
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Bogotá.- El rescate novelesco de Ingrid Betancourt y tres contratistas estadounidenses -además de otros 11 rehenes- debe su éxito no sólo a un magistral engaño de los militares a los rebeldes, sino también a una larga operación de Estados Unidos y Colombia para cortar las líneas de abastecimiento y comunicaciones de los insurgentes.
El ingrediente básico de esa operación fue una empresa fantasma creada por el FBI en Florida y que vendió a guerrilleros teléfonos satelitales cuyas comunicaciones podían ser escuchadas por las autoridades porque estaban intervenidas o interceptadas.
La operación llamada “Alianza” comenzó con una llamada a un teléfono satelital en el 2003, pocas semanas después de que el avión de vigilancia de los tres contratistas estadounidenses cayó en las selvas del sur colombiano en febrero de aquel año. La llamada era de Nancy Conde, la jefa regional de finanzas y de abastecimientos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Su novio, también un guerrillero, iba a convertirse, si no era ya, en el carcelero de los tres contratistas. Conde llamaba a contactos en Miami a ver si le podían conseguir teléfonos satelitales. Lo que Conde no sabía era que agentes de seguridad estaban escuchando.
Agentes federales estadounidenses arrestaron a los contactos de Conde en Miami, quienes a cambio de sentencias reducidas pusieron a la mujer en contacto con una empresa ficticia creada por el FBI, dijo un funcionario estadounidense vinculado a la operación y quien habló a condición de anonimato por razones de seguridad.
A lo largo de cuatro años, la empresa entregó a Conde teléfonos satelitales intervenidos o interceptados junto con otros equipos de comunicaciones, con lo cual pudo desequilibrar a la unidad rebelde y eventualmente ayudar a las autoridades en la tarea de estrangular sus líneas de abastecimiento. La operación fue vital para allanar el camino al operativo del 2 de julio, cuando un comando militar rescató a 15 secuestrados en manos de la unidad que Conde abastecía, en el mayor golpe a FARC.
En total, los agentes estadounidenses y colombianos interceptaron más de 5,000 conversaciones telefónicas -muchas de ellas internacionales con socios que buscaban provisiones- a lo largo de cuatro años como parte de la “Operación Alianza”, dijeron investigadores a The Associated Press.
De acuerdo con los investigadores, escucharon a Conde y a otros negociar cargamentos que iban desde rifles de asalto AK-47 hasta condones para ser distribuidos entre los cientos de guerrilleros en las vastas selvas de Colombia.
Las conversaciones eran no “sólo de finanzas, de equipos de comunicación, de víveres, de armamento, sino también de equipo médico, medicamentos, de gente que iba directamente a atender a los heridos”, dijo Luis Ernesto Tamayo, el agente del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) o policía de investigaciones, encargado de la operación en Colombia. El 2 de febrero las autoridades detuvieron a Conde cuando ingresaba a Colombia desde Venezuela, donde había ido a dar a luz. En total, las autoridades capturaron a 39 supuestos miembros de la red de abastecimiento y comunicaciones de Conde.
La operación incluyó desmantelar un “centro de llamadas” que los guerrilleros tenían en la ciudad de Villavicencio, a unos 45 kilómetros al sureste de Bogotá, desde donde se presume que Conde operaba varios frentes rebeldes. Entre tanto, se planeaba secretamente la operación militar colombo-estadounidense que llevaría a cabo el rescate de los rehenes. En enero, equipos de reconocimiento divisaron a los tres estadounidenses -Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves- en una zona selvática del sur del país. Conde está entre las 12 personas cuya extradición es buscada por Estados Unidos en relación con el caso. La mujer, de 35 años, tenía proveedores y compradores en Brasil, Surinam, las dos Guyanas y Venezuela.
El emporio de abastecimiento de Conde era como una tienda al estilo Wal-Mart y abarcaba desde armas hasta artículos de belleza, de acuerdo con documentos judiciales: 20 sofisticadas brújulas, radios de alta frecuencia y GPS; 350 tarjetas SIM para llamadas de teléfonos satelitales desde Estados Unidos; rifles, pistolas, escopetas y municiones; instrumentos para cirugías “de reconstrucción”.