" atrajo hoy a muchos al Palacio de los Deportes de la capital mexicana, pero el "show" no logró levantar los ánimos de toda la audiencia.
Un cartel con quince actrices porno estadounidenses, europeas y de origen latino -con nombres Kylie Ireland y Lexi Lamour- hizo esperar a los asistentes un festín visual de sexo candente, que para muchos nunca llegó y los llevó a salirse antes del final.
El recorrido eran siete escenarios, decorados como un dormitorio, un salón, una cocina y un consultorio médico, entre otras ambientaciones, cada uno con una actuación. En total, cerca de hora y media de espectáculo.
"Yo me salí porque me aburrí", dijo a Efe un joven de unos 25 años, que rondaba cerca de un escenario para tomarse una fotografía con una voluptuosa rubia que a duras penas apretaba sus encantos tras un ajustado vestido amarillo.
A pesar de las encendidas proclamas de los animadores y las esperanzas de subir al escenario, la mayoría no se llevó en la retina nada más duro que lo que hubiera podido ver en uno de los muchos "table dance" (club de striptease) capitalinos.
Los organizadores esperan que el espectáculo, que se repetirá mañana, atraiga a unas 25,000 personas, cada una de las cuales paga 130 pesos (unos $12.54).
El primero de los "shows" del día congregó a cientos de personas que salvaron con premura la distancia hasta el primer módulo.
Los hombres, en una proporción cercana de 20 a 1, conformaban gran parte de los espectadores y las mujeres, en su mayoría, estaban acompañadas de su pareja.
Las chicas salían al escenario con algunos muebles y calentaban a la audiencia con cada caída de prendas, hasta quedarse con una tanga y fingir algún toqueteo.
Algunas de las actrices le dieron un leve toque sadomasoquista a su puesta en escena, con látigos y prendas de cuero y una actitud provocadora, pero sin pasar de dar unos azotes al espectador que subía con ellas.
Otras enarbolaban un vibrador o tiraban tarjetas firmadas a los ansiosos asistentes.
Una de las más aplaudidas fue Kylie Ireland, una pelirroja con un enorme tatuaje en el brazo que portaba un látigo morado y se contoneaba con provocativos giros.
Varios de los intrépidos que eran llamados a jugar con las actrices eran abucheados por la masa con gritos que ponían en duda su masculinidad.
Mientras las actrices desplegaban sus encantos, los animadores daban rienda suelta a todo su repertorio de expresiones vulgares e incitaban a la audiencia a disfrutar de la vista.
Para calmar los ardores del cuerpo, muchos acudían a refrescarse con una cerveza o a refrenar la libido con un trozo de pizza en los puestos situados en cada escenario y al final del recorrido.
Las paredes estaban decoradas con grandes imágenes de las chicas en plena acción sexual y también se proyectaban en pantalla grande videos pornográficos.
Junto al pabellón de los "shows" había otro con dos tiendas de artículos eróticos de toda clase.