El Papa León XIV pide cautela frente a supuestos fenómenos sobrenaturales para evitar caer en supersticiones
Dijo que los hechos extraordinarios no son condición de santidad y reclamó discernimiento equilibrado.

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Durante una audiencia con participantes de un encuentro sobre mística y santidad, el Papa León XIV llamó a evaluar los presuntos fenómenos sobrenaturales con prudencia, según los criterios de la Iglesia, a fin de evitar ilusiones y supersticiones que desvíen la fe del centro esencial: la comunión con Dios.
El Pontífice recibió en el Vaticano a los asistentes de un congreso promovido por el Dicasterio para las Causas de los Santos, dedicado a reflexionar sobre la relación entre los fenómenos místicos y la santidad de vida. Allí, pidió un discernimiento “humilde” y conforme a la enseñanza eclesial cuando se examinen posibles hechos extraordinarios.
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El llamado llega en un contexto de creciente interés popular por lo “milagroso”. El Papa advirtió que, sin criterios claros, ese interés puede deslizarse hacia la superstición. Por ello, insistió en que cada caso sea ponderado con rigor pastoral y doctrinal, evitando conclusiones apresuradas o lecturas sensacionalistas.
En el encuentro (celebrado en la Pontificia Universidad Urbaniana) el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Manuel Fernández, explicó las Normas sobre el discernimiento de fenómenos sobrenaturales aprobadas el año pasado, y recordó la complejidad que enfrenta la Iglesia para reconocer oficialmente este tipo de manifestaciones.
El cardenal expuso un dato ilustrativo: en los últimos 50 años se registraron alrededor de 3,500 causas de beatificación y canonización, pero solo tres o cuatro declaraciones sobre fenómenos de origen sobrenatural, muestra de la excepcionalidad y del alto umbral de prueba requerido.
León XIV señaló que la mística es “una de las dimensiones más bellas de la fe”, entendida como unión íntima de amor con Dios que supera el mero conocimiento racional. Sin embargo, aclaró que los eventos extraordinarios (visiones, éxtasis, oscuridades o aflicciones) son secundarios y no constituyen lo esencial de la vida espiritual.
En consecuencia, los signos extraordinarios pueden servir como carismas que edifiquen a la comunidad, pero no son requisito para reconocer la santidad. La meta sigue siendo la conformidad perseverante con la voluntad de Dios, revelada en la escritura y la tradición.
El Papa pidió a los responsables de las causas mantener el equilibrio: ni promover candidaturas solo porque existan fenómenos llamativos, ni penalizar a quienes los hayan experimentado si su vida cristiana evidencia virtudes sólidas. El examen, recalcó, debe centrarse en la fama de santidad y en la práctica estable de las virtudes.
El objetivo pastoral de ese equilibrio, agregó, es proteger a los fieles de engaños y desorientaciones, a la vez que se hace justicia a quienes vivieron una caridad probada. La prudencia no busca apagar el Espíritu, sino discernirlo para que los verdaderos frutos espirituales iluminen a toda la Iglesia.
Con esta orientación, la Santa Sede reafirma que el camino a los altares no se mide por lo excepcional de ciertos relatos, sino por la coherencia evangélica de una vida. La invitación final del Papa fue a seguir estudiando la mística, con ciencia y oración, para distinguir lo auténtico de lo aparente y custodiar la fe del Pueblo de Dios.

