El papa Francisco inició el jueves su pontificado con gestos atípicos de sencillez, como parar en su hotel de Roma para recoger las maletas y pagar la factura de su propio bolsillo, haciendo honor al nombre que eligió en recuerdo al santo pobre San Francisco de Asís.

"Saludó a todo el personal, uno por uno", dijo el reverendo Pawel Rytel-Andrianek, quien se aloja en la misma residencia y da clases en la cercana Pontificia Universidad de la Santa Cruz.

El primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia, el ya ex cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, empezó la jornada con una escala en la basílica romana de Santa María la Mayor para rezar ante la imagen de la Virgen. No usó el papamóvil y se desplazó en un coche privado del Vaticano sin hacer demasiado ruido.

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La Santa Sede informó que Francisco habló por teléfono con su predecesor Benedicto XVI, pero aclaró que no lo visitaría el jueves -como habían dicho algunos cardenales la víspera- y probablemente, tampoco el viernes.

El Vaticano precisó que el inédito encuentro entre dos papas vivos tendría lugar en los próximos días.

Interrogado sobre si su Argentina natal podría ser la primera visita de Francisco, el reverendo Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, señaló que "es de esperar que visite Argentina", pero no aclaró si será el primer destino o si antes viajará a algún otro país europeo.

En principio, Francisco presidirá la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en julio en Brasil y podría aprovechar la oportunidad de hacer escala en otros países de la región como primer papa latinoamericano.

Más tarde, Francisco oficiará su primera misa como pontífice ante los cardenales. Como es tradición, se prevé que la homilía marque las líneas estratégicas de un pontificado que se considera vital para la Iglesia católica, sumida en varios escándalos y una creciente crisis de pérdida de fieles en algunas partes del mundo.

Todo indica que la homilía será pronunciada en italiano y no en latín, como hizo Benedicto XVI.

Francisco, de 76 años, fue elegido el miércoles en cinco votaciones y apenas dos días de cónclave. Los 115 cardenales electores hicieron añicos las quinielas, superaron sus teóricas divisiones con más rapidez de lo previsto y se inclinaron finalmente por el jesuita reconocido por modernizar la Iglesia argentina.

El propio reverendo Rytel-Andrianik relató que antes del cónclave, un sacerdote preguntó a Bergoglio en el ascensor cuándo planeaba regresar a Argentina.

"Me acuerdo que Francisco le respondió que probablemente esperaría a la misa de entronización", recordó. "Y ahora es él quien va a ser entronizado como pontífice", agregó en referencia a la misa que lo coronará como sucesor de Pedro el próximo 19 de marzo.

En sus primeras palabras ante las 100.000 personas que lo vitoreaban en la plaza de San Pedro, Francisco pidió a los fieles que recen por él y, en un gesto sin precedentes, solicitó la bendición del pueblo y se agachó en señal de sumisión.

"Por supuesto, nos llevamos todos una sorpresa, debo decir que también yo, que no lo esperaba", admitió el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano. "Nos impresionó por muchos aspectos nuevos: el origen, el nombre elegido, el estilo con el que se presentó, la manera de hablar, así como los gestos", añadió.

Francisco no es el primer papa de habla hispana: en el pasado hubo españoles como Alejandro VI en el siglo XV, cuyo apellido familiar era Borja o Borgia en su forma italiana.

Pero la elección del argentino marcó un importante hito para América Latina, que reúne a la mayor población católica del planeta: 501 millones de personas, el 42% del total de 1.200 millones de fieles, según estadísticas de la Santa Sede.

"Estoy muy contento de que haya sido elegido un latinoamericano. Sabemos las esperanzas que había en ese continente en el que vive la mayor parte de los católicos", aseguró Lombardi.