La historia de los hermanos Sven y Liam, de 9 y 6 años, ha llamado la atención de la colina de Lauriano, un pueblo de apenas 1,400 habitantes de la provincia de Turín, Italia. Se enteraron de que sus vidas se desarrollaban en una antigua granja alejadas del mundo exterior, en las que solo se podía acceder por un largo sendero entre el bosque.

La historia se conoció a través de los medios de comunicación “La Stampa” y “Corriere Torino”. El aislamiento en el que vivían estos pequeños era absoluto y los descubrieron por casualidad, tras una orden de desalojo que le llegó a su padre debido a las inundaciones que estaban afectando a la región.

Relacionadas

Al llegar, las autoridades localizaron a los menores al interior de la vivienda y revelaron que, a pesar de su edad, no sabían leer ni escribir. Además, tampoco estaban inscritos en una escuela ni en el registro civil y nunca habían sido atendidos por un pediatra.

Al ver el estado en el que estaban los pequeños, fueron trasladados a un centro de servicio social, ya que su padre no los tenía en las mejores condiciones y su madre no se encontraba en el momento del desalojo.

Su progenitor es un ciudadano holandés de 54 años, escultor de metales, quien explicó que había residido en Alemania y que apenas llevaba tres años en Lauriano. Añadió que los niños solo llevaban un par de semanas allí, estaban recibiendo educación alternativa y realizaban cursos en línea desde casa.

Fueron separados de su padre

“Tanto Sven como Liam contaban con sus propios ordenadores, juguetes y equipos musicales, además de practicar deportes como equitación y esquí durante el verano”, afirmó el padre.

En varias ocasiones el padre se defendió y dijo que nunca hubo negligencia por parte de él y su esposa, solo que habían tomado la decisión del aislamiento para proteger a los pequeños del COVID-19 y de las posibles variantes, pues no estaban de acuerdo con las vacunas.

Según el informe de servicio social, se concluyó que los niños no vivían en las mejores condiciones y, a pesar de su edad, todavía usaban pañales. Algo que les llamó la atención a las autoridades es que los pequeños habían mostrado conductas agresivas al tal punto que tuvieron que separarlos en varias ocasiones.

Por otro lado, la alcaldesa de Laurino explicó a la prensa local que ni ella ni los vecinos conocían la existencia de los niños ni de sus padres, por lo que la noticia los sorprendió.

La defensa del padre no da por perdidos a los niños, debido a que alega que la decisión de criarlos alejados de la sociedad y sin contacto con los sistemas convencionales de educación y sanidad es legítima.

Por otra parte, los medios locales han bautizado el caso como “los niños fantasmas” y lo describieron como el hombre que “estaba obsesionado con el COVID” y que tenía miedo de salir de su casa.