Joseph Newton Chandler III es, quizás, el nombre de una de las pocas personas en el mundo que ha sucumbido ante la muerte, no una, sino dos veces. La primera y, tal vez, la única ocasión en la que Joseph Newton Chandler III murió fue un accidente automovilístico, en 1945, cuando tan solo tenía 8 años de edad. Su segunda ‘muerte’ se dio 77 años después, solo que, en esa oportunidad, ya no se trataba de él: era Robert Ivan Nichols, un misterioso, intrépido y hábil ladrón de identidad que se había escondido, durante años, a la vista de cientos de ciudadanos estadounidenses.

¿Asesino en serie? ¿Fugitivo de la justicia? ¿Criminal consagrado? Para este momento, su nombre es mucho más que un misterio sin resolver, se ha convertido en el tormento de investigadores, periodistas y ciudadanos, quienes han luchado por resolver uno de los mayores misterios del noreste de Ohio, Estados Unidos.

Un revelador suicidio

Para julio de 2002, un intenso y nauseabundo olor inundaba un complejo de edificios en el estado de Ohio. Aunque, al inicio, nadie podía dar razón de la proveniencia del hedor, el conserje no tardó en hacer descubrir que el fétido aroma que impregnaba el ambiente tenía nombre y apellido: Joseph Newton Chandler III, un hombre de 76 años, quien había tomado la drástica decisión de quitarse la vida en su hogar.

De acuerdo con las autoridades estadounidenses, el hombre abrió las cerraduras de todas las ventanas y puertas de su departamento ubicado en un suburbio de Cleveland -una importante ciudad de Ohio-, no sin antes apagar el aire acondicionado y marcar la fatídica fecha en su calendario. Luego, se dirigió al baño, puso una pistola debajo de su paladar y, sin vacilar, apretó el gatillo el 24 de julio de 2002.

Lejos de convertirse en un caso de suicidio más, la muerte de Joseph Newton, quien para ese momento se desempeñaba como ingeniero eléctrico de la empresa química Lubrizol, generó aún más preguntas que respuestas; en gran parte, porque las pistas que había dejado sobre su vida eran nulas, por no decir inexistentes.

Para sorpresa de pocos, el hombre murió tal como vivía, en completa soledad y discreción. Sus compañeros de trabajo lo describieron como un anciano tan inteligente como extraño, de acuerdo con el diario local ‘The Morning Journal’.”Tenía una maleta… hacía las maletas y andaba todo el tiempo. Estaba listo para ir todo el tiempo. De qué estaba huyendo, si había algo, no lo sé”, contó el alguacil Peter Elliott en una oportunidad, de acuerdo con el periódico británico ‘The News Herald’.

Esa imagen de hombre raro y solitario pudo haber quedado ahí, en el amargo e impactante recuerdo de un suicidio, de no haber sido porque Joseph guardaba en su cuenta bancaria, nada más y nada menos que, 82.000 dólares -equivalentes a poco más de 400 millones de pesos colombianos al cambio actual- que, por ley, tenían que ser repartidos entre sus herederos.Sin familia cercana, amigos o allegados, la Policía se vio en la obligación de indagar más acerca de la, aparentemente, vida normal del hombre. Fue, precisamente, en ese momento en que autoridades cavaron más profundo y un suicidio típico se convirtió en uno de los mayores misterios.Pese a que los casos de herencias siempre traen consigo sorpresas, nadie nunca se esperó que detrás de la vida y muerte de Joseph se encontrase un oscuro, sombrío y críptico secreto que, dos décadas después, aún no halla respuestas.

El misterio comienza

El nombre, la fecha de nacimiento y el número de seguridad social fueron los tres únicos elementos que necesitó la Policía estadounidense para, por fin, develar un gran misterio que, hasta el momento, ni siquiera sabían que existía: Joseph Newton Chandler III había muerto en un accidente de tránsito junto a sus padres a la edad de 8 años -específicamente en 1945-.

“Los servicios funerarios de Joe N. Chandler, la Sra. Chandler y su hijo, Joe Chandler III de Tulsa, Oklahoma, quienes murieron el viernes por la noche en un choque del auto de Chandler con un camión a dos millas de Sherman (Texas), se llevará a cabo el miércoles por la tarde a las 2:30…”, se lee en un artículo periodístico del 24 de diciembre de 1945.

¿Si el verdadero Joseph Newton había muerto hacía 77 años, quién era el misterioso hombre que se había suicidado en su casa en Cleveland?La primera respuesta y, tal vez, la única a los cientos de innumerables cuestionamientos producidos por el caso llegaron de la mano de pruebas pioneras de ADN e investigación genealógica -realizadas por el Proyecto DNA Doe-, a través de las cuales se pudo determinar la verdadera identidad del fallecido.

Se trataba de Robert Ivan Nichols, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que abandonó a su familia -esposa e hijo- en 1964 y que, por algún motivo desconocido, robó la identidad del fallecido niño Chandler en 1978 luego de solicitar una tarjeta de Seguro Social, según el canal de televisión español ‘Actualidad RT’.

“Hay una razón por la que desapareció en 1965 y adoptó la identidad de un niño muerto”, dijo el alguacil estadounidense Peter Elliott, en una oportunidad, durante una conferencia de prensa. Y agregó: “Tiene que haber una razón por la que nunca más se puso en contacto con su familia; razón por la cual dejó 82,000 en una cuenta bancaria; una razón por la que nunca quiso que lo encontraran a lo largo de su vida e incluso en su muerte”.

¿El asesino del zodiaco?

La ardua investigación por parte de las autoridades estadounidenses no faltó y, mucho menos aún, las pistas que llevaron a laberintos sin salida. Desde que Nichols era un fugitivo hasta que podía ser el mismísimo asesino del Zodiaco, son tan variadas como descabelladas las teorías que han rondado su caso.

Esta última, en especial, ha captado la atención de los investigadores, quienes se preguntan, ¿podría haber sido este hombre el infame asesino del Zodíaco, un criminal en serie que acechó el norte de California entre diciembre de 1968 y octubre de 1969? Si bien la respuesta a esta pregunta aún no encuentra respuesta; lo cierto es que, al final, tampoco resulta tan inverosímil.

Tanto al asesino del Zodiaco como a Nichols se les atribuyen conocimientos de ingeniería. No solo se cree que ambos pudieron haber sido veteranos de guerra, sino que también poseen características físicas similares y, al parecer, un gusto particular por los explosivos plásticos.

“Se cree que la primera carta (del asesino del Zodiaco) con esta firma (un pequeño garabato que parecía la letra Z) fue enviada en 1978, justo el año en que Nichols robó la identidad del difunto niño y se convirtió en Joseph Newton Chandler III”, según el canal ‘Actualidad RT’. ¿Prueba irrefutable o coincidencia desafortunada?