Jerusalén (EFE).- El número de cristianos en Israel ha crecido vertiginosamente y descendido al mismo ritmo en los territorios palestinos, en un fenómeno que indica que el futuro del cristianismo en la diócesis de Tierra Santa está en el Estado judío.

Así lo cree la periodista y escritora francesa Catherine Dupeyron, al advertir, en una entrevista con Efe, que "el porcentaje de cristianos en los territorios palestinos ha bajado hasta situarse en la actualidad en un 1,2 por ciento de su población, mientras en Israel ha ascendido del dos hasta el seis por ciento".

Autora de "Cristianos en Tierra Santa: desaparición o mutación?" (Albin Michel, 2007, en francés), Dupeyron explica que a Israel han llegado cientos de miles de cristianos en los últimos quince años pero en los territorios palestinos se produce un fenómeno crónico de emigración desde finales del siglo XIX.

Estas tendencias demográficas llevaron hace unos años al Vaticano a replantearse la organización de su diócesis de Tierra Santa y abrir una Iglesia hebreoparlante para satisfacer las necesidades de la comunidad cristiana en Israel.

La diócesis, una de las más "sensible" de la Iglesia, la forman los territorios de Israel, Jordania, Cisjordania, Gaza, y Chipre, según una partición geopolítica contemporánea a la que la Santa Sede no adaptó su administración religiosa por motivos históricos y sensibilidad política.

"Hay que entender que el término Tierra Santa es un concepto europeo, generalista, gestado hace siglos, y que no ha tenido en cuenta los desarrollos geopolíticos más recientes en la región", subraya la escritora al describir la heterogeneidad que actualmente caracteriza a esa unidad administrativa religiosa.

En Israel residen actualmente más de medio millón de cristianos de distintos orígenes junto a los 5,4 millones de judíos y 1,17 millones de musulmanes.

Esta creciente comunidad está formada por unos 150.000 palestinos cristianos, unos 70.000 trabajadores extranjeros con residencia que proceden de distintos países cristianos (como Rumanía o Filipinas), y entre 300.000 y 400.000 emigrantes rusos.

Legalmente, los emigrantes rusos llegaron al país como judíos, descendientes de judíos o por matrimonios con judíos, pero muchos de ellos no profesan esa religión sino la cristiana.

Al afirmar que la fe cristiana ha echado fuertes raíces en el Estado de Israel, Dupeyron recuerda "el gran número de centros de culto abiertos, las ayudas públicas a la rehabilitación y construcción de iglesias, y la mayor apertura de la población judía a todo lo cristiano que, después de siglos de antisemitismo, ve ahora con más y más curiosidad".

Simultáneamente, las estadísticas advierten del descenso de cristianos en los territorios palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén este, donde actualmente residen unos 49.000 creyentes.

Dupeyron atribuye este descenso a un fenómeno que comenzó hacia 1880 posiblemente relacionado con el hecho de que el Imperio otomano quisiera alistar a cristianos en sus ejércitos -rompiendo una vieja tradición de exención- y la coyuntura económica de la época.

Ya en el siglo XX, la creación del Estado de Israel, en 1948, y la consiguiente situación de conflicto armado alentó aún más la emigración de cristianos y, más recientemente, lo han hecho las medidas restrictivas impuestas a la población palestina en general.

Entre ellas está el muro de separación en Cisjordania, que se interpone entre las principales ciudades palestinas cristianas: Belén, Jerusalén y Ramala.

Otro factor que, dice, contribuye a la emigración de palestinos cristianos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) es "la fuerte islamización de la sociedad", que les hace cada vez más difícil vivir entre los musulmanes, mayoritarios y entre los que han surgido fuertes corrientes de carácter integrista.

Informes de la Custodia Franciscana en Tierra Santa advirtieron hace ya unos años de agravios y agresiones callejeras a jóvenes en Belén, feudo tradicional de la Fe de Cristo pero donde los cristianos representan hoy menos del 10 por ciento de la población.

Públicamente, la población cristiana palestina atribuye, no obstante, a la ocupación israelí los altos índices de emigración.