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Madrid. - España se prepara para vivir mañana, miércoles, la primera jornada de huelga general en ocho años, aunque las encuestas prevén un seguimiento minoritario en todo el país.
Pero el paro de 24 horas podría paralizar las grandes ciudades si el transporte se detiene, además de provocar un dolor de cabeza a más de un viajero si los aviones no aterrizan con regularidad en grandes aeropuertos como los de Madrid o Barcelona.
La séptima huelga de la era demócratica en España, convocada por los sindicatos mayoritarios de izquierdas, afectará a todos los sectores, salvo el sanitario, donde está previsto que hospitales y centros de salud funcionen prácticamente a pleno rendimiento.
Como novedad con respecto a huelgas anteriores, gobierno y sindicatos pactaron por primera vez una serie de servicios mínimos. Trenes y líneas de ferrocarril de cercanías, media y larga distancia funcionarán al 20%, algo más en las horas punta. Los vuelos internacionales operarán al 40%.
A última hora del miércoles, unas 85 manifestaciones recorrerán las principales ciudades del país. La más numerosa se prevé en las calles de Madrid.
El Ministerio del Interior anunció un amplio dispositivo de seguridad para evitar incidentes y garantizar el derecho de las personas tanto a ejercer la huelga como a trabajar. Sólo en la capital española, 450 agentes se distribuirán por varios puntos estratégicos.
Más difícil de vaticinar es el seguimiento de los 23 millones de trabajadores en España. Las sensaciones en la calle, recogidas por diversos sondeos publicados en los medios locales, auguran un apoyo escaso al paro.
Una encuesta encargada por el diario madrileño El País, por ejemplo, reveló que sólo un 9% de los trabajadores tiene claro que secundará la huelga. Y la mayoría de la ciudadanía se muestra mucho más preocupada por la crisis económica y el desempleo, cuya tasa sigue por encima del 20% con más de 4,5 millones de personas sin trabajo.
El paro coincide con una jornada de protestas en casi toda Europa y una gran marcha en Bruselas (Bélgica), sede de las instituciones de la Unión Europea, convocada contra los planes de austeridad aprobados para combatir el déficit por la mayoría de gobiernos del viejo continente.
Pero sólo España vivirá una huelga general, la primera que afronta el presidente José Luis Rodríguez Zapatero desde que asumió el poder en 2004.
Los principales sindicatos — Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) — protestan por la reciente reforma del mercado laboral, la congelación de las pensiones y el plan de austeridad.
Sostienen que el gobierno de Zapatero ha traicionado su ideario socialista permitiendo un despido más barato y recortando derechos sociales.
Y esperan que el 29-S sea el punto de inflexión para el cambio.
"El presidente (Zapatero) tendrá que hacer una reforma profunda; la gente no quiere ir de 'Guatemala a guatepeor''', dijo el martes Cándido Méndez, líder de la UGT, usando un conocido refrán popular.
"Vamos a la huelga general sabiendo que es un ejercicio democrático fundamental para ganar el futuro, o al menos que el futuro no sea peor que el presente", añadió.
El gobierno, sin embargo, mantiene una oferta de diálogo permanente a los sindicatos, pero ha dejado entrever que no modificará las leyes aprobadas.
"El gobierno y los socialistas mantendremos la mano tendida a los sindicatos para dialogar sobre la reforma de las pensiones y el procedimiento laboral", aseguró el portavoz socialista en el parlamento, José Antonio Alonso. "Pero las leyes están para cumplirlas".