WASHINGTON. Abu Bakr al-Baghdadi, el recluido líder del grupo extremista Estado Islámico que dirigió su yihad global y que se convirtió quizá en el hombre más perseguido del mundo, murió en medio de un ataque del Ejército estadounidense en Siria.

El presidentde Donald Trump confirmó hoy en un mensaje televisado el airoso resultado del ataque realizado ayer.

 "Al-Baghdadi está muerto", dijo Trump.

El presidente dijo que ningún soldado de Estados Unidos murió en el operativo y que este era el principal objetivo de seguridad estadounidense.

Al-Baghdadi fue atacado en la provincia siria de Idlib, según dijo el sábado por la noche a Associated Press un funcionario de Estados Unidos.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, adelantó anoche que habría un gran anuncio al tuitear el sábado por la noche “¡Acaba de pasar algo muy grande!”.

El ataque se produjo entre preocupaciones porque la reciente retirada estadounidense del nordeste de Siria pueda dar nuevas fuerzas al grupo armado, que ha perdido el control de un extenso territorio.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que monitorea la guerra en Siria, informó de un ataque de la coalición internacional tras la medianoche del sábado al domingo realizado por un escuadrón de ocho helicópteros y un avión de combate, contra posiciones de los Hurras al-Deen (Guardianes de la Yihad, un grupo adscrito a Al Qaeda) y donde se creía que había ocultos miembros del grupo EI, en la zona de Barisha, al norte de la ciudad de Idlib.

Los helicópteros, según el grupo, atacaron posiciones del grupo EI con intensos bombardeos durante unos 120 minutos, mientras los yihadistas respondían con armas pesadas contra los helicópteros. El Observatorio Sirio, con sede en Gran Bretaña, documentó la muerte de 9 personas como resultado del ataque. En un primer momento no estaba claro si Al-Baghdadi era uno de ellos, indicó el grupo, señalando que era probable que la cifra de víctimas mortales creciera dado el alto número de heridos.

En un principio no fue posible confirmar de dónde procedía la información sobre el paradero del líder extremista, aunque funcionarios iraquíes y kurdos reclamaron haber jugado un papel. Por su parte, el Ejército turco dijo en Twitter que antes de la operación en Idlib había intercambiado “información” y se había coordinado con mandos militares estadounidenses.

Las fuerzas kurdas parecieron presentar la muerte de Al-Baghdadi como una victoria conjunta para su maltrecha alianza con Washington, semanas después de que Trump ordenara una retirada de las fuerzas estadounidenses en el nordeste de Siria, lo que en la práctica dejó abandonados a sus aliados ante una gran ofensiva turca.

“Exitosa e histórica operación debido al trabajo conjunto con los Estados Unidos de América”, tuiteó Mazloum Abdi, comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por kurdos.

Un alto cargo de seguridad iraquí, a su vez, dijo a The Associated Press que el espionaje iraquí había jugado un papel en la operación. Al Baghdadi y su esposa detonaron chalecos bomba que llevaban durante la operación de comandos estadounidenses, indicó.

La fuente habló bajo condición de anonimato porque estaba revelando información sensible. En el ataque murieron otros líderes del grupo EI, añadió.

Al-Baghdadi ha liderado al grupo EI los últimos cinco años, en los que ha ganado fuerza y se ha labrado una reputación gracias a acciones violentas como decapitaciones. La milicia radical atrajo cientos de miles de seguidores a su amplio y autodenominado califato en Irak y Siria. Al-Baghdadi Era uno de los pocos comandantes del grupo EI aún en libertad, pese a múltiples anuncios sobre su muerte en los últimos años y pese a la brusca reducción del territorio bajo su control. Muchos partidarios que se sumaron a su causa están ahora encarcelados.

Las exhortaciones de Al-Baghdadi fueron una inspiración clave en ataques terroristas en Europa y Estados Unidos. A diferencia de los secuestros de aviones y otros ataques masivos que definieron a Al Qaeda, los líderes del grupo EI apoyaban actos de violencia a menor escala más difíciles de prevenir para las fuerzas de seguridad.

Los líderes extremistas instaron a los yihadistas que no pudieran viajar al califato a matar allí donde estuvieran, con cualquier arma a su disposición. En Estados Unidos, varios extremistas juraron lealtad a Al-Baghdadi en medios sociales, incluida una mujer que junto con su marido cometió una masacre en una fiesta en San Bernardino, California, en 2015.

Estados Unidos ofrecía una recompensa de $25 millones por la cabeza del líder extremista, que ha sido menos visible en los últimos años y solo publicaba grabaciones de sonido de forma esporádica. La más reciente, difundida el mes pasado, llamaba a los miembros del grupo extremista a hacer todo lo posible por liberar a los detenidos del grupo EI y a las mujeres del grupo retenidos en cárceles y campos de detención.

Aunque su muerte sería como poco una victoria simbólica para los esfuerzos antiterroristas occidentales, se desconoce qué impacto tendría en futuros ataques. Se le consideraba en gran parte un líder simbólico de la red terrorista global, y un portavoz de la coalición le describió en 2017 como “irrelevante desde hace tiempo”.