Boston. -Él la llevó al altar cuando se casó. Ella estuvo con él en el hospital cuando se le detectó un tumor maligno en el cerebro.

Y ahora, el senador Edward Kennedy, mientras combate el cáncer a los 77 años de edad, hace llamadas telefónicas para promover la designación de su sobrina Carolina como senadora.

A ambos los une una estrecha relación desde la muerte del padre de ella, John F. Kennedy, un hermano a quien Edward Kennedy ha tratado de emular desde 1963.

Los esfuerzos de Kennedy para que Caroline se quede con la banca que dejará vacante Hillary Rodham Clinton al asumir como secretaria de estado van más allá de la relación personal entre ambos: es una oportunidad de perpetuar el legado familiar de los Kennedy en la política, que comenzó cuando el padre de Caroline llegó al Senado en 1952.

“Los Kennedy son una tribu. Siempre ha habido un Kennedy prominente en la política nacional desde hace más de medio siglo”, declaró Marc Landy, profesor de ciencias políticas del Boston College. “La idea de prolongar esa presencia por otra generación, si no más, es muy importante. Refleja sus instintos tribales”.

Edward Kennedy todavía conserva el escritorio de su hermano en la parte trasera del Senado, por más que tendría derecho a una banca en la primera fila por ser el segundo en antigüedad en esa cámara.

Además de Caroline Kennedy, también se menciona al procurador de justicia de Nueva York Andrew Cuomo y a otras figuras como posibles sucesores de Clinton en el Senado.

Edward Kennedy ha hablado con la persona que designará al sucesor, el gobernador del estado de Nueva York David Paterson. Y el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg le dio un espaldarazo a Caroline el lunes al decir que “puede hacer lo que se proponga”.

El interés de Caroline Kennedy en la banca es una sorpresa, dado que siempre se mostró reacia a estar en el candelero de la política.

Si bien todo el mundo hablaba de ella cuando vivió en la Casa Blanca con su padre, su madre Jacqueline, su hermano John Jr. y el pony Macaroni, la familia trató de pasar inadvertida tras el asesinato de Kennedy.

Los Kennedy se confundieron con el resto de los neoyorquinos y el público en general se enteró esporádicamente de lo que sucedía en la vida de Caroline: sabía que estudió en Harvard y en la facultad de leyes de Columbia, que se casó con un hombre mayor que ella, Edward Schlossberg, y que tiene tres hijos.

Hace pocas presentaciones públicas, generalmente en actos que buscan preservar el recuerdo de su padre.

En algunas ocasiones, como cuando murió su hermano en un accidenta aéreo, soportó su dolor bajo la mirada del público. Pero en términos generales logró mantener su privacidad, ayudada por la discreción de sus amistades, que ella valora mucho.

A medida que crecen sus hijos, no obstante, Caroline, quien hoy tiene 51 años, custodia menos celosamente su intimidad y se la ve con mayor frecuencia en actos públicos.

Este año incluso acaparó titulares cuando, con su “tío Teddy” a su lado, anunció que apoyaba la candidatura de Barack Obama a la presidencia.

“Siempre me ha emocionado la gente que me dice que quisieran sentirse inspirados y esperanzados en el país como cuando mi padre era presidente”, expresó Caroline en enero, en la American University de Washington, donde su padre pronunció un discurso en 1963. “Este deseo es muy profundo hoy. Afortunadamente, hay un candidato que ofrece la misma esperanza e inspiración”, agregó, aludiendo a Obama.

Posteriormente, Caroline fue codirectora de la comisión encargada de seleccionar un compañero de fórmula.