Pekín. Pekín calificó hoy de “desproporcionadas” e “inaceptables” las restricciones que han impuesto varios países a los viajeros procedentes de China, como requerir pruebas negativas de COVID-19 a los pasajeros llegados del país asiático.

“No creemos que estas medidas tengan base científica. Algunas de ellas son desproporcionadas y simplemente inaceptables”, aseguró hoy en rueda de prensa la portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning.

“Rechazamos firmemente que se usen los protocolos anticovid con fines políticos y tomaremos contramedidas en base al principio de reciprocidad”, agregó.

La portavoz señaló que China seguirá “adaptando y ajustando” sus medidas anticovid “en función de la situación” y que tratará de “facilitar los viajes transfronterizos de forma segura” para “normalizar los intercambios y la cooperación internacional”.

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El país asiático, que ha registrado un aumento exponencial de casos de COVID-19 en las últimas semanas, anunció a finales de diciembre que reabrirá sus fronteras el próximo 8 de enero, por primera vez desde marzo de 2020.

Esto ha provocado que varios países hayan decidido en los últimos días exigir a los viajeros procedentes del país asiático pruebas negativos para viajar a sus territorios.

Asimismo, la rápida propagación del virus tras retirar la política de “cero covid” ha sembrado dudas sobre la fiabilidad de los datos oficiales de contagios y muertes en el país, que han registrado apenas un puñado de fallecimientos recientes por la enfermedad pese a que localidades y provincias han calculado que una proporción significativa de sus poblaciones se ha contagiado.

La Organización Mundial de la Salud se mostró recientemente “muy preocupada” por la evolución del COVID-19 en China y reclamó “más información”, a lo que Pekín respondió que ha compartido sus datos “de forma abierta, puntual y transparente”.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, indicó la semana pasada que, ante la falta de informaciones más completas sobre la propagación del COVID-19 en China, se puede entender que otros países tomen medidas para proteger a sus poblaciones.

A partir del 8 de enero, el COVID-19 dejará de ser una enfermedad de categoría A en China, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo.