La ciudad de Recife, una de las mayores metrópolis de Brasil, se moviliza para mitigar el impacto del avance del océano Atlántico provocado por el cambio climático y que amenaza varias ciudades en todo el mundo.

La capital del nororiental estado de Pernambuco, con un poco más de 4 millones de habitantes en su región metropolitana, aparece en la posición número 16 y es la primera del país en la lista de ciudades más amenazadas en el mundo por el cambio climático, de acuerdo con un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según el Panel Intergubernamental de Expertos de la ONU sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), Recife se torna más vulnerable ante el avance del mar por “su geografía, la densidad demográfica y la desigualdad social”.

La llamada “Venecia brasileña”, por los ríos y canales que cortan varios barrios, se declaró en 2019 en estado de emergencia por el cambio climático, después de que estudios del Departamento de Oceanografía de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE) apuntaron una subida entre 30 y 40 centímetros del nivel del mar.

El fenómeno en Brasil también alerta a Río de Janeiro y Santos, en el litoral de Sao Paulo, pero Recife presenta un mayor riesgo por ser la ciudad “más baja” del país, a nivel del mar, y tener una zona urbana “muy próxima” a la planicie de estuarios, además de su región central se formada por islas, ríos y canales fluviales.

El estudio descarta que la ciudad sea “tragada” literalmente por el mar, pero advierte de las dificultades en algunas zonas de riesgo que requieren de acciones inmediatas para contener los efectos de esos avances, como en la favela Brasilia Teimosa, próxima al barrio de Boa Viagem y una de las pocas del país con playa exclusiva.

El barrio Ilha do Retiro, donde está localizado el estadio del club de fútbol Sport Recife, en la región central y que es una isla que terminó siendo escondida por los edificios y puentes que se levantaron, ya pasó por un proceso de relleno de tierra, como en las otras islas que dieron lugar a importantes vecindades.

Esa transformación comenzó casi cuatro siglos atrás con la ocupación holandesa en Pernambuco y la experiencia que llegó del país europeo sobre relleno de tierras en manglares e islas fluviales para erguir ciudades.

Sin embargo, un estudio de arquitectura y urbanismo de la UFPE apuntó de que el relleno hecho por los holandeses con desechos de basura, algunos orgánicos, no fue el adecuado y por eso, 360 años después, barrios como Joana Bezerra sufren con el agrietamiento del suelo, en algunos casos graves con hasta 2 metros de profundidad.

El “engorde” de la playa, con aumento de arena, y barreras en piedra son algunas de las opciones expuestas por los especialistas, aunque existen otros proyectados más osados a mediano plazo.

“El potencial de Recife son los ríos. No es por casualidad que Recife es conocida como la ‘Venecia brasileña’. Recife es formada por 3 islas y cortada 6 ríos y más de 60 canales. Es la naturalidad de la ciudad”, comentó a EFE Juliana Britto, directora de Catamarán Tours, la empresa que reactivó hace 25 años los paseos fluviales.

La investigadora de la UFPE Mila Montezuma presentó un proyecto para la creación de un ecoparque tecnológico fluctuante ubicado entre 500 metros y 1 kilómetro de la playa, que funcionaría como “membrana anfibia” y amortiguador natural para el avance del mar hacia la costa, aprovechado también para generar energía limpia.

La Secretaría de Medio Ambiente de Recife indicó a EFE que la Alcaldía, incluso antes de la alerta de la ONU, actúa “de forma integrada para reducir la emisión de gases con efecto invernadero”.

“La expansión de la cobertura vegetal por medio de reforestación aumentará el porcentaje de áreas permeables y la inversión en infraestructura de drenaje, manejo de aguas pluviales, adecuación del transporte público y movilidad urbana” contribuyen también para el objetivo de menguar el avance del mar, apuntó la secretaría.