La Habana. Docenas de cubanos protestaron el jueves por la noche en La Habana en demanda de la restauración del servicio eléctrico, después de más de dos días de un apagón que afectó a toda la isla tras el paso del huracán Ian.

En al menos dos puntos del municipio capitalino Cerro, unas 400 personas se apostaron en la calle entre gritos de “¡Queremos luz, queremos luz!” y cacerolazos, según constató una periodista de The Associated Press.

Estos son los primeros reclamos en las calles luego del apagón en la isla de 11 millones de habitantes tras el impacto del meteoro el martes. La misma noche del jueves, no había servicio de internet ni de telefonía celular.

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Grupos que monitorean el acceso a internet confirmaron a The Associated Press la interrupción del servicio.

“Podemos confirmar el apagón casi total de internet en Cuba”, dijo Alp Toker, director de Netblocks, una firma de monitoreo de la red con sede en Londres. “Creemos que es probable que el incidente tenga un impacto significativo en el libre flujo de información en medio de las protestas”, añadió.

Doug Madory, director de análisis de internet para la empresa de gestión de redes Kentik, describió lo ocurrido como un “apagón total” que comenzó a las 00:30 GMT. (8:30 p.m. hora de Puerto Rico). “Estoy escuchando reportes de que hubo protestas, pero también hubo el paso del huracán”.

La policía llegó a uno de los puntos de las protestas, en la calle Primellef, aunque la gente se mantuvo en una de las esquinas. A unas 10 cuadras de ahí, sobre la Calzada del Cerro, otras personas rodearon a una brigada de obreros que intentaban reparar un poste y un transformador.

Hasta cerca de la medianoche no había habido connatos de violencia y las personas permanecían congregadas en los dos puntos de la barriada.

En julio de 2021, Cuba fue escenario de las mayores protestas sociales en décadas. Miles de personas, agobiadas por los apagones y las carencias agudizadas por la pandemia y las sanciones de Estados Unidos, salieron a las calles en la isla para exigir soluciones a una de las mayores crisis que han padecido y algunos también arremetieron contra el gobierno cubano. Cientos de personas fueron detenidas y enjuiciadas, lo cual provocó duras críticas a la administración del presidente Miguel Díaz-Canel.

Ian, un monstruoso huracán que atravesó Cuba por el occidente, dejó tres muertos y una suma todavía no cuantificada de daños materiales al tiempo que provocó una avería eléctrica que —por primera vez desde que se tenga memoria— dejó a la isla completamente a oscuras.

El gobierno aún no ha ofrecido una estimación oficial de la cantidad de afectados ni de cuándo se solucionará el problema a nivel nacional. Sin embargo, la autoridad eléctrica señaló el jueves en un comunicado que en La Habana, hogar de dos millones de personas, sólo el 10% de los usuarios tienen luz.

La falta de electricidad mantiene en jaque a muchos cubanos.

El fenómeno tocó tierra como un huracán categoría 3.

La semana pasada Ivette Garrido se apresuró a buscar los seis kilos de pollo que le corresponden a su familia y los congeló para aprovisionarse ante la posible llegada de un ciclón. El jueves, estaba sopesando convertirlos en alimento para sus tres perros tras dos días sin electricidad.

En algunos lugares los vecinos celebraron cuando la energía regresó el miércoles, aunque en otros volvió y se cortó otra vez. Miles de familias, como la de Garrido, llevan más de 48 horas sin corriente y temen perder los pocos alimentos que consiguieron en un contexto de desabastecimiento general.

Especialistas indicaron que el apagón total demostró la vulnerabilidad del Sistema Energético Nacional (SEN) y advirtieron que requerirá tiempo y recursos —de los que el país no dispone— para salir del trance, mientras que las autoridades aseguraron que trabajan sin descanso para solucionar el problema.

“La estamos pasando no muy bien, tratando de sobrevivir, de mantener las cosas para que no se descongelen”, dijo a la AP Garrido, de 53 años y quien vive con su madre anciana y una hija de 19 en el municipio de Cojimar, en las afueras de La Habana.

La mujer colocó bolsas con agua helada en un congelador junto con el pollo, algo de carne de cerdo y salchichas para tratar de prolongar el frío, una meta complicada con temperaturas de más de 30 grados centígrados.

Para cargar los teléfonos móviles y una computadora portátil acudió a un pequeño hotel a varios kilómetros.

Una media docena de vecinos de La Habana con los que la AP habló en la mañana del jueves estaban molestos por la ausencia de energía, que trae consigo la imposibilidad de tener agua —pues depende de motores— y de no poder cocinar, porque parte de las casas cubanas guisan con electricidad luego de una campaña en la década del 2000 para erradicar los fogones artesanales.

Según las autoridades, el corte total se produjo debido a una falla en los enlaces entre las tres regiones del país —occidente, centro y oriente— causada por el paso de Ian.

Personas consultadas por The Associated Press de las principales ciudades del país dieron cuenta de una situación similar a la de La Habana. En Holguín, Guantánamo, Matanzas, Ciego de Ávila, Camagüey y Santiago, por ejemplo, un buen porcentaje reportó que luego del apagón sus barrios siguen sin luz.

“El SEN ya estaba en estado crítico e inmunocomprometido como resultado del deterioro de las termoeléctricas. El paciente está ahora en soporte vital”, explicó a la AP Jorge Piñon, director del Programa de Energía y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe de la Universidad de Texas.

La nación caribeña cuenta con 13 centrales generadoras de energía, de las cuales ocho son las tradicionales termoeléctricas, a las que se adicionan cinco modernas plantas flotantes alquiladas a Turquía desde 2019 con el objetivo de que no se agrave aún más la situación. Hay además un grupo de pequeñas plantas distribuidas por el país desde una reforma energética de 2006.

Pero en todos los casos son infraestructuras obsoletas y mal mantenidas, un fenómeno que el gobierno atribuyó a la falta de presupuesto y las sanciones de Washington que impiden la modernización de equipamiento. Las complicaciones para conseguir combustible, que Cuba compra a precios preferentes a Venezuela, también son un problema.