Condenado a 30 años de prisión "capo" rumano de la prostitución en España
La sentencia, hecha pública hoy, considera probado que el acusado, actuando de acuerdo con otras personas, logró durante el año 2000 que un número no concretado de mujeres rumanas viajasen a España con la promesa de que iban a trabajar.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
PUBLICIDAD
Madrid.- El ciudadano rumano Ioan Clamparu, alias "cabeza de cerdo", ha sido condenado a 30 años de prisión por cinco delitos de inducción a la prostitución a varias compatriotas suyas, entre ellas una menor de edad a la que obligó además a abortar.
La sentencia, hecha pública hoy, considera probado que el acusado, actuando de acuerdo con otras personas, logró durante el año 2000 que un número no concretado de mujeres rumanas viajasen a España con la promesa de que iban a trabajar en la hostelería o en el servicio doméstico, mientras que con otras se concertó que lo harían en la prostitución.
Una vez en España, les decían que habían contraído una deuda importante con la organización y que debían saldarla entregando todo el dinero que ganasen ejerciendo la prostitución.
Para doblegar la voluntad de las mujeres, a las que retiraban su documentación personal -proporcionándoles otra falsa- y mantenían hospedadas en pisos donde eran controladas día y noche para evitar su fuga, se valían de amenazas y agresiones físicas.
Clamparu deberá también indemnizar, por daños morales, a tres mujeres que han actuado como testigos protegidas- y a la menor que fue obligada a abortar.
De acuerdo con la sentencia, el condenado dirigía un grupo de personas que actuaban unas en España y otras en Rumanía, entre las que distribuía a las mujeres para que las controlasen y recaudasen sus ingresos.
"Cabeza de cerdo" se reunía periódicamente con estas personas para gestionar el trabajo de las mujeres y para que le rindieran cuentas sobre lo recaudado.
Una de las testigos contó además que había varios pisos y un elevado número de mujeres en la misma situación, que cifró en torno a cincuenta.
Una de las víctimas, la testigo protegida identificada como "Andrea", tenía 17 años cuando llegó a España engañada con la promesa de trabajar en la hostelería.
La joven, que fue obligada a ejercer la prostitución mediante amenazas de muerte a ella y toda su familia, fue agredida físicamente por el propio condenado, que cuando se enteró de que estaba embarazada, la obligó a abortar.