La historia de Sujit Kumar, conocido como el “niño gallina”, figura entre los casos más extremos de abandono y maltrato infantil documentados en Fiyi. Kumar pasó parte de su infancia confinado en un gallinero y, años después, permaneció durante décadas en una institución donde llegó a ser atado a la cama.

Sujit habría nacido en una comunidad rural cerca de Suva y quedado en situación de desamparo muy joven. Tras la muerte de sus padres, fue entregado a familiares y, en ese entorno, terminó viviendo en un gallinero; diferentes testimonios que relatan su hallazgo describen conductas como picotear la comida e imitar sonidos de aves.

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Así lo encontraron

Sujit fue hallado una noche en medio de una carretera y trasladado al Old People’s Home en Suva.

En esa institución, el personal, incapaz de manejar su conducta y agresividad, lo mantuvo inmovilizado, atado a la cama, durante unos 20 años, hasta que terceras personas intervinieron en su caso.

La intervención de Elizabeth Clayton y el Happy Home

En 2002, la empresaria australiana Elizabeth Clayton, quien trabajaba y residía en Fiyi, conoció a Sujit durante una visita al asilo. Relató que su estado la impactó: presentaba heridas, episodios de agresividad y comportamientos muy limitados para su edad.

Clayton inició gestiones con apoyo local e internacional para sacarlo del hogar y ofrecerle cuidados personalizados. Posteriormente, Sujit fue trasladado al centro Happy Home, promovido por la misma fundación donde recibió terapias de rehabilitación motora y cognitiva, apoyo ocupacional y rutinas diarias orientadas a mejorar su autonomía y socialización.

A lo largo de los años se dio a conocer que el Happy Home centró gran parte de sus esfuerzos en garantizarle atención continua y un hogar estable.

¿Cómo era su conducta?

Quienes lo trataron cuentan que Sujit no desarrolló lenguaje verbal convencional y que, durante años, se comunicaba principalmente mediante sonidos, gestos u objetos. En situaciones de tensión, según sus cuidadores, emitía chasquidos o ruidos que recordaban a los cloqueos de las aves.

Especialistas y voluntarios que participaron en su rehabilitación señalaron que, pese a la severidad de la privación que sufrió en su infancia, la estimulación y las terapias continuas podían favorecer ciertos avances, aunque estos serían graduales y limitados.

Con el tiempo, Sujit permaneció bajo cuidado institucional y luego en programas de rehabilitación impulsados por organizaciones privadas y personas que lo apadrinaron. Según reportes de prensa de Fiyi, mostró mejorías en movilidad, interacción social y participación en actividades estructuradas.