Indígenas en diversas zonas del Amazonas, una de las regiones donde viven algunas de las comunidades más aisladas del planeta, también han sido golpeadas por la pandemia del COVID-19, también conocido como coronavirus.

En La Paz, Bolivia, siete indígenas de la amazonía boliviana han muerto por coronavirus desde que comenzó la pandemia y otros 25 dieron positivo, según un informe de la Red Eclesial Panamazonía y la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica.

Brasil es el país con más indígenas fallecidos (70) entre los ocho países que comparten la cuenca amazónica en Sudamérica, según el reporte de la Coordinadora.

Un recorrido fotográfico por Brasil, Colombia, Venezuela, México, Paraguay, El Salvador, Argentina y Bolivia.

En Bolivia, la región más castigada con la enfermedad es Santa Cruz, en el oriente del país, ya que concentra el 65% de los 3,661 casos positivos registrados hasta el domingo. El informe del Ministerio de Salud contabiliza 165 decesos hasta ahora.

Aunque la cuarentena ha sido ampliada hasta fin de mes, más actividades laborales volverán a reanudarse desde el lunes en momentos en que el contagio está en acelerado ascenso, según las autoridades sanitarias.

Mientras, en Manaos, Brasil, en la remota comunidad amazónica de Betania, los miembros de la tribu Tikuna sospechan que el coronavirus llegó este mes, después de que algunos regresaron de un viaje en barco de dos horas por el río Solimoes para recoger dinero que da el gobierno.

Posteriormente, decenas tuvieron dolores de cabeza, fiebre y tos. Dos murieron. Y los cinco médicos del gobierno que trabajan para una comunidad de casi 4,000 personas no están atendiendo a los enfermos porque carecen de equipo de protección y pruebas para detectar al coronavirus, dijo Sinésio Tikuna, un líder de la aldea.

Es por eso que los Tikuna han recurrido a su remedio tradicional para las enfermedades respiratorias: inhalar humo de plantas medicinales y colmenas que queman.

La difícil situación de los Tikuna ilustra el peligro del coronavirus a medida que se propaga por la selva tropical donde las tribus viven en lugares cerrados con servicios médicos limitados. A la mayoría solo se puede llegar en barco o en avioneta.

“Estamos muy preocupados, principalmente porque no llega la ayuda”, dijo Sinésio Tikuna en una entrevista telefónica.

Mientras Sinésio Tikuna describía en la entrevista su creencia de que el humo de la colmena salvó a cuatro miembros de la tribu enfermos, en un hospital de Manaos no había nadie para ayudar a una mujer con fiebre que no podía respirar. Un policía la colocó en una camilla y la llevó adentro con la ayuda de un fotógrafo de The Associated Press.

Los indígenas que habitaban los ríos Solimoes y Negro que se fusionan en Manaos para formar el río Amazonas intentaron durante semanas sellar sus reservas debido al virus, pidiendo donaciones mientras esperaban las entregas de alimentos del gobierno para poder permanecer aislados. Pero para muchos la ayuda no llegó, dijeron los defensores indígenas.

La cuenca del Alto Solimoes tiene 44 reservas tribales y se ha convertido en el foco de infección indígena de la Amazonía brasileña. Las pruebas médicas son extremadamente limitadas, pero muestran que al menos 162 de los aproximadamente 76,000 indígenas del área han sido infectados y 11 han muerto. Hay más de 2,000 infecciones confirmadas en partes del área no supervisadas por el proveedor de atención médica indígena del gobierno.

En América Latina se han registrado a la fecha más de 466,000 contagios y más de 29,900 muertos, con Brasil con la mayor cantidad de infecciones y decesos.

A nivel mundial ha infectado a más de 4.6 millones de personas y causado la muerte a más de 312.000, según el Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, que basa sus datos en los informes de los gobiernos y las autoridades de salud de cada país.

En la mayoría de la gente este virus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. Pero en algunas personas, sobre todo los adultos mayores y quienes padecen trastornos de salud subyacentes, puede causar enfermedades más graves e incluso la muerte.