Honduras extraditó el jueves a Estados Unidos al expresidente Juan Orlando Hernández para que enfrente cargos por tráfico de drogas y de armas en un dramático revés para un líder que alguna vez fue considerado por las autoridades estadounidenses como un aliado clave en la guerra contra el narcotráfico.

Apenas tres meses después de dejar el cargo, Hernández abordó un avión esposado con agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA) con destino a Estados Unidos, donde enfrenta cargos en el Distrito Sur de Nueva York. La aeronave partió desde la base de la Fuerza Aérea hondureña en Tegucigalpa, luego que el ministro de Seguridad, Ramón Sabillón, lo entregase a los agentes antidrogas.

“Ya se ejecutó la orden completa de extradición. Él contestó las preguntas que se le formularon, iba estable física y mentalmente”, dijo Sabillón.

Hernández fue arrestado en su casa en Tegucigalpa en febrero a pedido de las autoridades estadounidenses. Lo encadenaron y lo exhibieron frente a los periodistas, un espectáculo que muchos hondureños nunca imaginaron ver.

Funcionarios hondureños han dicho que Hernández enfrentará en Estados Unidos cargos por conspiración para importar y distribuir drogas a ese país y usar armas de fuego en apoyo del narcotráfico.

La Corte Suprema de Honduras rechazó a fines de marzo una apelación a la decisión de un juez a favor de la extradición.

Los fiscales estadounidenses han acusado a Hernández de impulsar su ascenso político con dinero de los narcotraficantes. Los pagos se hicieron a cambio de que las autoridades hondureñas les permitieran operar y recibir información, aseguraron.

Hernández ha negado repetidamente haber actuado mal. En un mensaje de video publicado el jueves, dijo: “Soy inocente, he sido y estoy siendo sometido a un proceso de manera injusta”.